viernes, 31 de diciembre de 2021

Del mix energético


 

Se acaba el año, seguimos igual, o peor. Escribimos y vemos cine. Nos sentimos sin tocarnos, porque quieren hacer de esta generación (y no lo lograrán) una generación de autómatas sin emociones verdaderas. Una guerra une, una pandemia separa, y un pensamiento lo pone todo en su justo lugar. Una película como THE ELECTRICAL LIFE OF LOUIS WAIN puede que sea el mejor ejemplo para explicar lo que nos lleva pasando desde hace casi dos años, pero me temo que van a tener que pasar otros tantos para poder entender este extraño biopic, que yo recuerde, el más extraño que he visto últimamente. Reconozco no conocer quién era Louis Wain, porque no suelo interesarme por gente que dibuja gatitos, por bien que los dibuje; y la redimensión de este singular personaje pugna por salirse de ese encuadre tan constreñido, y lo logra a medias. Es esta una película con un montaje digamos que discutible, unas interpretaciones en las que parece que cada actor tenía un director diferente, y un tono general que va mutando a toda velocidad, como si hubiese que abarcar mucho terreno en poco tiempo. Durante la primera parte del film, lo de los gatos no tiene peso ninguno, y Louis Wain pasa de ser un bohemio asombrado a un enamorado impenitente; y cuando aún queda una hora de película, zas, todo eso se acaba y nueva vuelta a empezar. Ya digo, su montaje y concepción son agotadores, y es una lástima porque Benedict Cumberbatch está absolutamente increíble componiendo un personaje de múltiples aristas. La fotografía es espectacular; la música es de lo mejor que se ha hecho este año pasado, y el vestuario y decoración son de un gusto detallista exquisito. Pero no, hay algo en el tono general que rechina y la deja como una curiosidad que no tienes ganas de volver a ver. Ya veremos...
Saludos.

jueves, 30 de diciembre de 2021

El otro mundo


 

Pero la de ayer, efectivamente, provenía de otra cosa, un exótico film noruego que, contra todo pronóstico, logró meterse en las nominaciones a los oscar de habla no inglesa de 1987. VEIVISEREN, vista hoy, y pese a sus defectos, que los tiene, abrió muchos caminos a un modelo de producción europeo, austero pero jubiloso, que no renunciaba al entretenimiento como vehículo narrativo. La diferencia entre ambas es evidente, y mientras la norteamericana incidía en ese "nuevo mundo", virgen y posteriormente mancillado, el film del entonces debutante Nils Gaup es una concisa fábula acerca de los ciclos vitales, y cómo estos se ven amenazados por lo desconocido. En el hermoso y desolado paisaje de la Laponia del siglo XII, se nos narra el devenir de una tribu apacible, que ha de luchar contra unos extranjeros, una especie de pueblo guerrero y sanguinario, cuyo misterioso origen supone el gran punto fuerte de la historia. Es encomiable el esfuerzo de producción, y lo bien que quedan resueltas algunas escenas, teniendo en cuenta que estamos en la era predigital; por contra, hay una comprensible rigidez cuando el relato ha de avanzar, pero en cualquier caso es un film estimable, y que no viene mal traer aquí en estas fechas. Por lo que sea, ustedes saben...
Que tengan todos una buena entrada de año.
Saludos.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

El nuevo nuevo mundo


 

Tampoco quiero preguntarme qué me ha hecho revisar otra vez PATHFINDER, una película que dormía el sueño de los justos en mi memoria, y de la que me acordé casi anecdóticamente una tarde de esas que yo denomino extrañas. Estamos ante un film cuyo principal calificativo sería irregular, sobre todo por el descompensado equilibrio entre su estética y su narrativa; y no porque su historia no sea interesante, sino porque Marcus Nispel (revisen su filmografía y comprenderán) no consigue la brutalidad que sería deseable, y ésta queda suspendida en una colección de postales rimbombantes y vacías. Ahora bien, como genuino blockbuster, PATHFINDER cumple sobradamente; casi dos horas de horror vacui, entre paisajes endemoniadamente recargados, personajes que apenas llegan al monosílabo y una trama que sólo tiene sentido si decidimos dejar de pensar sobre inconvenientes de coherencia, y nos embriagamos con los hachazos, mutilaciones y demás delicias. Yo la veo como una hermana muy menor (disminuida) de CONAN (remito al director nuevamente), porque es absurdamente inútil conflagrar lo que sólo puede exhibirse desde precisamente el exhibicionismo. Y, sí, habla de cómo los vikingos llegaron cinco siglos antes a lo que después sería América, aunque más que físicamente, aquí parecen viajar metafísicamente. yo me entiendo...
Perfecta para un día de resaca.
Saludos.

martes, 28 de diciembre de 2021

Oposiciones a amigo del alma


 

El segundo Goya de Verónica Forqué fue consecutivo, en LA VIDA ALEGRE, de Fernando Colomo. Una película que el tiempo no ha tratado tan mal como cabría presuponer, dado su descarado carácter de "españolada" oportunista. En mitad de la fiebre del "póntelo, pónselo", a Colomo se le ocurrió organizar una comedia de enredos muy enredados, con el telón de fondo de una clínica especializada en enfermedades venéreas; justo en los estertores de la movida, e introduciendo sin ambages una sociedad que cambió la improvisación carnavalesca por la celebración del arribismo económico. Y curiosamente funciona, porque es el terreno en el que su director siempre se ha movido con soltura, el de la anarquía compositiva, o cómo introducir elementos aparentemente deslavazados, cuando cada escena está perfectamente meditada y conscientemente estructurada. Forqué se entiende a las mil maravillas con Antonio Resines, y su matrimonio es la puerta de entrada a multitud de secundarios, que trufan a toda velocidad la narración de chispazos, casi gags. 34 años después, nos puede chirriar su frivolidad impertinente, aunque no seríamos justos, porque hoy día parece imposible que la mujer de un alto cargo del Ministerio de Sanidad se codee con putas y heroinómanos, y mucho menos que lo haga con bondad genuina. Sí, es muy estrafalaria, pero desde luego no es nada cínica.
Saludos.

lunes, 27 de diciembre de 2021

El final de la ilusión


 

L'EFFONDREMENT es una miniserie de 8 capítulos, que se realizó en 2019, y luego nos pilló con el pie cambiado, porque increíblemente parecía anticipar, al menos en parte, lo que habría de suceder a principios del año pasado. Se trata de ocho planos secuencia (la duración oscila entre los 20 y los 30 minutos), en los que se va detallando las catastróficas consecuencias de (y oigan bien) el colapso de nuestra civilización tal y como la conocemos. No se ahonda en si la causa fue energética, climática, pandémica o de otro tipo más intrincado, pero lo que importa aquí es el después, y cómo el hombre regresará, irremediablemente, a un estado cuasi primitivo, impotente para reactivar una sociedad mínimamente sofisticada. El arranque, espectacular, apenas es un atisbo, y muestra a unos jóvenes en el segundo día del colapso, intentando hacerse con víveres en un supermercado para marcharse lejos, aunque en apenas esos dos días ya hay escasez, las tarjetas no funcionan, y de hecho casi importa menos el dinero que un posible trueque. A cada capítulo, avanzaremos unos cuantos días más en este estado crítico, y seremos testigos de la defensa a pistola de una gasolinera, la creación de una comuna que refleja las inseguridades y desconfianzas, o la desesperada huida en barco de un personaje al que veremos en el último y desgarrador episodio. Prescindiendo de cualquier tentación orgiástica, el desenlace es en sordina, yendo precisamente a unos días antes del colapso, y congelando las expectativas del espectador medio, que se ve a sí mismo consumido por los programas de entretenimiento, mientras lo que siempre conoció como "vida" se desmoronaba poco a poco...
Maravillosa serie. Espeluznante, terrorífica serie.
Saludos.

