miércoles, 30 de junio de 2021

Películas para desengancharse #83


 

Summum del agotamiento por acumulación, sigo sin verle esa supuesta grandeza a HEAT, más allá de su absorbente colección de iconos, quizá la más obsesiva e indisimulada de la historia reciente. No pongo en duda que efectivamente sea la catedral sobre la que orbita el cine de Michael Mann, y uno puede resolver muchas dudas razonables acerca de esa inagotable búsqueda de la "imagen fuera del concepto". Es la dinámica al servicio de la técnica, y no al revés; es ver gente corriendo sólo para que se levante la chaqueta y la corbata; y también es el extraño deseo de autodestrucción, por el medio del único rival digno. A mí me parece que su trama es repetitiva e hinchada de esteroides, o que sus personajes no tienen nunca claro qué es lo próximo que van a hacer, aunque pongan cara de que sí lo tienen claro. Por otro lado, la vida le sonríe a quien saliva con estruendos, ataques de ira y exabruptos gratuitos; aunque ya sabemos que todos venían aquí para ver un contraplano (tampoco muy creativo) entre los dos protagonistas, unos Pacino y de Niro, siempre en riesgo de desaparecer entre tanta excusa desmesurada. Es entretenida, intensa, y su tono de tragedia clásica mantiene el interés aceptablemente, pero sigo defendiendo que su sinopsis no es para casi tres horas. 
¿Lo peor? Lo peor es su horda de defensores a ultranza, que son ya muy pesados... Y el peinado de Val Kilmer.
Saludos.

martes, 29 de junio de 2021

¿Carne o pescado?...


 

No es la mejor película de Pixar, ni de lejos. Pero hay que reconocer algo controvertido, que ver LUCA ahora mismo es un tonificante necesario. Una de esas películas que ni son relamidas, ni se ubican en posiciones preponderantes, ni eligen a sus espectadores. Al contrario, se trata de un bonito cuento de amistad y aceptación, en el que lo más importante termina siendo el disfrute, después de un año ponzoñoso, y que necesita de este tipo de propuestas, a ver si nos sirve para ir levantando cabeza de una puñetera vez. Luego, si quieren, les puedo comentar algo de la factura técnica. Es inútil. Pixar se muestra soberbia hasta en sus títulos menores, y éste lo es. Es menor porque la emoción es contenida, y el humor es poco sorpresivo; es un cuento de niños y para niños, pero a los adultos nos sirve para hacer las paces con muchas tonterías con las que convivimos sin darnos cuenta de que son más discriminatorias de lo que creíamos. A mí me ha gustado, más que nada porque lo raro viene siendo que no me guste algo salido de esta fantástica factoría. Luego, no puedo evitar cierto recelo, porque Disney fagocita, y a lo mejor, ya llegado el día, no nos vamos a dar ni cuenta...
Fresca, divertida y además me da la oportunidad de recomendarles la exquisita receta genovesa de Trenette al Pesto... cosa rica donde las haya...
Saludos.

lunes, 28 de junio de 2021

Películas para desengancharse #82


 

Ya es curioso que un cineasta como el australiano Peter Weir repita en esta controvertida sección bienal, aunque ni explicación proviene de la dualidad de la misma, aceptando en el conglomerado tanto placeres culpables, silos indefendibles o fenómenos populares incontestables. Y yo diría que Weir estaría entre el primero y tercer aserto, y personalmente más en el tercero. Y es que creo que poco puede añadirse a todo lo que significa una película como DEAD POETS SOCIETY, un film que pocos vieron venir entonces (hablamos de un año tan poco memorable como 1989), pero que abandera una especie de tradición no escrita sobre los "años de iniciación y descubrimiento". En este caso, el guion de Tom Schulman (que ganó el oscar) propone una tensión permanente entre un sentimentalismo descarado, incluso desaforado, y la habitual sobriedad de Weir, capaz hasta de minimizar el histrionismo de Robin Williams a apenas una sola escena de lucimiento, cosa que es muy de agradecer. También en este sentido la película es algo tramposilla, y los protagonistas absolutos son ese grupito de alumnos que, inesperadamente, van a experimentar el valor de la poesía, dando un giro de 180º a la rigidez de la prestigiosa escuela a la que han ingresado. Repleta de "momentazos" que han quedado en la retina de toda una generación, nos reveló al gran actor que luego ha sido Ethan Hawke (el único de la camada con verdadera repercusión posterior), y nos hizo creer por unos momentos dos falacias: que la poesía pueda suponer una transformación colectiva (habría sido más factible por lo individual), y que Whitman era un gran poeta... Ahí lo dejo, antes de los tomatazos...
Que sí, que se puede ver, e incluso tiene momentos muy emocionantes, pero parar máquinas aquí carece de todo sentido, aunque sé de buena tinta que luego la han vuelto a ver un montón de veces más.
Saludos.

domingo, 27 de junio de 2021

Rincón del freak #462: ... y en el pecado la penitencia...



 Desconozco el motivo real que lleva a las productoras a seguir machacándonos cada temporada con pestiños como THE UNHOLY, enésima gilipollez supina con estatuas que lloran, monstruos digitales que crujen y tramas escritas por un club de lectura de viudas católicas de Cuenca. Lo digo en serio, porque ya no es que hablemos de películas malas, sino de una fórmula que se repite y ofrece como papilla procesada, libre de posibles agentes externos e impurezas. Es este "nuevo cine de terror", en realidad viejísimo, casi de folletín barato, y que encima viene con todo un señor sermonazo de moralidad cuchufletera bajo el brazo. Les ahorro el argumento, porque da igual, y sólo terminaré haciendo mención a Jeffrey Dean Morgan, un actor que a mí me gusta especialmente, pero cuyos papeles creo que le hacen poca justica a su mezcla de socarronería y fiereza. Él es el protagonista de esta bazofia producida por Sam Raimi, y en algunos detalles podemos percibir la poca entidad del asunto, sobre todo cuando tiene que otorgar credibilidad a algunas líneas de diálogo infames. Es entonces cuando emplea su habitual recurso de entornar la mirada, sonreír y encogerse de hombros, como si su cabeza apenas rondara las redondas cifras de un cheque...
Espantosa, pero de mala.
Saludos.

sábado, 26 de junio de 2021

Películas para desengancharse #81


 

