lunes, 31 de mayo de 2021

Black Lives Matter #2


 

Sorteando cualquier tentación continuista, el segundo capítulo de SMALL AXE, "Lovers Rock", es un giro en lo formal, tanto como podría serlo cualquier punto de vista de un mismo asunto. En este caso, McQueen nos conduce sigilosamente hacia territorios aún más íntimos, el de la explosión de la juventud, sintetizada en una especie de falso plano secuencia que abarcaría un día entero, el que va desde la preparación de una comida familiar por la mañana, hasta la llegada de dos chicas a una de las muchas fiestas clandestinas que se desparramaban por los vecindarios de Londres a principios de los ochenta. No es casual, pero tampoco decisivo; McQueen da visibilidad a la maravillosa espontaneidad de estas fiestas, regadas de hierba, alcohol y reggae, y habitada por los negros a los que no se les permitía la entrada a los locales "oficiales". Sin embargo, esto no es "Mangrove", y el director rechaza la denuncia racial y prefiere hacernos partícipes de una cosmogonía totalmente diferente. "Lovers Rock" es una liturgia de cuerpos coreografiados, o una explosión de jovialidad desatada; de canciones que se suceden entre las soflamas del MC de turno, y que sirven para enhebrar ese estado de emociones fluidas, que no es otra cosa que el estallido y fulgor de aquellos fines de semana que todos hemos vivido, sin saber que tenían los días contados. El film (insisto en no referirme a estos episodios como "serie") es otra virguería, en lo emotivo y lo testimonial, que constata el desbordante talento creativo de este señor, dominador absoluto de las atmósferas cuando se nota que el material parte de su propio dogma. Contiene momentos que rozan la experiencia feérica, traspasando la pantalla y sacudiendo las retinas; más que una historia de amor, lo es de vida ¿No debería sero todo, cada historia que se cuenta? Desgraciadamente, ese ramalazo de genio que fusiona lo vital con lo ficcional se nos muestra en pocas ocasiones. He aquí una de ellas.
Absolutamente maravillosa.
Saludos.

domingo, 30 de mayo de 2021

Rincón del freak #458: Los incautos, los ciegos, los guarros y los aburridos


 

Habría ganado una enormidad esta película de haber adoptado un título tan estrambótico como el de esta entrada. El motivo es bien claro. LA MEUTE es la lechuga entre las coles, una nimiedad mal concebida y mal realizada, que se aprovechaba del tirón de esa cosa del "horror extremo francés". Olvídense, porque ésta es una historia de lo más trillada, con una chica que viaja sola y se encuentra con "la familia de turno", dispuestos a hacerle pasar un mal rato en mitad de un lugar deshabitado de la Francia rural, paraje que en otras ocasiones ha dado mejores réditos de inquietud. Y eso que el arranque hacía albergar alguna esperanza, con unos personajes que intentan no caer en el estereotipo y un misterio inicial difícil de adivinar. Un espejismo. Franck Richard, debutante en 2010, no ha vuelto (lógicamente) a ponerse tras las cámaras, y parece una broma de mal gusto desaprovechar a un póker de intérpretes de solvencia más que comprobada. Comenzando por Émilie Dequenne, la inolvidable protagonista de ROSSETTA; la veterana actriz belga Yolande Moreau; el gran Philippe Nahon, reducido a mera caricatura; o incluso el cantautor Benjamin Biolay, que parece estar constantemente preguntándose qué diablos hace ahí, justo cuando (no se sabe por qué) el drama psicopático vira hacia una película de monstruos... Muy raro todo, pero siempre aprovecho este rincón para advertirles, no vaya a ser que caigan en la misma imprudencia que yo.
Lo mejor: un chiste que cuentan en un momento dado.
Saludos.

sábado, 29 de mayo de 2021

Todos juntos de la mano...


 

De repente, estás pensando en como beneficiarte a esa primita tuya, un poco estrábica, con labios de pastelillo y un poco de pelusilla encima que la hace tan adorable. Pero ella no te hace ni caso, y se acostaría con un estibador birmano antes que dejarse manosear por un pusilánime sin agallas ("sin agallas", creo que dijo), ni dinero, ni ambiciones, ni un triste suéter de lana. Así que sigues con el pastrami con cebolla y sueñas con la manera que tendría un imbécil como tú de impresionar a esa prima, que ya no lleva la cuenta de todos los tipos que han pasado por su cama. Podrías decirle que lo tuyo es amor, pero también te estarías engañando a ti mismo, porque ¿qué es el amor sino una manera de cortarle los bordes al sexo? Bueno, podrías alistarte en el ejército, sobre todo ahora que viene un dictador gabacho a invadir tu país; te convertirías en un héroe (si sigues vivo) y entonces caería rendida a tus pies. Es un inconveniente que se haya casado con un viejo vendedor de arenques, pero nunca hay que desfallecer cuando hay pescado de por medio, por supuesto. Luego puedes seguir haciendo acopio de hombría batiéndote en duelo con un experto duelista, algo que nunca falla en ningún sentido. Recuerdas que tu prima, en lugar de acercarse trémula y desprenderte del jubón, prefería indagar en Schopenhauer y convencerte de que no eras nada excepto materia en descomposición, incluso delante de ella. Lo más seguro es que, en tu vertiente de superviviente nato, seas capaz de vencer todas esas adversidades, y ella acceda a dejarse tentar mientras su psique conjuga todas las formas en las que le pareces despreciable. No te importa, el fin último de la filosofía moderna te protege (sin darte la razón) y logra un mínimo resquicio por el que acceder a esa feminidad almenizada, como la probóscide de una frigánea. Luego hará de ti lo que ella quiera, incluso comer nieve, rezar o suplantar a un noble español para matar a Napoleón en sus mismos aposentos... Y tampoco es seguro que esa noche vaya a mostrarse cariñosa contigo... quién sabe. 
Saludos.