domingo, 26 de diciembre de 2021

Rincón del freak #487: Dr. Notafreud informa


 

En estas fechas tan entrañables, no se me ocurre nada mejor que repasar ese baúl repleto de títulos de la catacumba, aunque sólo sea para encontrarme con cosas tan curiosas como FANTASM, debut en la dirección, allá por 1976, de un joven Richard Franklin, director que luego desarrolló una carrera bastante más sólida de lo que este inocentón softcore podía hacer prever. Rodada en australia, se trata de un compendio (bastante sui generis) de las fantasías más recurrentes en el mundo del sexo. Con el hilo conductor de un descacharrante John Bluthal, encarnando a una especie de terapista sexual desatado, se va dando entrada a diferentes posibilidades, como el sexo en grupo, las fantasías madre e hijo, el supuesto deseo de las mujeres a ser violadas, los cultos satánicos o hasta dejarse meter mano por el peluquero. Con un tono desenfadado, no está tan mal hecha como cabría suponer, y tiene momentos francamente divertidos, como el de una prostituta que va recibiendo clientes sin parar, convirtiendo su casa en una especie de camarote de los hermanos Marx. Entonces el sexo era sinónimo de diversión, y así ocurre en esta gilipollez supina, que se ve, sin embargo, con una sonrisa casi de incredulidad.
Saludos.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Aquellos horribles años


 

También se murió Almudena Grandes, de la que nunca fui devoto lector, pero en cuya literatura me introdujo una chica muy especial hace muchos años, porque ella sí lo era, especial y devota. La escritora madrileña, que siempre aspiró a "continuar" en forma alguna la obra galdosiana, mejoró su prosa exponencialmente desde sus primeros libros, curiosamente los más vendidos aún. Mezcla de erotismo ingenuo, generacional, y tibiísimo ángelus corporativo de una España intuyo del moribundo dictador, les aseguro que la película es mejor, porque Bigas Luna sí era de enseñar coños y pollas, y no disfrazarlos de miniatura sanguijuelera. LAS EDADES DE LULÚ era una novela tontorronilla, de impacto federalista, pero escaso jaleo semántico; aunque ignoro si se trataba de una venganza roja contra los yuppies y sus amoralidades de Venca (catálogo de). La película, insisto, tiene su gracia, haciendo pasar a la pavisosa de Francesca Neri por Lolita acuartelada, que se abovinaba los canesúes por aquella mezcla enlatada de afrancesado y castizo que era Óscar Ladoire, convertido aquí en joven verde que se va a Filadelfia tras rasurar los bajos de la ninfa, para después volver y continuar las perversiones desde el mucho más respetable púlpito matrimonial. El director catalán, acostumbrado a banquetes aún más jugosos, le pone de su cosecha, yendo un poco más lejos en la famosa escena final, una de las primeras en las que descubrimos a un tal Javier Bardem, y que aun así mantiene cerca la anilla del paracaídas. Una película, en fin, que fue muy polémica hace treinta años, pero que ha envejecido regular, y que hoy día puede verse hasta con un poquito de ternura, ignoro si es porque nos hemos convertido en seres insensibles, o porque tampoco era para tanto. A ella, sin embargo, la echaremos de menos, porque ya parecía como de la familia...
Saludos.

viernes, 24 de diciembre de 2021

¿Feliz?


 

Concluimos (de momento) el extenso periplo que nos ha llevado a lo largo y ancho de un festival de Sitges, que en general ha cumplido las expectativas, y ha sido capaz de marcar una especie de deriva hacia la que podría decantarse el cine de género en los próximos años. Y lo hacemos con la ganadora, LAMB; debut del islandés Valdimar Jóhansson, y perfecto compendio de muchas de las obsesiones que han sobrevolado el festival. LAMB es una película que exige paciencia, pese a que su trama es sencilla, pero sus ritmos pausados, casi contemplativos (de hecho, produce Béla Tarr), y la morosidad de su planteamiento, puede llegar a resultar exasperante para un espectador que espere emociones más fuertes. Es un film eminentemente reflexivo, que prefiere sugerir a mostrar, aunque cuando decide ser explícito lo es sin medias tintas, y no duda en mostrar frontalmente lo que casi parece una broma de montaje. De su argumento es mejor no desvelar casi nada, y acaso señalar que estamos en una remota granja islandesa, donde un matrimonio atiende los quehaceres diarios, especialmente su rebaño de cabras, al que cuidan con devoción. Sin embargo, un extraño acontecimiento hace que sus inalterables vidas se tambaleen, replanteándose sus convicciones íntimas, y llevándolos hacia un desenlace inesperado. Sin ser un film especialmente solemne, e incluso con furtivos ramalazos de humor, lo único que se le puede achacar a esta estupenda ópera prima es que, aun con esa carga de sorpresa, se le ve venir el leit motiv a poco que uno esté mínimamente atento. Reconozco que la película es efectiva, nada aburrida, y bastante más osada que otras más evidentes, pero me mosqueó un poco lo que acabo de señalar; primero, sucumbir a la tentación de jugar a desvelar su desenlace, sólo para, increíblemente, sonreír ante el pleno... Osadía por encima de la inventiva, puede ser.
Saludos.

jueves, 23 de diciembre de 2021

Rodar en la niebla


 

Y así, llegamos al último título dedicado a Mario Camus, el que fue su último film también. Filmada ya con 72 años, EL PRADO DE LAS ESTRELLAS es una película fallida, mal montada, discretamente interpretada, y con el escaso aliciente de algunas escenas de ciclismo, deporte que fue una gran pasión del santanderino. De nuevo vuelve a ocurrirle, Camus quiere contar demasiadas cosas, establecer lineas narrativas que están demasiado alejadas unas de otras, como para obtener una historia sólida y significante. Por un lado está Alfonso, un señor mayor que visita a Fernanda en una residencia, ya que fue la mujer que le cuidó cuando se quedó huérfano. A Alfonso se le aparece un joven en bicicleta, Martín, al que le adivina cualidades, que sin embargo habrá que pulir. Por otro lado, está la hermana de Martín, que trabaja en la residencia e inicia un romance con un restaurador de motos, aunque espera la visita inminente de un antiguo amor. La señora Fernanda, ha elaborado un testamento en secreto, donde deja una importante cantidad de tierras a Alfonso, en vista de que sus familiares jamás se han preocupado de ella; hecho éste que desencadena una serie de acciones legales contra el inesperado beneficiario. Así las cosas, quiero creer que hay una historia muy bienintencionada aquí, ensalzando a quienes se preocupan por los demás, no por lazos familiares, sino por que de alguna manera continúen sus labores cuando ya no estén. Podría ser eso, pero el resultado es decepcionante para un director tan laureado; una especie de culebrón sin tiempo para desarrollarse, con demasiadas escenas sobrantes y, ya digo, un estupefacto reparto, a cual más antinatural. Una lástima, porque hay destellos de simbolismo detrás de cada historia, pero o no se quiso o no se pudo hacer mejor.
Saludos.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Teatro de variedades