Películas como THE GUNS OF NAVARONE se han hecho a porrillo, la mayoría sin éxito; y ha tenido que ser mediante el bastardeo de géneros, que hayamos podido tolerar historias cuya épica superaba con creces su verdadero valor cinematográfico. No es el caso. 60 años después, el mítico film de J. Lee Thompson inauguraba una especie de extraño subgénero, el de los grupos heterogéneos, deslavazados, que terminan imponiéndose por gozosa heterodoxia en un marco de rigidez y autoridad. Suele asociarse esto a conflictos bélicos, pero luego el filón ha ido abriéndose al policíaco, el terror o cine de acción en general (con puntos culminantes, por ejemplo, en "El equipo A", para entendernos). No hay más que echar un vistazo a cómo lo están petando los supergrupos comiqueros, de cuyas andanzas se tiende un puente hacia esta "pequeña gran película". Sí, porque la impresión es que estamos ante una superproducción descomunal, y tampoco es eso. Descontando el estupendo reparto, con unos colosales Gregory Peck, Anthony Quinn y David Niven al frente, ...NAVARONE es esencialmente una película de interiores, con multitud de diálogos que nos sitúan ante incesantes dilemas morales, desde que al principio nos colocan el cartel de "abandonad toda esperanza", en una misión conscientemente suicida, y que consiste en meterse en la boca del lobo, ir despachando alemanes y destruir dos gigantescos cañones, que custodian la navegación por el Egeo. De hecho, la práctica totalidad de las escenas de acción quedan convenientemente "filtradas" por una noche americana muy molesta, y los cañones de marras apenas ocupan los minutos finales de un metraje, por otra parte, bastante extenso. Mi impresión es que ha quedado como una de esas películas que todo el mundo cree haber visto, pero que poca gente recuerda con exactitud; o un estupendo ejercicio de estilo, en el que se demostraba que aún se podía hacer cine bélico saltándose muchas de sus convenciones, incluso poniendo una ametralladora en manos de Irene Papas, ejemplo de empoderamiento femenino mucho antes de que esto se vulgarizara como hoy día...
Si quieren ver dos horas y media de entretenimiento del de toda la vida, están de enhorabuena. Si no, siempre pueden pajearse con Nolan...
Saludos.

viernes, 25 de junio de 2021

Patrias de ida y vuelta


 

Hay dos influencias, fuertes y evidentes, insoslayables, en THE COURIER, nuevo acercamiento al cine de espías, vertiente guerra fría. Basada en la peripecia real de Greville Wynne, un ambicioso hombre de negocios británico, que acabó infiltrado en el MI6, el director Dominic Cooke (responsable de la estupenda miniserie THE HOLLOW CROWN) construye un intenso y emocionante carrusel dramático, que se va creciendo a medida que la excusa argumental va desarrollando el dilema interior de su poderosa pareja protagonista, y que merece más de un visionado para paladear el cuidado con el que se ha llevado la realización. Durante buena parte de su metraje, parece imposible no acordarse de EL PUENTE DE LOS ESPÍAS, y la humanización de esa figura hermética e inabordable de quien vive en la permanente apariencia. Aquí, ese elemento es aún más patente, poniendo el acento en el afecto mutuo que se va tejiendo entre Wynne y el alto mandatario soviético (un personaje repleto de aristas y contradicciones), dispuesto a traicionar a su patria si ello conlleva el desbaratamiento de una posible guerra nuclear. Benedict Cumberbatch y el georgiano Merab Ninidze soportan el peso de todo el film, aunque la repartición no es equivalente. Mientras el segundo logra un espléndido trabajo de contención y matices imperceptibles (esas miradas, y esos silencios...), el primero irrumpe en un tramo final de gran crudeza, y que nos lleva hasta la otra gran influencia que mencionábamos, nada menos que el HUNGER de McQueen. Hay algo, no obstante (como un ritmo interno desajustado), que la deja como un trabajo sólido e interesante, pero lejos de ser considerada con mayor excelencia. Muy buena película, de todas maneras, teniendo en cuenta que la amenaza del pastiche acecha tras cada fotograma.
Saludos.

jueves, 24 de junio de 2021

Películas para desengancharse #80


 

NATURAL BORN KILLERS es de 1994. Por aquella fecha, creo que tuve una de las impresiones más fehacientes de que mi criterio solía coincidir poco con el mayoritario. Esta película (siendo muy condescendientes) fue un éxito, una conmoción; ganó premios en Venecia, estuvo nominada en los globos de oro, y el público en general pensaba que asistía a una vuelta de tuerca cool al mito de Bonnie & Clyde, y no a una bazofia, histriónica y cocainómana, que era lo que me pareció entonces. Y he vuelto a ella todos estos años después, sólo para constatar que no volveré a verla, porque me ha parecido aún peor que entonces. Tarantino tenía una historia, pensó que quedaría bien en el cine, la Warner le compró el guion, contrató a Oliver Stone, éste hizo lo que le dio la gana, Tarantino sigue litigando para que su nombre no aparezca en los créditos, y el resto es historia. La historia de un desastre, inconexo y pagado de sí mismo, del que los únicos que han logrado sobreponerse (Downey Jr y Harrelson) reniegan como de la peste, por mucho que, admitámoslo, su popularidad subiera como la espuma. Juliette Lewis no supo desengancharse a tiempo, y luego tuvo que hacerse una desintoxicación integral, que dura hasta hoy. Les evito, claro, el disgusto de desgranarles la historia, como tampoco les quiero agriar el almuerzo con el vomitivo trabajo de fotografía de Robert Richardson, porque algo debió tomarse en el rodaje. Pero me gustaría finalizar este "desenganche perfecto" con el tema de la BS"O", que aquel año también arrasó en ventas, y que se editó con los insertos de diálogos de forma rigurosamente cronológica... Entonces podía tener su gracia, pero ahora es una pijada sin ningún sentido intrínseco. 
Si heróicamente no la han visto aún, háganse un favor y continúen en el buen camino. Si aún piensan que es una gran película, que dios les coja confesados...
Saludos.

miércoles, 23 de junio de 2021

En generación


 

Por redondear, advertí no hace mucho que había un título de Steve McQueen que se me había deslizado inadvertidamente, por lo que aprovecho para incluirlo tras su extraordinaria miniserie. WIDOWS obtiene su originalidad del talento de su director para suspender los tiempos, tanto como para dotar de gravedad una historia que tampoco es el colmo de la inventiva, por mucho que sus interminables (y algo incoherentes) giros argumentales nos lo quieran hacer pasar por una extrema inteligencia. Partiendo de una mítica miniserie británica de principios de los ochenta, se nos cuenta la peripecia de un grupo de mujeres que, de golpe y porrazo, ven toda su vida irse al garete. Ellas son las viudas que han quedado tras la muerte de sus maridos, lo que podría ser anecdótico, de no ser que todos ellos eran expertos ladrones de bancos. Una sospechosa emboscada, que da paso a una compleja trama que incluye intereses políticos, bandas rivales, y una suma de dinero que ha quedado destruida, y ahora le es reclamada a estas mujeres, obligadas a reinventarse. Demasiados giros, que quedan casi todos en pequeños clímax, pero que en mi opinión ralentizan el ritmo de una película, sin embargo, poderosa en las formas, con un puñado de actrices (sobre todo ellas) bien sintonizadas, y que dan como resultado un thriller recomendable, repito, porque tras las cámaras hay una fuerza de la naturaleza con un marchamo simplemente irreprochable.
Buena película, pero, no sé por qué, no me extraña que pasara tan desapercibida en su momento.
Saludos.