viernes, 28 de mayo de 2021

Cuando la verdad sólo tiene un camino


 

Lo dije no hace mucho, a colación de la tibieza de un film como MULAN. Su directora, la neozelandesa Niki Caro, había rodado una película absolutamente maravillosa hace casi dos décadas... y había pasado prácticamente desapercibida. WHALE RIDER rescata la emoción de las fábulas que se hacen carne al entremezclar verosimilitud y asombro, y no se ven muchas películas con tanta convicción en sí mismas, la misma que derrocha su joven protagonista, una portentosa (impresionante lo de esta chica) Keisha Castle-Hughes, que llegó a estar nominada como actriz principal a los oscar'03, y lo raro es que no se llevara la estatuilla. La película comienza titubeante, incluso bordeando una sospechosa ñoñería pseudo-new age, mientras intentamos entender el porqué del férreo convencimiento de unas tradiciones tan arcáicas como finalmente machistas. Los maoríes son unos tipos curiosos, y mientras unos profesan un fanatismo inquebrantable, otros pasan directamente del tema y se abandonan lentamente. La protagonista arrastra lo que casi parece una maldición: primogénita del linaje directo de los líderes del clan, lo es, sin embargo, porque su hermano gemelo nació muerto en un parto que también se llevó a su madre. Su padre, incapaz de asumir dicho liderazgo, la dejó al cargo de su abuelo, mientras buscaba erigir su vida en Europa, no sin antes desafiar toda la tradición y nombrar a su hija recién nacida como la gran leyenda, Paikea, el jinete de ballenas. Poco a poco, acompañamos a la joven Paikea, conocemos sus anhelos y frustraciones, y cómo se ve incapaz de abrirse paso en un mundo que no cuenta con ella. Sin que nos demos cuenta, la estupenda narración nos ha llevado hacia un tercio final memorable, donde todo cobra sentido y, casi de puntillas, la joven directora acomete un doble desafío, al imprimir la leyenda y hacerla visible ante nuestros ojos. Marvel y DC lo intentan, pero no les sale tan natural como aquí. Y el desenlace, épico, emocionante, devastador, y de una belleza estremecedora, nos coloca al fin ante ese selecto puñadito de historias con auténtico marchamo de clásico imperecedero. Lo raro es que siga siendo tan desconocida...
Absolutamente magistral.
Saludos.

jueves, 27 de mayo de 2021

El amor en tiempos del odio


 

AMORE E RABBIA rezaba el enésimo film por capítulos (verdadera moda), que no obstante se desmarcaba de los obvios por dos motivos: no hablar de lo que reza el título y un vanguardismo galopante, sin ceder a las tentaciones que este tipo de producciones alentaba hacia un público mayoritario. 
La función se abre con "L'indifferenza", corto cortísimo y apresurado de Carlo Lizzani (el menos dotado del quinteto elegido), quien parece imitar a Godard por sobre las calles americanas, donde un tipo corre desesperado, mientras una voz en off pretende darle caza virtual. Las chicas titanluxean en rojo chillón, tras ser atropelladas o disparadas. Poca cosa.
Bertolucci se despacha a gusto con "Agonia", artefacto muy cercano a los experimentos pseudoteatrales de Rivette, en el que un señor (Julian Beck, al que veríamos algo más tarde en la secuela de POLTERGEIST) exhala sus penúltimos alientos en clave figurada. Esto es: entablando una lucha de conciencia con su propia fe, sin que se sepa muy bien si alguna vez llegó a tenerla. La sobrepelliz póstuma aclara, de inmediato, la clerecía.
Pasolini, juguetón, inmediato, hace transitar a Ninetto Davoli en "La sequenza del fiore di carta"; mientras celebra la plenitud de la mañana romana, mientras el boloñés imprime lo bucólico con tétricas subimágenes de ejércitos que otros días reprimieron en el mismo sitio. Ni las tiernas crostatas hacen olvidar aquel amargo gris.
Entonces llega Godard. El segmento se titula "L'amore", sin más. Gente en sitios, tejados y veladores. Cercos sentimentales a una poesía teñida de pequeñas sacudidas. Hablar mirando el periódico. Invocar al preciso desaire de las máscaras conyugales. Godard por Godard otra vez.
Cierra Marco Bellocchio, y cuánto le queremos por aquí. Y su episodio es francamente divertido, un ensordecedor y anárquico disfrute de lo que pasa si se pone en cuestión la validez y vigencia del sistema educativo. En clave de farsa, "Discutiamo, discutiamo" pone gravedad de profesor con barbas falsas, y elocuencia marxista con mera intransigencia dialéctica. Al final, los no-actores se mean de risa mientras son aporreados con globos. Todo en orden, prosigan con la clase...
Y ya está.
Saludos.

miércoles, 26 de mayo de 2021

Un juicio para el juez


 