 

Como no podía ser de otra manera, el toque navideño en Sitges lo puso SILENT NIGHT, irregular debut de Camille Griffin, que no termina de encontrar el equilibrio justo en una historia que, de todas formas, me parece difícil de conciliar sin un desbarre continuo. Sin querer desvelar mucho de un argumento del que vamos enterándonos con rechinante morosidad, asistimos a una típica cena navideña en familia, solo que todos son conscientes, por motivos que les son ajenos, que en realidad será su última noche en la Tierra. Así, vamos conociendo a los personajes, sus cuitas personales y la sorna con la que afrontan un trago tan amargo, dejándose llevar por una súbita necesidad de ser francos unos con otros. Sin embargo, no hacía falta un marco apocalíptico, creo, para haber desarrollado un poco más las sucesivas intrahistorias, que apenas rascan una superficie que intuimos podría haber sido más interesante. Vendría a ser como una versión más modesta y accesible de MELANCHOLIA, sin el tremendismo de von Trier, y con un humor británico que puede llegar a irritar, pues no se corresponde la terrible amenaza con según qué comportamientos. Es, finalmente, una comedia negra, sí, pero para nada desgarradora, más bien repleta de explosiones controladas, la mayoría inocuas. Tampoco el reparto ayuda, y se ve descompensadísimo, con una estupenda Annabelle Wallis comiéndole la tostada a Keira Knightley, o el joven Roman Griffin Davis replicando con mayor enjundia que sus compañeros adultos. Una película curiosa, entretenida, no demasiado larga, pero que no supone ningún tipo de cataclismo, aunque de ello vaya.
Saludos.

martes, 21 de diciembre de 2021

Las represiones



Y se murió Verónica Forqué, y una vez más me doy cuenta de la asquerosa mezquindad de según qué personas. Aunque me da igual, el recuerdo es el recuerdo, y a esta magnífica actriz siempre la llevaremos cerca, y con orgullo de haber sido uno de esos rostros imborrables durante varias décadas. Verónica Forqué hizo cosas muy importantes, como por ejemplo ganar cuatro Goyas, nada menos. Y luego decía que ni sabía dónde los tenía, o que los había regalado; y tampoco iba a las galas, porque no paraba con el teatro, que Verónica Forqué era, sobre todo, actriz de teatro. Su memoria está a salvo, en sus películas, en cómo y cuánto la hemos disfrutado, con su sonrisa entre ingenua y cautivadora, de niña grande, o de mujer chiquitita. Aunque era muy grande Verónica. Y el primer Goya lo ganó con EL AÑO DE LAS LUCES, donde Rafael Azcona se despachaba a gusto con las hipocresías y represiones de posguerra, contando la historia de Manolo, al que llevan a un sanatorio para que se cure de tuberculosis, y donde descubre que la única enfermedad es la que le provocan las mujeres que allí se va encontrando. Como un Don Juan precoz, Manolo se hace mayorcito y quiere mirar, tocar, sentir; mientras a su alrededor el día a día se dispensa entre misas, confesiones, brazos levantados y la represión impuesta como un yugo invisible, que debe horrorizar a quien simplemente siente la vida con normalidad. Era una buena película, de cuando Trueba aún tenía cine bien contado, y donde Verónica interpretaba a una pobre mujer, de la sección femenina, a la que quizá sólo le faltaba un poco de calor, aunque viniese de un muchacho aleladillo y con cara de pasmado. Y quién no hubiese querido abrazarla también...
Saludos.

lunes, 20 de diciembre de 2021

El relato soñado


 

Qué oportunidad se le ha escapado a Edgar Wright para haber hecho saltar la banca. No tengo más remedio que verlo así, aunque es un vaso que en absoluto está medio vacío, y que de hecho es de lo mejorcito a lo que uno puede enfrentarse hoy día en una sala de cine (remarco esto último). LAST NIGHT IN SOHO tiene un montón de ases ganadores, pero no va con todo, sino que prefiere hacer la jugada que no le hará perder, pero tampoco saltar la banca. Cualquiera de sus muchos puntos de vista es válido, y por sí solos son esplendorosos momentos de gran cine, incluso uno que ya no se lleva, pero que todos decimos que es el bueno. Si Wright hubiese decidido dejarnos a merced de ese "otro lado del espejo", en el que se embarca su joven protagonista (excepcional Thomasin McKenzie), habríamos disfrutado de un embriagador, fragante paseo por un Londres que se ha idealizado hasta la extenuación, pero que por supuesto tenía bastantes sombras, casi todas expuestas en la otra protagonista (una no menos espléndida Anya Taylor-Joy), en un alarde de cómo mostrar un mundo (como diría Zweig) que quizá sólo existe cuando cerramos los ojos. El film cuenta la llegada de Eloise (ni siquiera el nombre es casual) a Londres para estudiar diseño de moda, aunque, enamorada de aquel swinging London, la ciudad es casi un shock emocional, y mucho más cuando, al cerrar los ojos cada noche en su cuarto alquilado, y con el neón de un bistró, se traslada literalmente a esas frenéticas noches en el Soho. Es en esos sueños, tan reales, donde sobresale la presencia de Sandie, una ambiciosa joven capaz de todo por triunfar, aunque esos sueños (sueños dentro de sueños...) siempre tienen un lado amargo. El reto de Wright es conjugar tantos puntos de vista, desde el suspense o el thriller, hasta el terror o el puro revival; a costa de abandonar su sardónico sentido del humor, pero encontrando la posibilidad de magnetizar dramáticamente algunas escenas, como una especialmente poderosa interpretada por el gran Terence Stamp. Una película imperfecta pero honesta, que arriesga menos de lo que podría, pero que nos abre ante un director que de ningún modo se conforma con reverdecer viejos laureles, y sí homenajear a ese cine que esperemos tarde mucho en desaparecer.
De lo mejor que se vio en Sitges.
Saludos.

domingo, 19 de diciembre de 2021

Rincón del freak #486: El milenarismo va a llegar


 