martes, 22 de junio de 2021

Películas para desengancharse #79


 

Otra de correspondencias ocultas. GROUNDHOG DAY (por aquí todos la reconocerán mejor como ATRAPADO EN EL TIEMPO), que fue famosísima en su estreno, hace ahora casi tres décadas, ha ido desprendiéndose de su apariencia de comedia simpaticota, familiar e inocua, para engrosar listas de descreídos y cínicos patológicos. La razón, tener mucha más mala idea que la mayoría de historias supuestamente "serias" que hoy día compone el grueso de cualquier catálogo, obviando nomenclaturas. Dirigía Harold Ramis, que repetía con Bill Murray, incluía a la encantadora Andie MacDowell en pleno apogeo, y todo partía de una obsesión personal del guionista Danny Rubin, que a partir de ahí se quedó literalmente sin ideas. Engañosa en su superficie, ésta presenta al "prototipo Murray", cansado de todo y de todos, pero con una vanidad que le hace creerse mejor de lo que es; un hombre del tiempo de "infalibles predicciones", que se ve preso de una especie de insólita maldición, tras cubrir, como todos los años, el "grandioso evento" del día de la marmota, en el remoto pueblo de Punxstawney. Así, y tras verse obligado a no poder salir del pueblo por la terrible nevada que él no fue capaz de predecir, el día siguiente, siempre a partir de las seis de la mañana (odiaréis a Sonny & Cher), se repetirá con todos los mismos eventos, una y otra vez, y sólo él será consciente de este bucle infernal. Lo que ha hecho ganar puntos a este film es su doble vertiente. Por un lado, el mecanismo cómico funciona (nunca mejor dicho) como un reloj, aunque algunos tics de Murray se vean forzados o encuentren escasa réplica en el resto de intérpretes. Pero lo más interesante es el subtexto, que nos coloca en una posición moral incómoda, obligándonos a tomar partido por un tipo bastante odioso, pero que representa al lúcido entre ignorantes. El protagonista, sin disimular su hartazgo, decide usar esa "experiencia infinita" para poseer un conocimiento absoluto, al menos sobre la circunstancia de ese pequeño pueblo; sin embargo, un insalvable obstáculo lo deja sin argumentos: una y otra vez, es eternamente rechazado por su compañera de trabajo, de la que a lo mejor quiere convencerse de que es la única persona por la que podría sentir algo parecido al amor...
Es curioso, e intrigante, pero reconozco que ha envejecido mejor de lo que hubiese cabido esperar.
Saludos.

lunes, 21 de junio de 2021

Black Lives Matter #5


 

SMALL AXE se cierra de la mejor manera, también la más inesperada, y quizá necesaria. "Education" es, en poco más de una hora, un viaje al alma humana y a las estrellas, y a la historia de la humanidad que nunca se cuenta. Es un hermoso poema en prosa acerca del tuétano de la represión, gestado siempre en escuelas que no están interesadas en potenciar, sino en aborregar. Todos lo hemos sufrido, desde los más brillantes a los "lentos". Hemos sido víctimas de la educación de la repetición, de la falsa meritocracia basada en textos convertidos en mantras, con demasiados alumnos desorientados, y pocos profesores, en el mejor de los casos hastiados de someterse a un programa inamovible. Steve McQueen astilla el hueso, lo expone sin miedo al dolor, y purga una herida enquistada con sensibilidad, respeto y, claro, muy mala uva, como si dibujara una venganza desde hace décadas. Es la historia de un chaval que sueña con ser astronauta, pero ni siquiera es capaz de leer una sola línea. Pero antes que denuncia social, incluso antes que denuncia racial, lo que encontraremos aquí es otra cosa, un cambio de eje legítimo, un dedo acusador que, una vez más, nos coloca frente a nosotros mismos, a nuestros errores, propios y ajenos, casi siempre aceptados con la mueca de hastio de los padres deslomados, y el asco de unas instituciones cínicas, capaces de encubrir un modelo represivo nada menos que con sombras chinas de "ordenamiento social". McQueen, le conocemos, no suele dar tregua, y su cine es combate por todos los flancos, incluso a riesgo de arrasarlo todo a su paso. Sin embargo, SMALL AXE queda abrochada con un canto de esperanza fresco e inusual, el que hace que broten lágrimas y sonrisas al escuchar al joven Kingsley leer al fin unas líneas, tan sólo por haber sido educado con respeto...
Volveré a decirlo para que no caiga en saco roto: el gran acontecimiento fílmico del pasado curso.
Saludos.

domingo, 20 de junio de 2021

Rincón del freak #461: El infierno siempre somos nosotros


 

Prácticamente desconocida en nuestro país, la extensa filmografía de Nobuo Nakagawa nos descubre a un cineasta incansable (su carrera abarca de 1936 a 1982), de un compromiso inquebrantable con su profesión, y un afán de experimentación capaz de saltar las barreras de producciones, a menudo, con exiguos presupuestos. Su obra más famosa y emblemática (y soy consciente de lo que digo) es JIGOKU, de 1960, que podría considerarse como un tratado expresionista acerca del peso de la culpa en los inocentes, la maldad intrínseca o el relajo de los deberes humanos. Eso quedaría muy bien para un director nórdico, cuyo sentido del tormento triture cada brizna de esperanza; pero Nakagawa sorprende desde los títulos de crédito, e intentaré detallar el resto desde ahí. Con un score absolutamente avant-garde, remitente a 007 (y ojo, que aún no se había rodado ni la primera...), cortesía del gran maestro Michiaki Watanabe (busquen, por favor, sus composiciones), una pléyade de señoritas a contraluz nos da la bienvenida... como dios las trajo al mundo. Tras tan impactante preámbulo, conocemos a los dos protagonistas, Shiro y Tamura, a punto de terminar sus estudios y aparentemente amigos, aunque el segundo envidia secretamente al primero, que se va a casar con la chica que él también desea. En una noche particularmente sombría, Tamura se lleva a Shiro a celebrar el enlace, pero en el camino atropella a un yakuza borracho, huyendo y dejando a su amigo con un trauma, y sin saber que alguien ha sido testigo del atropello. En resumen, JIGOKU podría hablar de conductas torcidas, familias disfuncionales o el resquicio de redención que cada uno podamos albergar en particular. Lo que ya es más inesperado es encontrarnos con un final tan apoteósico y osado, nada menos que construyendo una surrealista visión del infierno (versión budista), en la que no se escatiman los detalles más escabrosos acerca de los castigos más crueles. Por supuesto, no esperen aquí un despliegue de medios, porque todo es artesanal y muy barato, pero también muy imaginativo y creo que muy valiente, en comparación, por ejemplo, con lo que hacía entonces la Hammer (las concordancias son evidentes). Un título merecidamente de culto, me da la impresión que muy injustamente olvidado, y que sirve de puerta de entrada para descubrir a este magnífico artesano japonés, que nunca es tarde.
Saludos.

