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sábado, 5 de septiembre de 2015

Comida rápida



El Tigre somos nosotros. Los que no sonreímos desde un cuadrado, ni caminamos evitando el contacto. Somos los que abrimos las calles y enchufamos los árboles para que los pájaros canten cada mañana. A veinte kilómetros de nuestra casa, el "evento"; al lado, licenciados color tulipán que maquean asfalto y fibra óptica. El que llama a nuestra casa no nos conoce, no es nuestro amigo; nuestro amigo es el que otro nos dice que es nuestro amigo. Es el tiempo de los intermediarios; mata a un niño y gobierna Europa; elimina a un intermediario y te enviarán a Papa Legba para cobrarte en libras de carne. El Tigre no se vuela la cabeza, ni desayunará tortilla de Seconal; tan sólo le molesta una cosa: que nadie aprecie aquellos recuerdos secretos que lleva años almacenando en los pliegues de sus arrugas.
Cuando es hora de los cazadores, ¡salvad al tigre!, grito yo. Y ese grito debe oírse por alguna razón, aunque ahora mismo no se me ocurre ninguna...
Saludos.

domingo, 12 de junio de 2011

Alumnos y maestros #7: "Dar sera, pulir sera"


Hombre, yo creo que no podía terminar este serial sin un símbolo que haya perdurado en nuestra memoria colectiva de una manera realmente poderosa; lo llamamos bombazo comercial, y suele tener poca trascendencia en cuanto a la cosa esa del arte, pero le da gustillo al personal y entretiene en épocas tan calurosas como la que ahora comienza. El fotograma de arriba no lo pondría Crowley jamás de los jamases en su concurso, es un instante tan sobado de la historia del cine que me juego un dedo a que lo conoce hasta nuestro abuelo el del pueblo. Sí, evidentemente se trata del mítico combate final de THE KARATE KID, donde más que la técnica de la grulla o la cara de Milikito de Ralph Macchio, lo que molaba de verdad era ver al joven Larusso estafado literalmente por el genial señor Miyagi; le pintaba la valla, le pulía el coche y hasta le espantaba las moscas con unos palillos... Brutal. El señor Miyagi era un antiguo combatiente japonés con morriña por su tierra y por su esposa con afición por los bonsáis y que además sabía Kárate, esa cosa que antes de los setenta no le interesaba a nadie y que en los ochenta ya hizo un daño irreparable a nuestro concepto de estética. No hay más que echar un vistazo a los malos de la peli, "Los Cobras" me parece que se llamaban, que iban todo el día con kimonos y cintas en la cabeza y lesionando incluso a los de su escuela bajo la atenta mirada de su adiestrador, que parecía un marine salido de RAMBO... También descubrimos a la tiernecita Elisabeth Shue antes de meterse a meretriz en Las Vegas; por no hablar de la técnica sanadora "Reflex frota-frota", que consistía en calentarse las manos hasta la temperatura de un carbón incandescente y colocarlo sobre el miembro lesionado... (supongo que Mourinho tomaría nota de esto). Convertida en mito de nuestra atormentada adolescencia, porque a nosotros también nos tocaban los cojones los macarras, THE KARATE KID arrasó en taquilla y luego en los videoclubs y dvdstores; actualmente la gente prefiere al capullo de Will Smith pero Daniel Larusso siempre tendrá un lugar en nuestros corazoncitos... Snifffff...
Sayonara...
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!