Y bueno, ya que estamos en plena temporada lynchiana, imaginen qué pasaría si al genio de Missoula le diera por meterse de cabeza en la industria del porno. Yo me pregunto en este caso ¿temblaría el creador de TWIN PEAKS o lo harían los productores del cine para adultos? Es mucho elucubrar, pero no deja de ser una posibilidad más propia de esos universos paralelos que tanto le gustan. Lo más parecido que he visto es una especie de broma o experimento (o qué sé yo), que atiende al título de FINAL FLESH, y que es mucho más interesante como intención que como película, porque esto último me deja bastantes dudas de que lo sea. Y es que resulta que unos tipos que hacen programas infantiles en la tele por cable americana, se cuelan en varias productoras pornográficas y, en mitad de los rodajes, pillan a los actores y actrices que estén por allí y les dan un guion a quemarropa, sin ensayar nada. El resultado es una serie de insertos improvisados, con estos tipos totalmente descolocados de sus quehaceres habituales, y dando forma (es un decir) a una especie de conspiranoia onírico-filosófica, con el gobierno detonando una bomba nuclear y esta gente disertando sobre religión, política, poesía y otras mierdas trascendentales que no se entienden. Y sí, sale gente desnuda, supongo que por la costumbre, pero haciendo todo lo contrario que deberían; leen libros, recitan, comen, beben y parecen sacados de una obra de Beckett. Todo muy rudo, muy bestia, con los apuntadores susurrando y los cámaras saliendo en plano. Ahora, que venga Lynch y lo supere...
Bizarrada, pero de las buenas.
Saludos.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Unos cuernos mal usados


 

Hablemos claro. ANTLERS es una película muy mosqueante. Por lo mal gestionados que están sus recursos, por lo de Guillermo del Toro (a mí me cansa), o por un guion que me da en la nariz que se ha ido reescribiendo a partir de la historia original. Lo primero que pienso, en apenas media hora, es en que está muy bien hecha, pero lo que cuenta es la misma gilipollez de siempre; síntoma de estos tiempos, se puede estar tirando por el sumidero a toda una generación de buenos cineastas, tan sólo por las incomprensibles cuotas de mercado. Está pasando, sobre todo, con el cine de género, donde se está comprobando la incapacidad de las productoras para sintonizar con la realidad, y acaban facturando más papilla visual, llevándose por delante a directores con vocación de autor. Es lo que vengo llamando "el director dirigido", y que aquí parece demasiado evidente como para que un puñado de buenas actuaciones pudiesen sostener una tontería que va dando más vergüenza ajena, a medida que se le nota a los actores el "in it for the money". Para que se hagan una idea (y sin desvelar nada): una maestra de secundaria, solterilla, de mediana edad, que vive con su hermano (sheriff atiborrado de donuts) y arrastra el impepinable trauma infantil (narrado con ecos y autotune), es capaz, ella solita, de desentrañar una serie de misteriosos crímenes, salvar de la indigencia a un pobre chavalín y acabar a golpe de arte marcial (o algo así) con un mito que los indios nativos temen desde tiempo inmemorial... Yo, francamente, teniendo a Keri Russell y Jesse Plemons como protagonistas, me hubiera centrado en los cuernos, habría salido una comedia de enredo generacional la mar de chula. Pero díganle eso a la Searchlight... y a del Toro, claro...
Saludos.

viernes, 17 de diciembre de 2021

Los datos


 

Historia de una cronología necesaria, imperativa, insoslayable. El universo TWIN PEAKS cobra sentido contado a la inversa, o jugando al despiste para, más tarde, contarle al espectador que no estaba preparado para dicho universo. Más datos: no se puede ver FIRE WALK WITH ME antes de la serie, ni tampoco por separado, sería ridículo. No, primero hay que ver el despiste, cómo la serie abandonaba a su creador, o cómo éste se convertía en el demiurgo total, controlando el resultado incluso sin intervenir. FIRE WALK WITH ME es una película alucinante, puro Lynch, más puro que nunca, manejando desde la sala de máquinas, despojando de toda razón comercial a los directivos que se empeñaron en el culebrón, mostrando exactamente qué diablos había ocurrido antes de ese maravilloso episodio piloto, marcando algo que muy pocas veces se ha visto en una pantalla: la desestructuración de la historia como único método posible para explicarla. Y aún más, Lynch manosea a sus personajes sin deberles nada, otorgando a Laura Palmer (el McGuffin más importante de la historia de la televisión) el centro gravitatorio de su propia circunstancia. Y más aún, el film comienza absolutamente cinematográfico, repleto de inventiva, emulando a la serie desde un suceso similar, pero con el eje narrativo dislocado; otros personajes, otro universo. Y de repente, Lynch comienza a introducir sus peones, vamos sintiendo cómo la serie va tomando la narración, tan sólo para indicarnos que "esto" era lo que el creador querría haber mostrado, pero no lo dejaron. En un preámbulo largo, masticado, extraño, llega toda la segunda y excepcional mitad del film, con algunas de las escenas mejor rodadas por Lynch, como la del bar (terrorífica), que casi hay que descifrar en lenguaje de sordos, o las pertenecientes a la casa de Laura Palmer (aún más jodidas de ver), que suponen ya un escupitajo en toda regla al culebrón y sus insignificantes tramas secundarias. Todo lo que ofrece esta película es un aluvión de datos, sin insultar nuestra inteligencia, con generosidad y maestría, erigiéndose como un desmoralizante retrato del triunfo del mal... o así debía parecerlo.
Sorprendentemente magistral.
Saludos.

jueves, 16 de diciembre de 2021

Buscarse el rabo


 

LA PLAYA DE LOS GALGOS es como uno de esos paseos que uno da sin ganas, como obligado a salir del sofá y habitar el asfalto, enfrentar escaparates o pelar la pava con los olores de los ultramarinos. No sé si seguirán existiendo los ultramarinos, pero sí parecen existir guiones ensimismados de sí mismos, seguros de que todo les va a salir rodado por inercia; como un paseo, sí, a ninguna parte. Demasiadas mezclas, demasiados tonos, demasiadas improbabilidades para que instemos a lo creíble, o que al menos haya un lucimiento de contornos. Y es que hay que hilar muy fino para encajar a un ex-etarra que quiere salirse de la banda, su hermano panadero, una misteriosa mujer que va vestida de femme fatale y un psiquiatra argentino que opera en Dinamarca. Y lo digo sin sorna, porque yo a Mario Camus siempre le he tenido mucho respeto, pero lo suyo no ha sido nunca hilvanar lo estrambótico; su cine, sobrio, clásico, sin aspavientos, se ve desnaturalizado en el momento que la trama ya no se hace cómplice, sino que brinca arbitrariamente. Todo esto ocurre en un film bien filmado, que puede mantener el interés unos tres cuartos de hora, pero que dura demasiado para lo pronto que empieza a desmoronarse su extraño thriller costumbrista. 
No ha envejecido bien, y aún no tiene 20 años.
Saludos.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Magro pero poco hecho


 