sábado, 19 de junio de 2021

Películas para desengancharse #78


 

Quieres hacer una película, pero no tienes dinero. Pero tienes un millar de ideas bullendo en tu cabeza. Pero vives en un miserable agujero de New Jersey, y siempre ves a la misma gente que siempre tiene los mismos problemas, y que siempre se queja de los mismos problemas. Pero no puedes quitarte de la cabeza la idea, fija y poderosa, de hacer una película. La harás, como sea. Aunque tengas que pedir prestado, robar, prostituirte o mentirle a tu abuela moribunda, porque es lo único que quieres hacer, aunque te cueste la cordura, o aunque no te recuperes jamás. Muchos lo han intentado antes y han terminado mal ¿por qué ibas a ser tú diferente? ¿porque tú sí tienes talento? Déjame entonces decirte una cosa. Cuando Kevin Smith rodó CLERKS, tenía apenas 24 años; usó los 30000 dólares que tenía para comprar una cámara y película en blanco y negro. Tuvo que convencer a amigos, pedir prestado, poner anuncios y saltarse una sola norma: en el cine, puedes mentir a todos y sobre todo, pero no puedes mentirte a ti mismo. Smith sabía que estaba haciendo una mierda de película, pero era mierda fresca, honesta, que exprimía cada dolar invertido tan sólo para poner en imágenes un día cualquiera en la vida de un puñado de gente. Y puedes hacerte mil pajas mentales, porque críticos más inteligentes que tú han rastreado analogías que sobrepasan lo metafísico, y se han escrito tesis doctorales sobre el famoso diálogo de la estrella de la muerte, o sobre la irreverente escena "perdida" en el funeral. Da igual, ya sabes que se puede hacer, y que puedes hacerlo, o puedes quedarte en esa tienda de mierda en la que trabajas y vegetar, mientras echas la culpa al mundo de todas tus desgracias...
Saludos.

viernes, 18 de junio de 2021

El apagón


 

No hay rastro de los cineastas que, hará ahora un par de décadas, refrescaron el cine independiente americano con aquella película a contrapelo de todo que era AMERICAN SPLENDOR. Efectivamente, signo de los tiempos, el tándem Springer/Pulcini, tras un periplo que se ha movido entre la irregularidad y la discreción, ha terminado por abrazar los preceptos del fondo de catálogo de Netflix, puede que con el ingenuo propósito de disfrazar lo autoral de comercial. Pero engañar a la industria no es sencillo, y THINGS HEARD & SEEN lo confirma como el desastre absoluto que termina siendo, y del que se podría haber salvado de no haber ensayado ser lo que de ningún modo puede ser. El título, más elocuente en español (LA APARIENCIA DE LAS COSAS), es incapaz de reflejar un solo argumento o tono narrativo, saltando por los géneros tan alegremente que me daba la impresión de asistir a un montaje frankenstiniano, uniendo lo "oficialmente rodado" por uno con lo "oculto", supongo que extraoficialmente. La verdad suele ser más terrenal, e intuyo que el drama de ribetes fantásticos y/o sobrenaturales vende, y es una tentación difícil de rechazar en momentos de carestía neuronal. Si se disponen a verla, les prevengo: son dos horas de bandazos bipolares. Por un lado, se sigue con interés el desmoronamiento de un matrimonio a principios de los 80; ella (Amanda Seyfried, en modo solvente), con trastornos alimenticios, y él (un desaprovechadísimo James Norton, que aun así es lo mejor), un joven profesor que ha obtenido la oportunidad de dar clases en una pequeña universidad rural. Insisto, hay un cartel de neón indicándonos que se trata de una película de terror, variante casas encantadas, y que tenemos que esperar sobresaltos y todo eso. No lo entiendo, porque lo único que funciona mínimamente aquí es lo que el guion termina por tirar a la basura, la miseria moral y el arribismo disfrazados de aparente normalidad, y que carcome poco a poco los proyectos y esperanzas de quien piensa que el mundo siempre les debe una. 
Es un desastre de película, pero aún más si nos acordamos de lo que esta pareja logró hacer entonces... ¿elocuencia o casualidad?...
Saludos.

jueves, 17 de junio de 2021

Películas para desengancharse #77


 

Hay películas "para desengancharse", igual que hay otras, pocas, sobre el desenganche, algo que los urbanitas conocemos bien, y que a veces asociamos erróneamente a cierto sentimiento de melancolía del desapego. Si hay una película que invoca dicha desconcertante sensación, no hay duda que hablamos de HIGH FIDELITY, sancta sanctorum de los que componemos la iglesia nunca bien ponderada de la "generación X" (de la que también me eXcomulgaron hace tiempo), y que contiene tantas delicias como trampas mortales. Una película para ver con un manual si se pretende ir de cool (antes era "guay"), pero que amenaza con decepcionar gravemente si se cumplen dos requisitos: saber mucho de música o verla veinte años después, con el añadido de dicho bagaje musical. Hay una tercera que pocos se atreven a incluir, pero que me parece fundamental: haber leído la novela de Nick Hornby, sólo para constatar no ya que es vergonzantemente superior a la película de Frears (un tipo cuyo cine se ha ido descosiendo con preocupante celeridad), sino que en puridad prácticamente no tiene nada que ver. La novela gira en torno a la tienda de discos situada en Camden, Londres; la película, sin embargo, cambia la ubicación por Whicker Park, en Chicago. Este detalle "sin importancia" es la clave para entender por qué Rob Fleming podría ser una especie de Joe Strummer retirado, cascarrabias y con un punto de agónica autocomplacencia casi misántropa, mientras que Rob Gordon (que puede ser interpretado por John Cusack allí, pero no por Vincent Regan aquí, que habría quedado perfecto a mi parecer) parece una copia amable de un Woody Allen con tres cuartos de cuero. En fin, que podría quedarme horas aquí charlando sobre anécdotas musicales, listas de top 5 o la incapacidad compulsiva para el compromiso sentimental con otros seres humanos. Prefiero dejarlo aquí, porque yo me harté de grabar casetes, pasaba las horas muertas en tiendas de discos y soñaba constantemente con no madurar jamás, por lo que pudieran decir los vecinos...
Saludos. 

miércoles, 16 de junio de 2021

La hora de las mascotas


 