Casi 20 años han pasado desde que el gobierno de Estados Unidos encarceló (por decirlo suavemente) a Mohamedou Ould Slahi en el campo de concentración de Guantánamo. Sin pruebas, sometido a torturas físicas y psicológicas, Slahi pasó allí 14 años, sin que el mundo a su alrededor se diese cuenta de que no se trataba de él, sino de la violación sistemática de los derechos humanos por parte de un gobierno supuestamente democrático. Se le conectó con Bin Laden por recibir una llamada de un familiar, y los torturadores tergiversaron sus declaraciones, convirtiendo los dos años que combatió al comunismo en Afganistán (curiosamente con Estados Unidos de aliados) en maniobras preparativas al terrorismo, culminante en el ataque a las Torres Gemelas. Fue la tenacidad de la abogada y activista Nancy Hollander, junto a la negativa del fiscal, el marine Stuart Couch, de judicializar un caso semejante, los elementos que llevaron a Slahi a ser liberado sin cargos, al tiempo que suponía el primer paso para denunciar fehacientemente todo lo que Guantánamo significa. 
Y luego está la película, claro. Una película sospechosamente conductista, que, como los kilométricos archivos censurados, mira donde "cree" que debe mirar, sin llegar a sentar un discurso propio y diferencial. En ese sentido, THE MAURITANIAN es uno de esos productos que tan buena aceptación obtienen entre el público mayoritario, pero que se olvida de otro más exigente, que no sólo busque conmoverse con tamaña injusticia carcelaria. Ahí, el film de Macdonald queda indefinido, aunque perfectamente identificado con la solidez antes mencionada (difícil rebatir un trío formado por Jodie Foster, Tahar Rahim y Benedict Cumberbatch), por lo que es necesario saber de antemano a qué tipo de película va uno a enfrentarse, para evitar malos entendidos, incluso políticos...
Saludos.

martes, 25 de mayo de 2021

Al final de la huida


 

Concebida como una especie de "western urbano", DRUGSTORE COWBOY supuso el gran espaldarazo de Gus van Sant, al menos en los circuitos independientes y de festivales, aupándole como la promesa más fehaciente del indie americano. La novela de James Fogle no era más que un compendio de su ajetreada vida, adicciones, robos a farmacias y entradas y salidas constantes de prisión. Una elección arriesgada para poner en imágenes, y más aún por la opción de algunos de los rostros jóvenes que más de moda estaban a finales de los ochenta. Matt Dillon se adueña de todo el film, eclipsando a unos ñoños Kelly Lynch, James Legros y Heather Graham, y componiendo un protagonista que encarna los miedos y convicciones de un yonqui, atrapado por la adicción y una huida hacia delante, en un juego del gato y el ratón con la policía que recuerda tanto al coyote y el correcaminos, o, en su tramo final, al cocodrilo que hostiga al Capitán Garfio. Van Sant implementaba su estilo, tan sobrio como imaginativo, y desafiaba métodos de narrativa convencional, con un estupendo uso de la voz en off, una relato perfectamente cerrado por dos reflexiones que el protagonista hace camino del hospital, y el marchamo de verosimilitud que ofrece poder contar nada menos que con William S. Burroughs, que interpretaba a un sombrío sacerdote adicto a tantas sustancias como uno pueda recordar. Una película que, aun con sus muchas imperfecciones, el tiempo ha demostrado que abría el camino a otras voces diferenciadoras, y que borraba de un plumazo la mayoría de prejuicios existentes entre el cine independiente y el comercial.
Saludos.

lunes, 24 de mayo de 2021

Black Lives Matter #1


 

Es cuanto menos curiosa la poca repercusión que ha tenido el que creo que es el gran acontecimiento audiovisual de este último curso. Ni siquiera la escasez de títulos, ni lo vigente de su discurso, eminentemente racial, han hecho que SMALL AXE haya estado en el lugar que realmente merecía. Volvía Steve McQueen en plena forma, y lo hacía desembarazándose de algunos lastres innecesarios, casi todos provenientes de la incapacidad para maridar su cine, brutal y sin concesiones, con la necesidad de embaucar a un público mayoritario, frecuentemente alejado de su radicalidad. Concebida como una lujosa miniserie de cinco episodios, independientes entre sí, la conexión argumental son diferentes momentos históricos, en los que quedan remarcados los abusos raciales sufridos por la población afrocaribeña en Londres, desde los años sesenta hasta los ochenta. 
El primer episodio, titulado "Mangrove", parte de la brutalidad policial ejercida contra el local del mismo nombre, un restaurante situado en Notting Hill, que se convirtió, desde su apertura a finales de los sesenta y hasta su cierre en 1992, en un lugar emblemático para la resistencia racial. Su dueño, el carismático Frank Crichlow, fue juzgado junto a otras ocho personas, en el llamado "juicio de los 9 del Mangrove", tras una detención masiva en la mítica "marcha de los manglares". Ahondando en las controversias de un juicio en el que quedaron expuestas las miserias y debilidades de un sistema judicial francamente mejorable, McQueen elabora un vigoroso retrato de una época, un lugar y sus gentes, siempre con un optimismo capaz de sobreponerse a un acoso y derribo rayano en la psicopatía. En algún lugar entre dos películas tan convencionales como JUDAS Y EL MESÍAS NEGRO y EL JUICIO DE LOS 7 DE CHICAGO, SMALL AXE es otra cosa. Más visceral, más experimental en lo formal, y con una dirección de actores absolutamente heterodoxa, sin ninguna concesión a lo que el público suele esperar de un drama racial.
En la frase de Bob Marley queda perfectamente descrito su espíritu: "Si vosotros sois los árboles más altos, nosotros somos las pequeñas hachas"...
Apúntenla, véanla, reflexiónenla.
Saludos.

domingo, 23 de mayo de 2021

Rincón del freak #457: Y otra más de cámara cansina


 