BARBAQUE podría contener el discurso más ácido y atrevido de toda la sección oficial de Sitges, de no ser que su directo desprecio a todo lo que huela a corrección política se vea lastrado por la inevitable sumisión a las claves de la comedia física, por mucho que ésta sea negra negrísima. Tampoco es necesario ocultar mucho de su trama, que queda desvelada muy al principio de su (ahí sí, acierto) escueto metraje. Vincent y Sophie tienen una carnicería, de las que en Francia llaman "de prestigio", pero su distanciamiento matrimonial afecta al pequeño negocio, y su clientela les va abandonando por, por ejemplo, superficies más grandes y baratas. En un golpe del destino, y cuando parecen tocar fondo, un grupo de activistas veganos les destroza la tienda, y Vincent mata a uno por accidente. Buscando la manera de deshacerse del cuerpo, la pareja decide descuartizarlo y, en una decisión cuanto menos bizarra, venderlo como si de un jamón curado se tratara. La gracia está en que el éxito es instantáneo, y parece que la gente demandaba carne humana... y nadie lo sabía. Comienza ahí una carrera criminal (siempre en clave un poco bufa), que les hace frecuentar círculos veganos, haciéndose pasar por activistas, ya que profesan una especie de rencor irrefrenable hacia la creciente "moda" de quienes tratan a la gente que consume carne como criminales. Efectivamente, la metáfora es gruesa, mucho, y en ocasiones cuesta no pensar en comedietas subrayadas de otros tiempos, pero aun así tiene algunos golpes ingeniosos, una pareja protagonista muy carismática y ese puntito socarrón y cabroncete, que a los franceses les sale cuando dicen que te están contando un chiste.
Entretenida.
Saludos.

martes, 14 de diciembre de 2021

En los límites de la ficción


 

TWIN PEAKS, más que una serie de televisión, fue una conmoción, un suceso que habría de conmover los cimientos aparentemente inamovibles de la ficción, de cualquier naturaleza, pero que se aprovechó del formato serial para tenernos unos 30 años con las mismas preguntas, y por supuesto ninguna respuesta. Mi recuerdo de aquella emisión original (de cuando tele5 era aún una cadena normal) había oscilado de la fascinación inicial a un consecuente y progresivo desinterés, por verla a salto de mata, y, claro, por la deriva que tomó la eternizada segunda temporada. Aquello fue un hype, un chicle estirado hasta lo insoportable, aunque siempre se intuía ese motivo principal, la excusa argumental que hacía mover ese enjambre de personajes, situaciones y tonalidades, tan diferentes, tan homogéneas, formando parte de un guiñol en el que costaba trabajo situarse. Decidí hace unos meses tomármelo en serio, ver la serie en riguroso orden cronológico, y esperar que se obrara el milagro de que aún ese espíritu, telúrico y zigzagueante, hubiese sobrevivido a estas tres décadas en las que la ficción televisiva tanto y tan bien ha cambiado, aunque gran parte del mérito se encuentra en esta serie. Se ha hablado y escrito muchísimo de ese episodio piloto, dirigido por el propio Lynch, y que es desde entonces un ejemplo de dominio de los tiempos narrativos en base a la tensión de un suceso que el espectador va conociendo al mismo tiempo que los personajes. Luego, se le ha preguntado al propio Lynch por qué la serie se bifurcó en tantos meandros, algunos con nula relación entre sí, pero todos sabemos que apenas se le puede otorgar un 10 por ciento del guion original, pero claro, esa mínima porción es la que convierte a TWIN PEAKS en el mito que es. Algo dijo, como que su sueño siempre había sido pervertir las reglas del melodrama clásico televisivo, encarnado en la mítica y también inacabable "Peyton Place"; como si ese espíritu diabólico se trasplantara a la América idílica de los sesenta, para acabar con ella, con su ficción de tartas de manzana y problemas de carpetita de instituto. Personalmente, me parece casi lo único realmente interesante de esta serie, al menos de las dos primeras temporadas (la tercera ya ha sido otra cosa), dejando de lado la abundante iconografía, mitos y leyendas, o callejones sin salida, puntos ciegos tan desconcertantes como irritantes. Me ha gustado rascar sobre la superficie, descifrar las frases sin sentido, los personajes que van y vienen, imbuirme de ese aroma de aserraderos, cascadas y bosques que ocultan cortinas rojas. Es el hotel del Gran Norte (tan parecido al Overlook), o la cafetería de Norma, o incluso la comisaría convertida en escenario puro de dramedias. Ahí, cadda personaje se abre paso a codazos, bajo la mirada emocionada de Dale Cooper, el principal hechizado por este lugar que quizá ni siquiera sea un espacio físico, sino un tablero de juegos metafísico. 
Y en el más difícil todavía, taytantos episodios después, a lo mejor ya carecía de sentido preguntar "¿Quién mató a Laura Palmer?", sino qué respuesta, de todas las ofrecidas, nos hubiera hecho más felices en nuestra abducción, una por semana, en su cadena amiga...
Continuará...
Saludos.

lunes, 13 de diciembre de 2021

Lo que se pretende del espectador


 

Hoy me gustaría voltear el punto de vista que se suele tener de la experiencia cinematográfica, teniendo en cuenta que hay según qué cosas que parecen alimentarse únicamente del desconcierto que provocan, y es necesario indagar, retorcer, ser curioso si lo que se nos pide es relajar la retina y observar con ojos de airbag. TITANE es la última ganadora de la Palma de Oro en Cannes; en su periplo por festivales ha ido acomodándose por diferentes secciones y puntos de vista, como si su lugar fuera éste o aquél; incluso en Sitges, fuera de concurso, fue de lo más aplaudido y vituperado, sin medias tintas, al 50%. Ya lo dije a propósito del debut de Julia Ducournau: "A esta directora le vendría fetén un guionista ajeno a su esplendo visual". Y le vuelve a pasar lo mismo, que empieza una película y termina otra, y que entre medias hay guiños, pellizcos, ofrecimientos gourmet o carta de tasca con manchurrones de ketchup. No me ha quedado claro qué quería de mí, espectador medio, curado de asombros, con cierto bagaje en el desierto, ni esta película ni su directora. No sé si quería epatarme, concienciarme, hastiarme, mosquearme o tan sólo fastidiar mi apremio cronológico. Digo esto último porque para ser un film que todo el mundo tilda de excesivo y exhibicionista, a mí me ha parecido más bien recatado, incluso cohibido en cada escena clave, y hay unas cuantas, pero como no se hilan unas con otras parecen casi momentos estelares en un tráiler demasiado largo. TITANE es tramposa, su directora lo es, y no comprendo que se caiga en esa trampa tan fácilmente. Todo lo que pudiese lacerar, confrontar o crear una extrañeza genuina, está escindido, vilmente escamoteado, y queda la sensación de calientapollas, de macaco con máster en Harvard (o en Aravaca), de explosión controlada y hasta verificada al milímetro, no vaya a alcanzarnos su mínima onda expansiva. Yo esto ya lo he visto, y no es Cronenberg, ni Tsukamoto. No, esto es Glen A. Larson con brilli brilli y jarabe para los mocos. Observen, antes de verla, que no les queden piojos ni mocos, y que su visa aguarda tranquila en la carterita cuarentona; entonces la disfrutarán, sacarán pecho ante sus compañeros de podcast, y pensarán que han sido zarandeados, aunque el Inistón les aterciopele la mesita de noche y sigan sin acordarse de quién quiso vengarse en aquella cena de empresa. Es decir: que esta película sea una mierda o una obra maestra depende única y exlusivamente de su criterio personal, y esa ausencia de objetividad me proporciona un cabreo que sólo durará hasta que termine de teclear esto...
Hala, ya.
Saludos.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Rincón del freak #485: El lado oscuro de Heidi