Convengamos que, más que una película, RAYA AND THE LAST DRAGON es una especie de compendio, más o menos ordenado, de las muchas obsesiones con las que Disney lleva ya (demasiado) tiempo lidiando. Fantasmas involuntarios o mera incapacidad para desarrollar una autoría reconocible, lo cierto es que la factoría del ratón sigue más centrada en sus apabullantes capacidades técnicas, pero para elaborar un guion de absoluto piloto automático, hanecesitado nada menos que dos guionistas y cuatro directores. Francamente, entre ustedes y yo, no hace falta explicar que al público al que va destinado este tipo de detalles se la trae más bien al pairo, y que la satisfacción proviene de encontrar en un típico relato de aventuras casi dos horas de entretenimiento sin mayores sobresaltos. La historia, insisto, es la misma que surfea por tantos y tantos títulos disneyanos de última generación, solo que cada vez quedan más realzados los subrayados (para nada disimulados) en los que el protagonismo pasa a ser enteramente femenino. Empoderamiento, sororidad o esa hermandad entre diferentes, son los elementos que conducen a la intrépida heroína en busca del último dragón, ya que el resto se sacrificó para detener la poderosa fuerza que amenazaba con convertir a la humanidad en piedra. En definitiva, un producto de consumo, bonito, profesional y solvente, pero demasiado olvidable para los tiempos que corren, y que exceptuando algún detalle brillante, no va a optar a ningún pódium particular.
Saludos.

martes, 15 de junio de 2021

Películas para desengancharse #76


 

Efectivamente, queridos indéfil@s. Aquí y hoy retomamos el monográfico de monográficos, de periodicidad involuntariamente bienal, y con el que intentamos exorcizar viejos demonios enquistados, o quizá redescubrir(nos) que, para bien o para mal, puede que los tiempos pasados sean mejores de lo que recordamos... o viceversa. Y qué mejor película para desengancharse de nuevos y viejos vicios, que BRAVEHEART, la mastodóntica epopeya escocesa ideada por el guionista Randall Wallace y Mel Gibson, que comenzaba a sentar las bases de lo que él (y sólo él) pensaba que debía refundar un Hollywood aplastado por la imposibilidad de volver a su esplendor y grandeza. Para lo que finalmente resulta ser, BRAVEHEART es una película perfecta, con un rigor histórico discutible, un diseño de producción envidiable, algunas escenas de batallas que ridiculizan las sandeces del CGI, o un sentido de la épica que, reconozcámoslo, era (y sigue siendo) lo que clavó en la butaca a millones de espectadores, haciendo de este film uno de los más rentables de todos los tiempos. De aquí bebió mucha gente posteriormente, pero no es menos cierto que Gibson (cuyo sentido de la autoría es cuanto menos controvertido) anduvo obsesionado por amalgamar la intensidad dramática de Shakespeare, la interpelación de las masas de De Mille o una explicitud hiperrealista, que luego fue exacerbando hasta lo improbable. William Wallace fue un simple soldado, elevado a héroe por la tradición oral, teniendo en cuenta que no hubiese sido tan heróico haber reconocido que el "corazón valiente", en realidad pertenecía a uno de los antagonistas del film. Tampoco haríamos honor a la verdad concediendo que los escoceses de 1280 usaran kilts (algo que llegaría algunos siglos después), o que semejaran una horda de hooligans ebrios con unas pinturas igualmente improbables, pero que, al fin y al cabo, a Gibson le sirvieron para su propósito, que era la sublimación del icono identificativo.
Total, que estamos ante uno de esos títulos que uno siempre prefiere no introducir en ninguna discusión cinéfila, tal es la cantidad de adeptos de concita, los cuales no dudarían en olvidar lo que llegaron alguna vez a decir de películas netamente superiores, como LA PASIÓN DE CRISTO o APOCALYPTO, con tal de llevar la razón.
Saludos.

lunes, 14 de junio de 2021

Black Lives Matter #4


 

De no mediar el descomunal talento desplegado por Steve McQueen a lo largo de toda la miniserie SMALL AXE, lo normal sería considerar "Alex Wheatle" como una pequeña autoconcesión o regalo privado de artista a artista. El retrato del autor de "Brixton Rock" hubiese merecido o necesitado algo más de profundidad y cohesión, al menos para que los neófitos pudiésemos entrar con más facilidad en la intrincada circunstancia del escritor afrocaribeño, cuya agitada vida sirve como maestro de ceremonias para situarnos en los tremendos sucesos acaecidos en 1981 en Brixton. Hay que hacer un concienzudo ejercicio de imaginación para conectar la extrema sensibilidad de Wheatle, condicionada por su infancia en siniestros hogares de acogida, el descubrimiento de una comunidad negra que les es totalmente ajena y su posterior vocación literaria, tras una breve estancia en prisión y el decisivo encuentro con un rastafari genuino. Es decir, que el episodio es estupendo, bien rodado y con las cosas claras, pero su manera de transmitirlo no va a llegar a todo el mundo, y por ello queda como posiblemente el segmento más flojito, puede que por no arriesgar lo suficiente, o quizá por venir precedida de tres barbaridades tan inmensas. 
Saludos.

domingo, 13 de junio de 2021

Rincón del freak #460: La única película que yo podría hacer


 

LAST AND FIRST MEN es una película extraordinaria, o debería haberlo sido. Su autor, el músico islandés Jóhann Jóhannsson, falleció repentinamente a los 48 años en 2018, dos años antes de que esta extrañísima epopeya galáctica pudiese ser finalmente estrenada, gracias al impulso de sus colaboradores, y del cineasta Jacques Villeneuve, con quien había trabajado anteriormente. 
La película, no se hagan ilusiones, no ofrece batallas interestelares, ni monstruos del espacio, sino que nos sumerge en un futuro remotísimo, 2000 millones de años en los que la humanidad, tal y como la conocemos, ya hace demasiado tiempo que ha dejado de existir, y ha ido dejando paso a un ente colectivo, mentalmente conectado y dedicado en exclusiva a la meditación durante siglos y la comprensión del universo. Una raza aparentemente inmortal, que sin embargo está a punto de llegar a su fin, ya que han descubierto una anomalía en el sol, que hará inhabitable todo el sistema solar, aunque cabría la mínima posibilidad de Neptuno, el último planeta. Narrada por la actriz Tilda Swinton, la película combina orgiásticamente imágenes especulares de campos baldíos, cielos vaciados y estructuras que podrían remitirnos a tribus pretéritas, tanto como a civilizaciones del futuro, y que he descubierto que pertenecían a la antigua Yugoslavia del dictador Tito, lo que ha aumentado mi asombro. Más allá dela profecía apocalíptica, el film parece más bien un mensaje de conciliación, de conocimiento, una enseñanza de esos "últimos hombres" hacia los primeros, nosotros, con la esperanza de que no nos destruyamos antes. 
Les advierto. Pese a durar escasos 70 minutos, es una experiencia intimidante, y sólo recomendable a cierto cine contemplativo, incluso llevado éste a su máxima expresión. Sin actores, las esculturas y edificios brutalistas se tornan en nuestros únicos guías. Aún sigo dándole vueltas sobre si he visto una obra maestra o una estafa, así de rara es.
Saludos.