Y es que no se me ocurre un modo más adecuado para denominar la inexplicable fiebre del found footage, cámara en mano mediante, con todas las implicaciones que ello conlleva, y que en mi opinión, la mayoría de las veces, es más un lastre que una herramienta de verosimilitud. Se pueden contar con los dedos de una mano las películas de este tipo que de verdad tienen una calidad suficiente para ser consideradas con un mínimo de respeto. El resto, normalmente, suele ser un revoltijo de tomaduras de pelo con ínfulas de nosequé, o, como el caso que nos ocupa, un trabajillo hecho por cuatro amiguetes, estudiantes de cine para más señas. THE GARLOCK INCIDENT, de 2012, proponía, de hecho, el viaje de unos estudiantes de cine a Hollywood, aunque nunca llegarían a su destino, tras los extraños hechos que les ocurrieron al parar en una zona apartada del desierto. Lo primero que pasa es que la furgoneta no arranca, se les hace de noche y deben pasarla en una destartalada casucha, que es lo único que hay por allí. Al otro día, la furgoneta ha desaparecido misteriosamente, evidentemente no tienen cobertura, y deciden caminar hasta dar con algún rastro de civilización. Sin embargo, una de ellos es mordida por una serpiente venenosa, y de nuevo deben quedarse en el mismo sitio, surgiendo multitud de disputas sobre qué han de hacer. Sin ser un absoluto desastre, la película es lo que es, un proyecto de fin de carrera, no del todo mal filmado (la portadora de la cámara, por ejemplo, es la cineasta Ana Lily Amirpour), pero que ofrece pocos ingredientes y sí muchos tópicos.
Curiosa y poco más.
Saludos.

sábado, 22 de mayo de 2021

Sonría, por favor...


 

"Hay otras pandemias, pero están en esta". Algo así debieron pensar en CBS cuando al fin se acabó el tortuoso rodaje de THE STAND, nueva versión de la mastodóntica novela de Sephen King, y a la que queda nuevamente demostrado que una miniserie le sigue quedando muy corta. O eso, o la novela no era tan buena, pero los que la hemos leído sabemos que, sin inventar nada, ni salirse un milímetro de su imaginario personal, es una magnífica novela. Para cuando dicho rodaje concluyó, efectivamente estábamos en mitad de una pandemia, lo que algunos indocumentados han aprovechado para tildarla de oportunista o innecesaria. No sé si es muy necesario el pastón que se han gastado en estos nueve episodios, pero me parece que el gran problema proviene de otra parte, de la realización en sí. Hasta seis guionistas (incluyendo al propio King y su hijo, Owen), para contar una historia que no logra remontar a la cansina sucesión de apocalipsis ya existente. Hay demasiados personajes pugnando por sobresalir, desapareciendo tan repentinamente como ese extraño tiempo narrativo puede permitir. Después, los buenos son demasiado buenos, y los malos son tan malos que siempre tendrán un hueco para redimirse. La hiperpandemia (siete mil millones de muertos) aterroriza al principio, cuando se muestran sus devastadores efectos, pero luego va convirtiéndose en una anécdota, y en el tramo más complicado, en el que King intentaba una lucha entre el bien y el mal, o mejor el orden y la anarquía, se imponen los clichés y recursos dramáticos. Total, que el reparto es espectacular (y desaprovechado), y la trama parte de donde más nos conmueve en estos tiempos, pero hay un intangible que le resta empaque y trascendencia. No sé si es una cierta premura en sus cronologías, pero todo parece ir demasiado rápido y a trompicones, y tampoco hacía falta...
Se puede ver, pero no pasa nada en caso contrario.
Saludos.

viernes, 21 de mayo de 2021

Dar la vuelta al calcetín


 
Lo primero que me vino a la cabeza tras la trepidante primera media hora de THE HUNT, fue una asociación de ideas que me llevaba directamente hacia el delicioso y sorprendente conductismo de LA CABAÑA EN EL BOSQUE. Algo de eso hay en esta explosiva mezcla de survival, comedia negra y un discurso político, que pretende ir más allá de lo irónico, pero se queda sospechosamente incapaz de superar los mismos prejuicios que pretende contextualizar. Ya digo, el arranque descoloca a cualquier espectador medio, y seguramente lo incomodará al revocar lo que está "socialmente aceptado"; en este caso, los roles asumidos por demócratas y conservadores, que quedan supeditados a una pregunta cuanto menos incómoda: ¿Y si los "buenistas" de la izquierda, hartos de soportar a los arrogantes negacionistas de la derecha, decidieran exterminarlos sin medias tintas? En el repensado de esa idea está lo más interesante de este film; desgraciadamente, Craig Zobel no es Drew Goddard, y la subversión argumental va diluyéndose hacia lo que temina copando la pantalla, que no es otra cosa que la inefable coreografía de mamporros, un poco más sanguinolentos, pero igualmente amortiguadores de un guion que tenía muchas posibilidades de ir un paso más allá.
Saludos.

jueves, 20 de mayo de 2021

Las tibias hermosuras


 

Nos aproximamos al ocaso de este repaso a la filmografía de David Cronenberg, y llegamos, curiosamente, a la que quizá sea su película menos representativa. M. BUTTERFLY parece un extraño encargo, como si el director sólo se hubiese pasado por el rodaje de vez en cuando, para verificar y tal, y de paso rodar algunas escenillas. Se me hace complicado encontrar aquí alguna seña de identidad, lo que no debería ser necesariamente malo, pero que en el caso de Cronenberg queda demostrado que es más una rémora que un ejecutado de riesgo asumido. Puede que sea la estática adaptación que el dramaturgo David Henry Hwang realizó de su propia obra teatral, que escribió con sólo 31 años. Tampoco ayuda la imposibilidad de abstraerse de la sorpresa argumental, prácticamente desvelada desde el principio, y con algunos momentos bastante incómodos entre Jeremy Irons y John Lone, que no logran encontrar la química suficiente. Salvaría algunos fogonazos estéticos, pertenecientes a la recreación de la China de Mao, o el desolador final, estremecedor pese a lo teatral. Un film extrañamente sombrío, como apagado, y que transitaba un camino, el del melodrama romántico entre trágico y exacerbado, que por fortuna no volvería a tocar.
Se puede ver, pero es de las peores suyas.
Saludos.