 

Hay todo un mundo ahí fuera, escrito con las letras B, o Z, o saliéndonos incluso del alfabeto conocido. Un mundo de subtítulos, pero no por estar en versión original, sino por integrar ese inframundo de films perdidos, olvidados, que nadie tiene ganas de recordar. Hay quien prefiere mantenerse al margen, ya digo, aunque nos perderíamos la oportunidad de confrontar la asepsia consentida del presente con un estilo de producción kamikaze que ya hace mucho tiempo que no está en los circuitos. Así las cosas, como si de una mezcla imposible entre Werner Herzog y Jess Franco se tratara, asisto a una cosa extrañísima y que se intuye rodada con cuatro duros. Se trata de un film de 1989, titulado SUKKUBUS-DEN TEUFEL IM LEIB, que durante cerca de una hora parece un Béla Tarr de Hacendado (y en color), poniendo en imágenes el monótono día a día de tres pastores que viven totalmente aislados en mitad de los Alpes. Y, a ver, porque si no lo explico no se va a entender. Hay una fotografía espléndida, tanto en los exuberantes paisajes alpinos como en la opresiva cabaña. Las interpretaciones no son detestables, y de hecho el protagonista es Peter Simonischek, muy conocido por su reciente papel en TONI ERDMANN. Hasta la exigua trama tiene su aquél, introduciendo una tensión sexual creciente entre el más viejo y el más joven, fruto de esa represión autoimpuesta. Y hay algunos momentos de duro trabajo bastante estimables, bien rodados... que si los hubiera hecho Lois Patiño ya habría eyaculaciones gafapastiles. Pero ¿entonces qué ocurre? Ocurre que aún son los 80, y las portadas no engañan; y en ésta sale una vedette italiana de entonces, Pamela Prati, cuya función es salir unos siete minutos sin decir ni pío, y con unas lentillas blancas por todo atuendo. Ella es el súcubo de marras, construido como una muñeca improbablemente sexual, e invocada en una noche plena de schnapps. Es decir, que la película es marear la perdiz entre cencerros, vacas Eringer, quesos hechos en calderos y oraciones en voz alta a Sankt Antoni. Y todo para ver después a una señora con el pelo cardado y poniendo posturitas por los riscos, como una Samantha Fox trasplantada a un capítulo de Heidi. Con dos cojones.
Saludos.

sábado, 11 de diciembre de 2021

Verano azul casi negro


 

No me cabe la menor duda de que DE USKYLDIGE (LOS INOCENTES) es una película extremadamente dificultosa de realizar, y por ello merecedora del reconocimiento a salir airosa de casi todos los charcos en los que se mete. Mención especial en Sitges, se trata del segundo largometraje del noruego Eskil Vogt, que ha tardado nada menos que siete años en finalizar, y que le confirma como un creador interesante, con un punto de vista muy original, pero con un problema insalvable para trasladar sin ambages ese riquísimo mundo interior. El reto aquí es internarnos por completo en el día a día de un grupo de niños, que pasa las vacaciones en una especie de urbanización veraniega. Desde el principio, Vogt establece una línea roja, que mal usada bordea el ridículo: sólo nos ha de interesar lo que ocurra entre los niños, mientras que el mundo de los adultos es esa "aburrida normalidad" a desechar, puesto que nos vamos a internar en un relato que combina terror y superpoderes, como suena. El director consigue el reto de que entendamos esta dualidad, al tiempo que nos retrotrae hasta nuestra propia infancia, en la que algunos nos podíamos creer capaces de volar o mover objetos. Es entonces, una vez aceptadas las reglas de esa otra realidad, cuando, con gran sutileza, va apareciendo el elemento terrorífico, proveniente de cómo estos poderes y cualidades especiales saltan por los aires en la caprichosa mente de un niño. Todo ello conforma un film que necesita más de un visionado para entender sus muchos resquicios argumentales, pero que exige una paciencia que no todo el mundo posee, y es que el ritmo es muy pausado, casi contemplativo. Ahora bien, probablemente compren los derechos y hagan el remake en Hollywood, pero apuesto lo que sea a que no serán capaces de ir tan lejos, y es que la película será lo que sea, pero tiene momentos extremadamente crueles, sólo como un niño puede serlo.
Saludos.

viernes, 10 de diciembre de 2021

El papeo del futuro


 

Mucho se ha hablado acerca de la cada vez más probable posibilidad de añadir a los insectos como dieta fundamental, ante un apocalíptico futuro insostenible en lo alimenticio. Bueno, los insectos se comen, y dejando aparte el rechazo cultural, estético o incluso sanitario, sí que se emplean con absoluta normalidad en otros ámbitos, como la preparación de harinas industriales. Sobre todo ello gira el argumento de LA NUÉE, un film que causó cierto revuelo este verano tras su estreno en Netflix. Rodada en mitad de la pandemia, su director, el debutante Just Philippot, rentabiliza la economía de medios y nos introduce en el complicado día a día de una mujer, que intenta poner en pie una granja de saltamontes ella sola, tras quedar viuda y tener que sacar adelante a sus dos hijos. El film realiza un esfuerzo encomiable, integrando el elemento terrorífico sutilmente, al tiempo que intentamos entender la deriva, cada vez más obsesiva, de su protagonista, que llegará a extremos insospechados para que su "horda de bichos" sea rentable al máximo. Sin embargo, el problema esta vez es puramente fílmico, de ritmo, y sus 100 minutos se eternizan entre los escasos golpes de efecto y una historia de superación familiar que nos da la impresión de asistir a un film diferente. Es entretenida, y tiene algunos momentos verdaderamente escalofriantes, pero no me extraña que no haya tenido mayor repercusión.
Saludos.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Gigantismo sin carcasa


 