sábado, 12 de junio de 2021

El gran espectáculo de la vida


 

Hay películas, pocas, capaces de trascender su propia naturaleza, rebasar su gramática para repensarse en otra cosa indefinible e incierta. No sé qué tenía en la cabeza Jacques Tati cuando decidió rodar PLAYTIME, pero una cosa es segura, no es una película de 1967. Este desbordante fresco del hombre en su hormiguero, rodado con práctica vocación de entomólogo, aumentando el espectro de lo ya apuntado en sus obras anteriores, no es la película que aparenta ser. Ni sublimación del slapstick, ni crítica a los absurdos de los "tiempos modernos", ni tampoco el sarcasmo que de oblicuo no se ve venir. Lo que yo veo en PLAYTIME, lo que he visto cada vez que vuelvo a esta inclasificable maravilla, está magníficamente condensado en su coda final, esa que convierte el despertar de una ciudad en nada menos que un carrusel infantil. No hay una metáfora más desmitificadora que esa, sobre todo por los dos grandes bloques que Tati enlaza con anterioridad. En el primero, la arquitectura ultramoderna de edificios transparentes, se revela como una ineficaz red de jaulas idénticas, deshumanizadas, por donde todo y todos se confunden, sin que sepamos con exactitud qué diantres de propósitos es el que impulsa a esa marabunta teledirigida. A continuación, la mascarada prosigue en un restaurante de lujo, en realidad una chapuza construida a toda prisa, con la intención de rentabilizar al máximo la llegada de unos turistas a los que simplemente les da igual lo que les pongan por delante con tal de que sepan vendérselo. A todos los que defienden ese modelo de industria, les recomiendo que vean esta lúcida disección de miserias e incapacidades, aunque me huelo que, efectivamente, quizá no vean más que una comedia en la que hay mucho ruido, la gente se choca con cosas y las señoritas adoptan su papel servil. Otro apunte: como en el Titanic, la orquesta sigue tocando (de hecho, aumenta los decibelios hasta lo extático), mientras el barco se hunde, en este caso ese local prefabricado, donde las luces se funden, los techos se caen, las puertas se rompen en mil pedazos y las sillas despintan. Aun así, siempre habrá un americano, rico y borracho, que quede fascinado con la cutrez...
Yo suelo recomendársela a todo el mundo, pero son pocos los que me lo han agradecido, no sé si por haberse visto reflejados en algún rincón de sus inabarcables planos secuencia, que por cierto Tati exigió rodar en 70mm, con dos cojones...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

viernes, 11 de junio de 2021

Material impecable e insípido


 THOSE WHO WISH ME DEAD es un título adecuadamente farragoso para un film tan farragoso como éste. Farragoso, entiéndanme, en la medida de cómo se complica la vida, se engola, se relame en sus propias carencias, para terminar transitando un camino demasiado trillado para ser tenido en cuenta. Se nota que es un encargo, pero no cualquiera, un encargo con muchas cláusulas, algunas incomprensibles ¿De verdad era Angelina Jolie la actriz más indicada para este papel? Su rol, además de desagradecido, está sustentado por un par de pinceladas directamente sacadas de cualquier serie ochentera. Ella es la heroína involuntaria de este thriller cascadete para ser del mismo director de la magnífica WIND RIVER, pero la jugarreta proviene del spoiler continuo. Con un mínimo bagaje, se puede anticipar cada cosa que va a pasar a continuación, y eso que la narración pretende despellejarse de artificios, internarse en un discurso coloquial y accesible, y no alargando mucho la función. Hay una tensión descompensada entre la forma, impecable, seria, de añejo sabor eastwoodiano, y el fondo, que no es más que una anécdota que se va exagerando a sí misma a medida que se va tomando demasiado en serio. Prefiero que la vean sin contarles mucho de qué va, porque estoy seguro de que van a ir descubriendo los títulos anteriores de los que Sheridan va extrayendo su material, como aquellas "píldoras azucaradas"... Sólo les prevengo de que hay un incendio forestal que no da miedo, sino que parece rodado con transparencias...
Saludos.

jueves, 10 de junio de 2021

Ready next player...


 

Hacía una eternidad que no volvía a ver ExISTENz (permítanme la obvia licencia gramatical), película que entendí más o menos el año de su estreno, pero a la que he vuelto para zambullirme en su compleja y mordaz trama, nada menos que 22 años después. Y es que su precursora visión de las realidades virtuales, y de cómo éstas afectan decisivamente a nuestra propia percepción de la realidad (o lo que llamamos "real"), creo que cobra, hoy día, inusitada vigencia, y lo eleva como uno de los trabajos más lúcidos de Cronenberg, incluso como gran manual para comprender sus filias, fobias y obsesiones más recurrentes. Más allá de su chocante imaginería, en la que destacan toda suerte de artefactos que han de pasar por tecnológicos, pero que representan extraños "mecanismos biológicos", su laberíntica trama, que llega a rozar lo esquizoide, se mantiene atenta a los códigos de conducta de una sociedad fanática e intransigente. Por un lado, los adeptos de esa nueva realidad, conectada directamente en la espina dorsal de los "jugadores"; por el otro, una especie de terroristas, refractarios a traspasar dicho umbral cognitivo, y que se dedican a sabotear los encuentros de los primeros, capitaneados por la legendaria programadora Alegra Geller (una espléndida Jennifer Jason Leigh). Ésta, acompañada de un recién llegado que debe protegerla tras un atentado (un jovencísimo Jude Law), debe completar una críptica misión por ese mundo que ella misma ha ideado, tan sólo para descubrir(nos) que perderse en los meandros virtuales puede llegar a poner a prueba la cordura misma. Es en su poderoso y redondo desenlace, y sólo entonces, cuando la naturaleza de la historia consigue poner a prueba todo lo que hemos visto anteriormente, en un alarde de complicidad compositiva, y aderezado todo con un diseño de producción sobrio y altamente funcional. 
Una película que merece mucho la pena volver a repensar, y que de momento nos sirve para poner ya el punto y aparte al exhaustivo repaso a la filmografía del canadiense, que retomaremos en su próximo, postergado y esperado estreno.
Saludos.

miércoles, 9 de junio de 2021

Cubriendo expedientes


 