miércoles, 19 de mayo de 2021

La turra del cazurro


 

Me acordé el otro día de THE GUEST, una película que pasó bastante desapercibida, y que mostraba la verdadera cara de Adam Wingard, toda vez se ha despojado del monstruoso caparazón, por ejemplo, de su última película. Es ésta una película curiosa, que parece más inteligente e inquietante en su planteamiento, pero que se va desinflando y adquiriendo otro cariz, el de la acción machirulesca y garrula, en pos de una estética, la ochentera, aquí más gratuita que nunca. La tentación es remitirnos a joyas como TEOREMA (probablemente una de las películas más copiadas de todos los tiempos), pero sería una imprudencia sumaria; porque THE GUEST se parece más a COMMANDO o COBRA, y hay que tener presente la referencia ochentera, que ha supuesto la tabla de salvación de multitud de guionistas en barbecho. Lo curioso aquí es lo poco que le importa a Wingard dar un giro ingenioso o incluso grotesco, optando por incluir cada obviedad que se le pase por la cabeza. Una familia llora la pérdida del hijo mayor, en las fuerzas especiales que combatieron en Afganistán; de repente, un extraño llega sin avisar y se presenta como compañero y estrecho amigo del desaparecido, lo que inmediatamente crea un aura de empatía a su alrededor. Lo que sigue es descabellado e insólito, si no es que lo hubiéramos visto tantas veces en tantas otras películas. Hay violencia gratuita, diálogos de primaria y una trama principal que se va volviendo más difícil, no ya de creer, sino directamente de aceptar. Y todo con otro score de sintetizadores, que culmina con la revisitación a los olvidados Xymox ¿Que por qué no es un desastre absoluto? Supongo que por lo indisimulado de su propuesta, ya que tiene muy claro lo que quiere contar, cómo lo quiere contar, y sobre todo a quién se lo va a contar, confiando en que serán los únicos que le den un sentido intrínseco. Y además, era una tentación no aprovechar el tirón de Maika Monroe...
Saludos.

martes, 18 de mayo de 2021

Muerte en las ondas


 

Bruce McDonald es un cineasta que ya lleva unos cuantos años pateándose los circuitos internacionales, sin lograr eludir su vocación de "autor de serie B", pero demostrando que posee un modo propio de encarar proyectos realmente arriesgados. Sus películas, a menudo desapercibidas para el gran público, son apenas reconocidas como genuinamente "de culto", precisamente por ser unos cuantos privilegiados los que acceden a ellas, principalmente en festivales. En 2008, McDonald dio una interesante vuelta de tuerca al sobado género de zombis, con una película que elude el exhibicionismo para centrarse en la creación de una atmósfera creciente y asfixiante, con un uso del fuera de campo que es una enmienda a la totalidad. PONTYPOOL comienza con la peregrina explicación de cómo unas bragas, un gato y un puente dieron origen al curioso nombre de esta pequeña población canadiense, por la que se desliza un hombre que ha hecho de las palabras su modo de vida; un locutor de radio, que se dirige a la estación donde cada mañana inicia su programa, mientras se desata una terrible nevada. No es casual, ya que el juego de palabras inicial, aunque parezca absurdo y anecdótico, nos resitúa en una fantasía que habla de cómo el lenguaje muta dentro de nuestros pensamientos. En este caso es al revés, y son las personas las que se convierten en seres sin conciencia propia, no por un virus, sino por el misterioso uso del lenguaje, capaz de dominar sus mentes. Y como premisa es genial, aunque el film hubiese necesitado algo más de desarrollo, quedándose en una interesante vuelta a ese terror de bajo presupuesto, que apenas necesita efectos especiales, y que aplica sus toponimias en la imaginación del espectador, al que exige una capacidad de recreación y síntesis, a la que probablemente no suela estar acostumbrado.
Buen film, curioso film, bien interpretado, pero que se hace un pelín ininteligible cuando llega el momento de las explicaciones.
Saludos.

lunes, 17 de mayo de 2021

El mal amor


 

Hay pocas películas como JUSQU'À LA GARDE. Muy pocas que, por ejemplo, sean capaces de exponer la cruda realidad sin chantajes emocionales ni panfletos sensibleros y/o paternalistas. En su excelente secuencia de arranque, asistimos a una vista entre una pareja que se acaba de separar y se pone en manos de una jueza para que decida la situación de los hijos. Son dos, y la mayor está a punto de cumplir 18 años, pero el pequeño, de 11, ha escrito una carta en la que prácticamente suplica por no ver a su padre, aduciendo razones terribles. Con extrema sutileza, y sin que los ex-cónyuges hablen apenas (la palabra corresponde casi toda a los abogados y la jueza), se hace partícipe al espectador del tema para que sea él mismo quien extraiga sus conclusiones. Y es complejo, porque hay que intentar entender a todas las partes sin saber quién dice la verdad, puesto que ambas posturas son contrapuestas. La mujer parece horrorizada con la posibilidad de una custodia compartida, mientras el padre se siente agraviado por lo que considera un trato injusto, ante la posibilidad de perder incluso la opción de ver a sus hijos. A partir de ahí, sin una sola estridencia, nos vemos expuestos ante las manipulaciones del peor tipo, las que se aprovechan de los hijos. Partiendo del cortometraje que Legrand filmó sólo cuatro años antes, el cineasta teje pacientemente las personalidades de sus protagonistas, los muestra sin más filtros que sus propios intereses, y va subiendo la intensidad dramática sin que lleguemos a percibirlo. Para cuando llega el devastador final, de una crudeza emocional casi insoportable, una frase acude impaciente: ¿Por qué no lo vimos venir? 
Teniendo en cuenta el imbécil y retrógrado discurso de ciertos sectores de la sociedad, respecto a la gravísima lacra de la violencia de género, se hace más que vigente una mirada tan limpia, pero también tan inmisericorde, como ésta.
Magistral.
Saludos.