Probablemente, uno de los momentos más desoladores en la larga trayectoria de Mario Camus, se produjo en 1999, con la imposible adaptación de LA CIUDAD DE LOS PRODIGIOS, título capital en la obra de Eduardo Mendoza, que hubiese necesitado otro formato para entenderse en su magnitud, pero también algunas decisiones menos encorsetadas y, finalmente, incomprensibles, incluso ridículas. Quien haya leído la novela, su inteligente discurso, imponiendo y erigiendo la disputada hegemonía de la ciudad de Barcelona, simétricamente al ascenso de su protagonista, Onofre Bouvila, nacido en los montes, rodeado de miseria, con un padre emigrado a Cuba, y que utiliza toda su adversidad para medrar donde los señoritos lo ostentaban todo y los pobres se organizaban en precario. La novela habla de los sangrientos encuentros entre los anarquistas, la policía untada, o los negocios oscuros en torno a las dos exposiciones universales, la del 98 y la del 29. El film, incapaz de condensar en sus dos horas y media una trama tan intrincada e intencionada, se queda muy en la superficie, asfixiada entre unos diálogos que no hacen avanzar la historia, y unas escenas que se pretenden espectaculares, pero que apenas sirven para mostrar el supuesto músculo de lo que jamás ha funcionado en este país, la tentación de hacer una superproducción. Dejando el horroroso casting aparte (Olivier Martinez, dios mío de mi vida), lo que más pena da de esta gran oportunidad perdida, es el desinflado continuo, la incapacidad para apresar el verdadero espíritu del original, para lo que me parece esencial tener una sabiduría extrema acerca de todo lo que se cuenta, y no es el caso; nos hubiese dado lo mismo estar en Barcelona que en el New York de Scorsese o el Birmingham de "Peaky Blinders". No hay nada de ello, y sí un incómodo tedio, como de que sabes que no está sucediendo nada importante en pantalla.
Un fiasco en toda regla.
Saludos.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Dentro de unos instantes todo habrá terminado, volveremos a estar solos, en medio de tanta soledad

 


Phil Tippett es un señor muy prestigioso, ha trabajado con los mejores directores en títulos fundamentales, que conforman el imaginario de cualquier cinéfilo que se precie. Experto en efectos especiales, el prestigio de Tippett no proviene de su perfeccionismo, sino de imaginar mundos donde antes no había nada, y eso es lo verdaderamente difícil. MAD GOD ha tardado en ser terminada 30 años, y podrían haber sido más, o menos, o no podría haber sido nada sin el empeño de su creador, que fue moldeando esta pesadilla en stop-motion de manera completamente artesanal, al margen de cualquier tentación industrial, y con el único apoyo de amigos, como el cineasta Alex Cox. Presentada en España en Sitges, donde la envolvía una aureola difícil de describir, casi es mejor no desvelar nada sobre ella, y esperar que la experiencia sea plena y totalmente personal. Sólo diré una cosa... o dos: Un film así sólo puede ser calificado como obra maestra, incluso si no se ha entendido nada. Y, en un momento dado, tuve unas ganas enormes de releer el "Godot", porque intuía que en sus frases estaba la banda sonora de este descenso a los infiernos de la existencia, donde no se dice una sola palabra inteligible, y donde el simbolismo retiene para nosotros una imagen virgen, dolorosa, pero exuberante de genio creativo.
No es una película, es un acontecimiento.
Saludos.

martes, 7 de diciembre de 2021

Coincidencias, evidencias y veleidades


 

Hilando fino, el caso de THE RECKONING podría considerarse como un claro antecedente de la de ayer, aunque con un carácter más circunspecto y relamido, lo que viene a explicar en parte su extraño ostracismo, sobre todo viniendo de la mano de un director tan reputado como Neil Marshall. Cierto que 2020 ha sido un año controvertido a la hora de sacar adelante proyectos de toda índole, pero creo que merecemos un mínimo alto para sacar alguna que otra conclusión. La película en sí, pese a gozar de una buena factura visual y no caer en efectismos vacuos, tiene un lastre en su composición y montaje, que hacen de sus dos horas una tortuosa experiencia ratonil, que desemboca en ese exasperante "día de la marmota", que amenaza con no llevarnos a ninguna parte. Efectivamente así es, pero aún guarda un inesperado resorte su trillado guion sobre brujas injustamente acusadas y jueces de métodos atrozmente fundamentalistas. Su protagonista, Charlotte Kirk, se ha visto envuelta en varios escándalos sexuales en la última década, que comprometían a varios altos cargos de importantes productoras, pero que curiosamente no parece haber contribuido a que esta señora se haya labrado un nombre reconocido. Kirk es coautora del guion, o al menos debe haberlo sido de las partes que implicaban ese deseo de venganza contra quienes ejercen la caza de brujas, sea esto más o menos metafórico. Es decir, demasiado chancleteo para tan poco adobo, en una mixtura que sólo logra una cosa, tirar por tierra cualquier tipo de conquista puramente cinematográfica. O dicho de forma aún más simple: un bodrio que lo es sólo por pretender ejercer de abanderado, cuando ni siquiera esto puede tapar unas carencias que llegan a rozar lo vergonzante. Todo el tramo final es para que su responsable se replantee un par de cosillas acerca de verosimilitud narrativa...
Saludos.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Se nos rompió el amor


 

I ONDE DAGER (EL VIAJE), fue la inesperada aportación de Netflix este año en Sitges. Primero porque no esperaba a un tipo tan salvaje como Tommy Wirkola absorbido por la plataforma, ni que la película a presentar fuese una producción netamente noruega. Así las cosas, EL VIAJE es una comedia negra, con los habituales toques gore de su autor, un sentido del humor ligeramente pedestre, pero con todos los ingredientes para no defraudar a los muy amantes del género. El género, ya digo, es esa comedia ácida, corrosiva, que nace de la aberrante relación entre un matrimonio, y que han decidido hacer un último viaje a una apartada cabaña. Será el último... para uno de los dos. La película es, finalmente, demasiado larga, estirada, y a Wirkola se le nota mucho que toda la primera parte no es más que un preámbulo para el sangriento tercio final, donde ya no hay reglas y apenas importan las amputaciones y salpicaduras varias. Una película extrañamente dirigida, con dos actores (Noomi Rapace y Aksel Hennie) que dejan traslucir ese odio soterrado que ambos personajes se tienen, y que introduce un sorprendente giro justo a la mitad del metraje, pero que, insisto, más que un alarde de guion, todo responde a llevarnos hasta la matanza final, eso sí, estupendamente coreografiada, pero que contribuye a que sigamos sin considerar a Wirkola más allá de un gamberrete con cierto talento.
Curiosa.
Saludos.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Rincón del freak #484: Pulp a la gallega


 

Bueno, como no todo iba a ser azúcar en el repaso/homenaje que venimos dedicando a Mario Camus, vayamos con las sombras, que las hay y bien groseras. Como aquella ocurrencia de Enrique Cerezo, mediante el que se impuso nada menos que hacer carne las andanzas del héroe de novelita creado por José Mallorquí, y que tantos veranos ha amenizado cuando la tarde se hacía siesta. Hoy día, LA VUELTA DE EL COYOTE es poco menos que un estipendio, semioculto por la tiniebla de un más que merecido ostracismo, y que no tiene defensa posible, ni siquiera como rareza o pura marcianada. Es más, la locura de Cerezo le llevó a contratar al mismo equipo para un largo (éste) y otros tres mediometrajes, como si de una miniserie de súper lujo se tratara. Aquello salió adelante, fue un fracaso en taquilla y un bochorno de crítica, y no parece probable que nadie se atreva a recoger el guante, máxime cuando han pasado 23 años y nadie la ha reivindicado. Obviando el asunto crematístico, no encuentro otro motivo por el que un director tan prestigioso, con mejores propuestas sobre la mesa, se decidiera a rodar un film tan inconsistente. Podría contarles algo del argumento, pero prefiero que la vean y se deleiten con, por ejemplo, las "dotes interpretativas" de una tal Mar Flores. Bocatto di cardinale...
Saludos.