Acaba de estrenarse THE CONJURING: THE DEVIL MADE ME DO IT, tercera parte de la franquicia iniciada por James Wan hace algunos años, y que abunda en el, al parecer inagotable, filón de investigaciones paranormales, que suponemos comprenden casos reales, a los que ya cada uno dotará de la veracidad que le venga en gana, claro. En esta ocasión, el dueto interpretado por Patrick Wilson y Vera Farmiga han de enfrentarse a un caso controvertido, ya que se trata de un hombre acusado de asesinato, al que los Warren intentarán salvar de la pena de muerte demostrando que se encontraba poseído por un demonio. Si ya me conocen, entenderán que me salte toda la parte explicativa, dimes y diretes, porqués y recontraexplicaciones, e iré directamente a la película como artefacto audiovisual. Personalmente, creo que esta especie de saga lleva agotada desde la primera entrega, que actuaba supuestamente como un extraño nexo para que el propio Wan pudiese dotar de sentido su propio universo creativo. Ésta es un descarado homenaje a la insuperable EL EXORCISTA, pero sin exorcistas, con un ente diabólico que da más pena que miedo y apenas un par de descoyuntamientos articulares como escaso intento de sumergirnos en un terror que, al menos a mí, me suena demasiado como para sorprenderme. Tiene, de acuerdo, alguna escena bien construida, interpretaciones inquietantes (sobre todo un desaprovechado John Noble) y el respaldo de una producción cuidada con mimo. Pero no nos engañemos, se trata de un film absolutamente previsible, que sabe con exactitud a qué tipo de espectador dirigirse, y que puede ser calificado de cualquier forma, menos de rompedor. 
Se ve, luego se ve otra cosa, luego otra, y la vida marcha...
Saludos.

martes, 8 de junio de 2021

Saturación por acumulación


 

El cine del coreano Park Hoon-jung mantiene una curiosa constante, desde que filmara hace unos ocho años la majestuosa NEW WORLD. Era inevitable que tras los bandazos dados en unos títulos que no hacían justicia a su talento, probara una nueva inmersión en el cine de gangsters, tal y como éste es entendido en el país asiático. NIGHT IN PARADISE lo tiene todo para ser una gran película, y se esfuerza en ser original, no repetir fórmulas y aportar novedosos puntos de vista a un género que, de no cuidarse, corre el riesgo de caricaturizarse involuntariamente. El resultado, curiosamente, es fallido, farragoso, y con un error que la va a hacer ser olvidada en poco tiempo. Primero, es muy larga, y su amalgama de venganza épica, truculencia salpicante y coreografías por acumulación, sólo consiguen que nos acordemos de un puñado de títulos anteriores, como si de un extraño hall of fame se tratara. A lo largo de sus 130 minutos hay trazas de películas ya míticas, y que efectivamente iniciaron un camino con audacia y originalidad; ésta, sin ser un absoluto desastre, creo que sólo satisfará a los muy cafeteros del género. Al resto, donde me incluyo, les va a resultar un poco estomagante.
Saludos.

lunes, 7 de junio de 2021

Black Lives Matter #3


 

"Red, white & blue" vuelve a tensar la cuerda del racismo y sus derivantes, aunque en un sentido más individual, incluso íntimo. Steve McQueen nos cuenta la odisea interior de un hombre (estupendo John Boyega) atrapado entre dos mundos aparentemente irreconciliables. Con un expediente de estudios intachable, se prepara para ser médico forense, pero, en un cambio de rumbo radical, decide ingresar en la academia de policía. Así, la premisa fundamental de este tercer episodio de SMALL AXE se reconcentra alrededor del conflicto interno, que quizá hubiese necesitado mayor tiempo de desarrollo. Pese a contener momentos de alta intensidad dramática, su profunda reflexión queda ligeramente inconcreta en unos 80 minutos de ritmo irregular, y en los que el protagonista es el centro absoluto y vehicular de la historia. Es, no nos equivoquemos, otro afilado zarpazo a nuestras conciencias, y McQueen se apodera del discurso antiracista, despojándolo de cualquier tentación paternalista, desde los abusos sufridos por su orgulloso padre, hasta el disgusto que éste se lleva al conocer que su propio hijo va a formar parte del aparato que le reprime como ciudadano. Es, finalmente, un film que necesita más de un visionado, pues la sensación que queda es la de habernos perdido algo muy importante por el camino, quizá la clave de su compromiso identitario.
Saludos.

domingo, 6 de junio de 2021

Rincón del freak #459: Mi mayor terror es que un reggaetonero me diga "ya tú sabe"... y yo no sepa...


 

Una película de zombis que no da miedo. Una película de acción con gente que no para de hablar. Pensamientos en voz alta. Una película de Zack Snyder, que ya ha cogido carrerilla. Una película que ahonda en graves dilemas existenciales, como tigres zombi, mujeres zombi embarazadas, zombis que corren, zombis que se secan al sol pero luego ya no, y zombis disfrazados como el fantasma del paraíso. Zombis con las tetas fuera, y zombis que lloran y zombis que regentan harenes de zombis meretrices. Zombis para todos los gustos. ARMY OF THE DEAD, sin embargo, no es una película de zombis. ARMY OF THE DEAD es una película de atracos y de tiros, de puñetazos y de millonarios trabajando en hamburgueserías. Es una película con músculos y tatuajes y problemas paternofiliales. Muy Snyder todo. Y zombis a caballo, y zombis de mirada sospechosa, peinados con la raya al medio, bien afeitados, con el gruñido lagarterano como enseña de la postproducción de sonido que mola. Una película para que Daddy Yankee se coma las palomitas repantigado, y que Bad Bunny parezca René Marqués.
Una película para unirlos a todos. La idea de lanzar la bomba acaba por ser lo más lúcido.
Dos horas y media, y no sé si harán también la de cuatro horas. Quién sabe. Qué más da...
Saludos.

sábado, 5 de junio de 2021

Sobre lo que nos hace iguales


 

Si hay algo que deberíamos aprender del visionado de WOLFWALKERS, no es otra cosa que su hermoso mensaje de hermandad, de comprensión mutua y entendimiento al "diferente". Incluso a través de esa fábula que se arriesga a parecer ingenua, pero que se coloca finalmente en el lado más incómodo, para que experimentemos en primera persona qué significa ser cazador o cazado. El extraordinario film de Tomm Moore va mucho más allá del relato épico de aventuras, por supuesto, y hace hincapié en un abanico de valores que nunca tendríamos que haber abandonado. Es la historia de dos niñas que no comprenden el mundo que les rodea, cada una a su manera, en entornos diferentes, pero con una actitud rebelde y contestataria, alejada de un conformismo organizado, aceptado e impuesto a mayor beneficio de los miedos con los que el señor feudal administra las miserables vidas de sus siervos. Robyn es de origen inglés, y junto a su padre ha de escuchar el desprecio de los otros niños, irlandeses, mientras sueña con ser una gran cazadora, y no acabar fregando una cocina. Mebh es una wolfwalker, un ser mitológico que habita las profundidades del bosque; medio loba y medio humana, encarna una filosofía de libertad y respeto por el entorno, aunque eso signifique mantenerse siempre ocultos en una especie de bosque secreto. WOLFWALKERS habla de todo ello, y pese a desarrollarse en un tiempo pretérito, sus temas son actuales, y nos inquieren sobre fronteras, murallas, miedos, incertidumbres, y de esa invisible ignorancia, de la que sólo podemos salir siendo un poco más esclavos, aquí y allá...
Saludos.