domingo, 16 de mayo de 2021

Rincón del freak #456: Una espiral de locura


 

Pero a los que ayer se quedaron con la intriga... Sí, efectivamente existe una película basada en la gran obra de culto de Junji Ito. UZUMAKI se filmó en el año 2000, y a decir verdad su repercusión durante todo este tiempo ha sido escasa o nula. Incluso cuando su autor se encontraba en la cresta de la ola, o abordábamos entonces la gran fiebre del J-Horror. Lo cierto es que Ito es un autor tan inclasificable, que puede resultar incomprensible hasta para los propios nipones; y ello, sumado a una producción cuanto menos discutible, fue sumiendo este film en un olvido prácticamente absoluto. Concebida como un telefilm, el responsable de su adaptación fue un señor llamado (artísticamente) Higuchinsky, que mutó su nombre real como homenaje a Ucrania, país en el que circunstancialmente nació. Pero más allá de las anécdotas, la película, sin ser ninguna bazofia, se encuentra en un dilema irresoluble, y que esperamos ver resuelto en la miniserie que actualmente está en producción. UZUMAKI (y aludo a quienes hayan leído el manga), más allá de ofrecer una historia de terror, prefiere indagar en aspectos ocultos de la psique humana, anhelos y obsesiones que se van adueñando de las conciencias de los habitantes de un pequeño pueblo, que van sucumbiendo ante una extrañísima invasión (si es que así puede llamarse). Todo esto queda mejor expuesto en el manga, y no en unos insuficientes 90 minutos, que curiosamente mantienen el interés mientras el asunto de las espirales es sugerido apenas, pero con su evidente falta de presupuesto a la hora de intentar emular las excéntricas pesadillas de Ito.
Vale como curiosidad completista, pero poco más.
Saludos.

sábado, 15 de mayo de 2021

El otro horror


 

Junji Ito pasa por ser uno de los autores de manga más reconocidos internacionalmente, y desde luego el más importante de los que profesan el género de terror. Sus dibujos e historias parecen habitar en otra dimensión que no es la nuestra, llevándonos a mundos extrañísimos, pero siempre enclavados en lo cotidiano. Entre sus obras más celebradas, encontramos peces que salen del mar gracias a unas patas arácnidas; misteriosos huecos con forma humana, que forman parte del paisaje; cerebros que se unen al morir sus dueños, durante incontables generaciones; modelos caníbales; o, en la que es su obra maestra, un entorno pesadillesco, formado por espirales que terminan por adueñarse de la realidad. Hace unos tres años, el estudio DEEN se decidió a poner en pie un anime, basado en las historias de este autor. JUNJI ITÔ: KOREKUSHON está formado historias brevísimas, más bien extractos, que tienen la virtud de abarcar gran parte de la extensa obra de Ito, pero que en ningún caso llegan a la profundidad de los manga originales. De hecho, se suavizan bastante muchos de los contenidos, cuya lectura puede atragantársele a los incautos menos iniciados en este tipo de historias, que, más allá del terror o repulsa que puedan suscitar, componen un insólito cruce entre lo onírico y lo surreal, que no es lo mismo. Luego, es cierto, está la calidad intrínseca del producto, irregular, con momentos gozosos y otros un poco ridículos. Una serie, en todo caso, que me permito recomendarles si están hartos de que el terror que tanto les gusta se dedique a repetir una y otra vez los mismos esquemas.
Saludos.

viernes, 14 de mayo de 2021

Disfruten lo votado


 

Se comienza por darle confianza a un incapaz, y luego éste se cree investido de valores que no posee. Se empieza alabando películas de superhéroes (que son lo que son), y se termina rebuscando en el manual del autor, que alguno habrá, a la caza de esos otros talentos, los que no dan taquilla pero ambarizan por sobre las generaciones y las evitadas sorpresas estructurales. CHERRY es una película horrible, y muy larga, y muy aburrida, y muy tonta. Tanto como sus personajes, jugando a ser hombrecitos en un contexto que no pasa de un jardín de infancia coreografiado en los límites de sus posibilidades, pocas para dos horas y media. No he leído el libro autobiográfico de Nico Walker, pero me resulta difícil creer que su peripecia vital se parezca en algo a esta pantomima. No digo que no haya pasado por los mismos episodios, sino que han debido ser muy diferentes, seguro que sin ningún aderezo ni preciosismo. Los hermanos Russo han erigido una especie de DOS TONTOS MUY TONTOS, pero vendiéndolo como algo serio. Y peor: cuando ensayan el tono satírico, digamos para emular una comedia negra, ni tienen gracia ni son capaces de ofrecer un solo fotograma que no nos remita a algo que hemos visto ya en otra parte, y normalmente mejor hecho. Y desisto de seguir hablando de esta abominación, porque además he descubierto de dónde me ha venido esta deslavazada asociación de ideas: ya nadie se acuerda, pero estos señores fueron los responsables de aquello de TÚ, YO Y AHORA... DUPREE.
Pues eso.
Saludos.

jueves, 13 de mayo de 2021

La conciencia inconsciente


 

