Es casi de perogrullo suponer que BATTLE CRY no debería ocupar otro lugar que no fuese el del gran relato bélico, con sus mastodónticos presupuesto, reparto y diseño de producción. Una apuesta de la Warner por afiliarse junto a clásicos instantáneos de esa especie de regocijo tardío, en busca de historias que sofisticasen a la mera aventura con soldados. El problema es que esto no funciona aquí como debería, y casi todo es debido a la notoria incapacidad de Leon Uris para adaptar su propia novela, más estructurada y comprensible. Son los problemas de una superproducción aparente, que se queda en una película demasiado larga (150 minutos), o demasiado alargada, como atestigua el excesivo híper prólogo de más de una hora, en el que supuestamente se nos va a presentar al inexperto grupo de marines preparándose para integrar la ofensiva del Pacífico contra los japoneses. En lugar de ello, la impresión es casi la de un surf-film, con muchachos ebrios persiguiendo faldas, peleas de taberna sin mucho sentido y diálogos trufados de la dudosa moralina capaz de justificar al más cazurro del regimiento. Por contra, Raoul Walsh demuestra su maestría en grandes escenas de enorme dificultad, como los espectaculares desfiles o el desembarco final, a la postre lo mejor de este film, que encuentro fallido, pero del que me resulta curioso haber extraído referencias posteriores más que evidentes. Quizá exagere un poco, pero hay cosas vistas después en LA CHAQUETA METÁLICA (ver imagen), SALVAR AL SOLDADO RYAN o LA DELGADA LÍNEA ROJA. Como siempre digo, todos copian a todos...
Se puede ver una tarde con mucho tiempo libre.
Saludos.
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