viernes, 4 de junio de 2021

Caminar sobre globos


 

Seré escueto. NOBODY es una película escueta. He leído y oído por ahí alabanzas, casi todas provenientes de gente que suele cabrearse con el cine de acción. Como si de una extraña reconciliación se tratara, de vez en cuando surgen productos "a contrapelo", que mantienen vigentes las constantes del género al que se refieren, pero hurgan su posible originalidad en la huida del lugar común. Esta película, sintiéndolo mucho, lo parece, pero no "lo es". Y me explico: lo único medianamente genuino (y tampoco nos volvamos locos) es el personaje principal, interpretado por Bob Odenkirk, por lo inesperado de su odisea y por tratarse de un actor capaz de matizar lo que en otros menos dotados sería mera inexpresividad. A partir de ahí, la trama es descaradamente infantilista, incluso más que descabellada; y las conexiones con el mundo real de este extraño "verso suelto retirado" van arrinconándose no sólo figuradamente, sino directamente a la seguridad de un búnker geoestratégico. 
Es una tontería hecha por un señor que hace videoclips y que venía de indigestarnos con un POV mamporril hace unos años. Habrá a quien le entretenga, pero está hecha poco más que para ponerla de fondo de otra cosa. Poco más.
Saludos.

jueves, 3 de junio de 2021

Esbozos de lealtad objetiva


 

No me es sencillo aparcar al gran maestro (quién sabe hasta cuándo), tras este arrebato de meses en su compañía, por lo que decido ir a lo menos obvio y conocido. DECEMBER 7th es una curiosidad muy curiosa (valga la redundancia), y la constatación de que la propaganda, si está bien hecha, también se puede entender en los márgenes del cine. Ceñida durante décadas al despliegue visual que el gobierno de Roosevelt puso a su disposición, las imágenes bélicas filmadas por Ford y Gregg Toland siguen asombrando por la veracidad e intención de las mismas, sea en los cruentos bombardeos a Pearl Harbour o en la reagrupación y defensa del espacio hawaiiano. Muchos años después, hemos podido acceder a las imágenes que entonces el propio gobierno le censuró a Ford, y que componen la apertura y cierre del film. No es cualquier cosa implementar un elocuente discurso, muy crítico con las zonas oscuras de la gestión bélica, con el actor Walter Huston haciendo visible nada menos que al mismísimo Tío Sam, cuyos ingenuos ideales son rebatidos por un funcionario. O el estremecedor cierre, en el que Dana Andrews, por aquel entonces gran estrella, encarnaba a un soldado de marina, ya fallecido, que pasea junto a otro fantasma, un veterano del Marne, por un cementerio repleto de combatientes caídos. Plano secuencia que, de haber tenido la rúbrica de Bergman, ahora sería referencia de culto, pero que entonces se decidió ocultar para no minar la moral de las tropas...
Merece la pena rescatar esta joya tan olvidada, para aprender cómo se filma en mitad de una gerra mundial, y también para saber mirar en la dirección adecuada, la de los causantes en la sombra.
Saludos.

miércoles, 2 de junio de 2021

Los verdugos


 

NO ME IMPORTA QUE PASEMOS A LA HISTORIA COMO UNOS BÁRBAROS. La frase, entonada con toda la intención con la que un impotente se apropia de sus quince minutos de gloria en la historia de la humanidad, es también el título de la extraordinaria película de Radu Jude. La frase, ninguna tontería, la esculpió a sangre y fuego el infame almirante Ion Antonescu, mientras exterminaba a medio millón de personas en su propio país, a un ritmo que llegó a preocupar incluso a sus aliados (amos, sería más correcto) alemanes. La película, que da una vuelta de tuerca más a la coralidad desbordante del último cine rumano, con un pie en Berlanga y otro en Fellini, es, ante todo, un retrato incómodo, el de un país que, aún hoy, se resiste a restañar unas heridas tan profundas que sin perspectiva parecen otra cosa, el motivo de orgullo de una sociedad sin capacidad de juicio crítico, narcotizada por décadas de zarandeos políticos. La protagonista, Mariana (fabulosa Ioana Iacob), que comparte nombre con una famosa poetisa, es un bulldozer intelectual, una arrolladora artista conceptual que no se detendrá ante nada para poner en pie una gigantesca performance audiovisual que no omita ni un solo detalle del escabroso papel de Rumanía en la locura iniciada por Hitler. Es por ello, una película que muestra, pero que también pregunta, que escruta nuestros rostros tranquilos que no han conocido ninguna gran guerra, mientras aplaudimos las "soluciones" de esos falsos profetas que, de un tiempo a esta parte, han proliferado al amparo de una precariedad casi unánimemente aceptada. Salvapatrias del tres al cuarto, que vociferan como cántaros vacíos y pasan la mano por el lomo del indolente. Al final, sólo es una obra, una representación, pero que nos pregunta cómo queremos pasar a la historia, mientras nos arrastran a un patíbulo de cuerpos ajenos...
Extraordinaria.
Saludos.

martes, 1 de junio de 2021

Demasiadas cosas


 

Y en el extremo más alejado del cine de McQueen, de su manera de entender el contar las cosas, podríamos encontrar, por ejemplo (aunque serían incontables), al tándem Benson/Moorhead, "destinados" supuestamente a la renovación total de la ciencia ficción. Y sin embargo, su cine es viejísimo, no sólo no innova sino que se apoya en recursos dramáticos trillados. SYNCHRONIC es su última propuesta, una suerte de "giro definitivo" al tema de los viajes en el tiempo, que termina siendo lastrado por su propia incapacidad para combinar un relato fantástico con una realidad cotidiana. La premisa es simplísima, y nos habla de una droga sintética capaz de trasladar a quien la toma a un tiempo pretérito, en un viaje del que pocos vuelven intactos. Con la opción de desatar esos "límites temporales" y embarcarnos en una epopeya sensorial, los responsables de SPRING y THE ENDLESS, parecen querer fusionar ambas en un crisol más "auténtico". El resultado es frustrante, relegando los viajes a ínfimos insertos de realidad virtual, y trufando un metraje demasiado largo de diálogos que juegan a ser profundos, pero vistos de cerca no son más que una sarta de chorradas altivas. Me parece una película fallida, mal montada, y a la que no le hubiese venido mal un guionista con menos pavor al error sintomático. Es lo que suele pasar cuando te crees un autor total (en este caso dos) y piensas que tienes algo muy original que decir.
Extrañamente ramplona.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!