Conozco gente a la que no le gusta THE INFORMER. A mí me parece una obra maestra. John Ford abre con una secuencia, de más de diez minutos, casi como si fuera cine mudo. Victor McLaglen (pocos oscars más merecidos que el suyo) deambula por la noche dublinesa, envuelto en la niebla y la miseria, que parece haberse agarrado a su raída chaqueta para siempre. No tiene nada con qué emborracharse, ni para comprarle algo a Katie, para que no tenga que venderse por esas calles húmedas y calladas, como una pulpa desquiciada. No tiene nombre, pero le llaman Gypo, quizá porque es lo que grita cuando se emborracha, pero desde que lo expulsaron del Ejército de Liberación no puede hacer otra cosa que mendigar, y no tiene ganas de chillar. Entonces ve unos carteles: los ingleses, esos malditos, buscan a Frankie, su amigo. Ve el cartel, su cara; para los ingleses un rufián independentista, para él... Gypo se agarra entonces el estómago, y el bolsillo, y la conciencia, y lo pone todo a un extremo, y recoge veinte libras que desde el primer momento sabe que no le pertenecen. Y se toma un par de tragos, feliz a medias, y sueña con irse a América y dejar atrás esa niebla de mierda, y esa ciudad de mierda. Entonces, las noticias vuelan en esa ciudad de mierda donde todos se conocen, y Gypo quiere ir a la casa de Frankie, presentar sus respetos a su madre. Y las libras van cayendo de las maneras más absurdas, como si las cogiera un boxeador con guantes. Y John Ford, sin compadecerse, sin juzgar más allá de la observación humanista, nos pone en la misma encrucijada que a ese pobre diablo, al que la conciencia va a martillearle para siempre. Y nos pregunta, mirándonos a los ojos, qué habríamos hecho en su lugar...
Una barbaridad. Obra maestra absoluta.
Saludos.

miércoles, 12 de mayo de 2021

Metafísica a mamporros


 

Tenía mucha curiosidad (a mí la curiosidad siempre es algo que me sobreviene a lo loco) de indagar acerca de posibles conexiones cinematográficas con el universo creativo de Grant Morrison. El autor escocés, conocido principalmente por haber firmado algunos de los mejores comics de los últimos 30 años, ha logrado su propio lugar en el Olimpo, con un estilo que fluctuaría desdela tiranía demiúrgica de Alan Moore, hasta las mitologías replegadas de Neil Gaiman, entendiendo este triunvirato como el más importante salido de las islas británicas. Morrison parece, desde luego, tomarse menos en serio a sí mismo, y conjuga gozosos momentos de expansión lúdica (exageradísima incluso) con agudas observaciones metafísicas, que interpelan al propio espectador como parte más que importante de la propia existencia de la narración que le es ofrecida. Así, me encontré con HAPPY!, una serie producida por SyFy allá por 2017, y que fue cancelada tras su segunda temporada, sin que llegase a trascender (se puede encontrar en Netflix) a este lado del charco. Barroca, absurda, desbordante, y más inteligente de lo que parece hacernos creer que es, HAPPY! es una sinfonía de iconos, que van desde la Navidad a los falsos dioses televisivos, pasados por el fino bisturí de Morrison, y plasmados en una figura y un actor que parecen hechos el uno para el otro. Christopher Meloni interpreta a Nick Sax, un ex-policía politoxicómano, y con una visión de la vida un poco más allá del nihilismo. La serie transita un lugar de contrastes infinitos, del slapstick al horror cósmico, de los mafiosos sin escrúpulos a los espectáculos infantiles. De hecho, sus dos protagonistas son este mercenario desencantado y borrachuzo, y un unicornio azul imaginario... Me abstengo de contarles más, por supuesto. 
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Les prevengo de la sustancial diferencia cualitativa entre la T1, más brutal y sorprendente, y la T2, en la que intuyo que Morrison quiso dar un giro aún más descabellado, y el resultado es decepcionante. 
Tiene algunos momentos memorables, casi todos entonados hacia unas coreografías destructivas, y otros directamente de piloto automático. Aun así, y aunque sólo sea por lo desapercibida que ha pasado, merece la pena echarle un vistazo.
Saludos.

martes, 11 de mayo de 2021

Equipo de investigación



No parece casual el parecido entre el cine de Nicholas Jarecki y el de su hermano, Andrew. Como tampoco lo es la diferencia cualitativa entre propuestas tan precursoras (THE JINX, principalmente), y productos que son incapaces de sobrepasar la corrección, como el film que nos ocupa hoy. CRISIS parte de una premisa altamente interesante, al entrecruzar los destinos de un agente federal infiltrado en un importante cártel, una mujer ex-adicta a la Oxicodona, y un prestigioso profesor de universidad, que asimismo dirige un laboratorio. En este maremágnum, lo complicado es mantener cierta coherencia, y ahí Jarecki (autor del guion) demuestra buen pulso, sin caer en tentaciones de serial y otorgando el tiempo necesario a cada frente abierto, para ir acercándolos hasta una confluencia que, paradójicamente, desinfla todo el montante. Llegando al final, resulta difícil saber si estamos ante un thriller policial, un melodrama con madre coraje o la parte finalmente más interesante, la que coloca al personaje interpretado por Gary Oldman ante la difícil disyuntiva de anteponer su conciencia a su carrera.
Interesante pero irregular. Podría haber dado mucho más de sí.
Saludos.

lunes, 10 de mayo de 2021

Va sobre nosotros


 