sábado, 4 de diciembre de 2021

Lejos de casa


 

Hay películas de las que un día, sin saber exactamente por qué, te acuerdas, y quieres volver a verla, aunque algo en tu interior te dice que quizá no sea buena idea, y que hay cosas que es mejor dejar en un bonito ostracismo. Así, me encuentro viendo THE BEACH, más de dos décadas después, tan sólo para constatar que era exactamente como la recordaba. Fundamentalmente, operan dos energías dentro de esta historia acerca de paraísos perdidos, evasiones neohippies y sustancias de difícil defensa. Quizá sean tres, comenzando por el hype, que era aquel Leonardo DiCaprio, elevado a nuevo ídolo generacional, y cuya celestial estampa podía encajar casi en cualquier cosa. Así, el primer problema sobreviene cuando se encarga la dirección a Danny Boyle (hype, asimismo, pero por razones diferentes), que entendió por dónde iba la novela de Alex Garland, pero no logró contener las ansias recaudatorias de la Fox, que se frotaba las manos con un bubblegum dramedy, repleto de aventuras y miraditas a la luz de la luna. El resultado fue un artefacto desconcertante y, por momentos, ininteligible; un cruce muy imbécil entre TRAINSPOTTING, APOCALYPSE NOW y EL BOSQUE, pero que no llega a ninguno de esos tonos, y acaba desbarrando en su último tramo, hasta uno de los desenlaces más ridículos que recuerdo. Y sí, el argumento es tan tonto como parece: tres fumados buscando una playita medio virgen...
Más terrible de lo que la recordaba.
Saludos.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Clap clap


 

Escasa representación española este año en Sitges, teniendo en cuenta el extenso plantel en sección oficial, e indicando claramente que la opción principal queda enfocada al "reciclaje interesado" de otros festivales, rebajando la cuota de riesgo y el nivel de sorpresa para crítica y público. Así las cosas, no cabe duda de que TRES ha quedado como el título patrio más destacable (algo no demasiado difícil), y como uno de los films a tener en cuenta, aunque sólo sea como tendencia o elección insólita. Dirigida por el veterano cortometrajista Juanjo Giménez, uno de esos "silenciosos en la sombra", su desarmante premisa argumental se interna en los contornos del fantástico, pero su intención es mucho más terrenal y, en último término, poética. La protagonista, que se dedica al doblaje y sincronización audiovisual (una estupenda y omnipresente Marta Nieto), pasa interminables horas en el estudio, hasta que comienza a perder contacto con la realidad, y un día descubre que su oído va "desincronizándose", escuchando lo que ocurre a su alrededor unos minutos más tarde. El mérito del film es ése, incrustarnos en mitad de una narración totalmente desencajada, intentando que no se resienta el ritmo, y haciendo avanzar una historia que vamos desentrañando con la misma lentitud, asombro y desesperación que su protagonista. Hay que tenerle, por tanto, paciencia, puesto que ni estamos ante una cinta de horror, y ni siquiera de ciencia ficción, tan sólo ante un arriesgado ejercicio de extrañeza audiovisual, como si Giménez nos pusiera a prueba como testigos de su ingenioso artefacto.
Le falta algo de fuerza, pero su reto es estimable.
Saludos.

jueves, 2 de diciembre de 2021

Huir para encontrar


 

EL COLOR DE LAS NUBES, de 1997, es otro guion que me parece desaprovechado por Camus, y por su empecinamiento en contar muchas cosas en el marco de una historia principal que, bien vista, tampoco da para muchas florituras. Vista hoy, uno se pregunta por qué despreciar los momentos "a lo Dardenne", con ese chaval desvalido, triste, literalmente abandonado por sus padres en mitad de la calle, y que decide hacerse pasar por uno de esos chiquillos que, por aquella época, venían de los Balcanes a familias de acogida. Ahí había un motivo férreo, potente, unna de esas contadas oportunidades de explayamiento poético, si se quiere. Pero la familia cántabra a la que llega ya tiene sus propios problemas; está a punto de perder la casa, porque el hijo del dueño, ya fallecido, reclama sus derechos ante la mujer que allí vive, con quien su padre vivió gran parte de su vida. Bueno, aún estamos a tiempo de engarzar una historia en otra, pero aún hay otro tirabuzón, y éste ya es más complicado de defender. Resulta que en aquel pueblito cantábrico, un señor tiene un vivero, que utiliza asimismo para almacenar los fardos de polvos pica pica que periódicamente van llegando por la costa; pero decide quedarse una miaja y prescindir de los que le pagan, a los que ni siquiera conoce. El tipo aparece muerto, después de que vengan a buscarlo, y la excusa (ya cogida por los pelos) es que un viejo pescador, amigo de la familia de acogida, descubrió la mercancía perdida, y pretende usarla para solventar la roncha inmobiliaria. En fin, que son tres historias muy interesantes por separado, pero que juntas parecen la primera temporada de "Doctor Mateo", y eso, amigos, no lo salva ni Mario Camus...
Se puede ver por el trabajo de algunos actores, pero lo cierto es que son dos horas duritas de tragar si no se va avisado.
Saludos.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

La ciudad con un enfisema


 

LIMBO venía a cubrir la cuota del noir asiático, siempre tan apreciado en Sitges, con su punto mórbido, cercano al fantástico, y sin defraudar en los apartados técnicos, donde parecen superarse sin techo aparente. En este caso, volvemos a estar ante el típico film en el que unos policías intentan desentrañar quién se esconde tras una serie de extraños asesinatos; aquí son mujeres, normalmente prostitutas, a las que les es amputada una mano, por razones que aún los descolocan más. Con una fotografía en un B&W alucinante y alucinado, obra de Cheng Siu-Keung, Soi Cheang (que vuelve al estilo de DOG BITE DOG, su mejor film) nos incrusta en un Hong Kong que parece a punto de colapsar; una especie de ciudad-vertedero, compuesta por edificios brutalistas, callejones sin final y basura acumulada a modo de barricadas. En ese apocalíptico paisaje, el film discurre en un pulsante vaivén de motivos, desde la investigación en sí, la llegada de un joven inspector, y el atormentado pasado del más veterano, marcado por un enigmático suceso del que es culpable una joven raterilla, que acaba de salir de la cárcel. El film es innecesariamente grave, pesado, con una entidad que abruma, y que no deja respirar a unas líneas narrativas que se van superponiendo trabajosamente, y que complican en exceso la trama principal. En cambio, toda la construcción visual es apabullante, y cuesta creer que no se hayan dedicado a rodar por las calles sin más, unas calles que inmediatamente nos remiten al L.A. de Scott, o al Neo-Tokio de Otomo. Una barbaridad, pero que no llega a excelente por la inconcreción de todas sus partes.
Recomendable, por supuesto.
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!