Nadie mejor que Frank S. Nugent para voltear un relato de parte a parte, sacudiendo cada molécula del mismo hasta hacer saltar remaches y dejar en manos de los mecanismos narrativos su coherencia interna. Lejos de lo que podríamos llamar un "crepuscular temprano", lo que Raoul Walsh pone en pie en THE TALL MEN es una persistencia de códigos, aferrándose a ellos cuando más parecen tambalearse. Comenzando un curioso juego de parejas intercambiables, todas recurren a un Clark Gable de una pieza, en ese arco que lo llevó de ser una gran estrella a un actor imponente. La primera es con su hermano, Cameron Mitchell como un joven atolondrado pero bonachón, con quien viaja en busca de fortuna desde su derrotado Sur hasta la fría Montana. La otra, interpretada por Robert Ryan, es la del ganador nato, calculador y práctico, al que desvalijan en un principio, para convertir en un improbable socio con el que trasladar una gigantesca manada de vacas de Sur a Norte, donde cuatriplicarán su valor. El elemento desestabilizador, sin embargo, es, por supuesto, una mujer. Jane Russell, cuyo desarmante atractivo sexual era explotado allá por donde iba, y aquí hace saltar por los aires amistades, fraternidades o contractualidades varias. Es un western largo, pero justificado, con un largo prólogo, una segunda parte más apesadumbrada por la aceptación del personaje de Gable que no podrá competir con el refinado hombre del Norte, y un panorámico y espectacular final, haciendo honor a un Scope maravillosamente dibujadopor un director que encaraba la recta final de su carrera con una energía que pocos coetáneos poseían. Cosas de titanes...
No sé si es el mejor western de su autor, pero por ahí anda.
Saludos.
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