Pendiente desde la oportunidad de oro de haber podido verla en el SEFF'19, LA FAMEUSE INVASION DES OURS EN SICILE, ha pasado injustamente desapercibida, cuando tiene todos los mimbres para convertirse en un título de eterno culto. Primeramente por ser el debut en la dirección del genial autor de comics Lorenzo Mattotti; pero también por la valentía de volver al trazo manual, en detrimento de un digital que va cayendo, poco a poco, en su trampa antinaturalista. Pero sobre todo, por poner en imágenes la preciosa novela de Dino Buzzati, que éste escribió en los estertores de la WWII, y que usaba su propio código nominal para hablar de a qué nos conduce el odio al diferente. Va sobre nosotros, los humanos, aunque el texto va mucho más allá en su segunda mitad, y coloca a los nobles osos en la misma tesitura que combatían, al ser rechazados por los humanos, que les ven como una amenaza, cuando sólo buscaban un poco de ayuda para subsistir. La película es una maravilla de principio a fin, y, pese a su maduro y afilado discurso, puede ser disfrutada por todas las edades, gracias a una animación deliciosa y algunos momentos francamente emotivos.
Una preciosidad.
Saludos.

domingo, 9 de mayo de 2021

Rincón del freak #455: Cremá total


 

Y abundando en la cuestión de lo flamable, este deseo pirómano nos ha de llevar, indefectiblemente, a uno de esos títulos que llevan décadas jugando al gato y al ratón con nuestra memoria. SPONTANEOUS COMBUSTION fue la gran ida de olla de un señor que era capaz de encontrar oro moviéndose por el fango; o dicho de otra manera, la certificación de que a Tobe Hooper ya no le quedaba nada que decir. Nacida de una idea propia, lo cierto es que la película no arranca mal, con una extensa introducción en flashback que, sorteando su propia naturaleza cartoonesca, es un tímido alegato antinuclear. Luego, sitúense. Es 1990, las corbatas son terribles, las radios son fluorescentes y transparentes, y Brad Dourif era contratado para poner cara de psicópata (en realidad la suya) y arrastrar las frases como si su interlocutor fuera sordo. La chicha, por no extendernos mucho, habla de un descabellado experimento atómico, en el que participa un joven matrimonio por motivos económicos. Y algo más tarde, con el nacimiento de su hijo, algo extraño se desencadena, y es que todo el que se acerca demasiado al bebé termina ardiendo en forma de holocausto. Hooper intenta después sostener una hora entera en base a la trágica condición de este bebé, ya adulto, que poco a poco va descubriendo este terrible don. Podría haber salido algo mucho más interesante, incluso sin tomarse mucho en serio, pero entre el tono de opereta y unos efectos especiales antiguos incluso para los 90, el film tuvo una acogida ínfima, y fue cayendo en un olvido, si no merecido, bastante justificado. De hecho, y ya que han pasado tres décadas, y estamos en plena fiebre revisionista, no estaría mal que a alguien se le ocurriese una puesta al día que dignificara el legado de un director que, por otra parte, tantas y tan buenas páginas nos dejó...
Saludos.

sábado, 8 de mayo de 2021

Fallos y fallas


 

Me he enterado recientemente de que Fatih Akin está inmerso en otro de los innumerables remakes que, de un tiempo a esta parte, componen el grueso de propuestas, a falta de ideas realmente originales. Concretamente, se trata de FIRESTARTER, que también valdría, asimismo, para engordar la larga lista de adaptaciones de Stephen King. La original, que tenía muy olvidada, era poco más que una discreta serie B, a mayor gloria de Drew Barrymore, que venía de deslumbrar con su aparición en E.T. Doble tentación, por tanto, como para desaprovechar la ocasión de zarandear un árbol de probabilidades. Sin embargo, teniéndolo todo de cara, el film es no ya corriente, sino directamente aturullado. No debe ser moco de pavo que te pongan delante una de las más intrincadas novelas de King, y un reparto más que notorio (por allí estaban nada menos que Martin Sheen y George C. Scott), para reducirlo todo a una sucesión de (ojo): primeros planos de la niña llorando esmorecía, efectos especiales tan deslumbrantes como un ninot en plena faena, y diálogos de cartilla Palau (estamos en 1984). Y redundo: ¿Queríais ochenterismo? ¿Lo disfrutáis desde la seguridad lejana de lo que se sabe que no va a volver? Pues estas cosas hacían taquilla y todo. Cumbre de la interpretación de la Barrymore, se ve que de aquí salió ligeramente trastocada...
Se intuye perentorio, fíjense en qué imprudencia caigo, el remake de Akin, que peor seguro que no lo hace.
Saludos.

viernes, 7 de mayo de 2021

Un hombre enamorado


 

El encabezado podría llevar a engaño, aun en su literalidad. Al igual que el título de la película, CHILLY SCENES OF WINTER. Pues, a pesar de que todo transcurre, es cierto, en momentos en los que el hielo cubre las aceras, la historia se debate constantemente por no sucumbir a una melancolía que, sin embargo, termina por engullirla. La segunda película de Joan Micklin Silver tardó cuatro años en llegar, y supuso un notable avance en su manera de contar historias, aunque aún conservaba mucho de aquel tono nostálgico y algo apesadumbrado. No es usual mostrar los sentimientos masculinos, ni otorgarles una posición de veracidad más allá de su carácter defensor, protector o hasta vengativo; lo curioso de esta película es que todo gira en torno a un hombre que queda hechizado (o encoñado, o embelesado si lo prefieren) a las primeras de cambio por una mujer, aun teniéndolo todo en contra, puesto que está casada. Ella, es cierto, sale y entra de un matrimonio complicado, lo que él aprovecha para intentar que se quede definitivamente a su lado. Retrato posgeneracional de treintañeros que son incapaces de manejar sus asuntos sentimentales, es una película más que curiosa, con algo de Woody Allen, pero con un trasfondo bastante más amargo y despiadado con sus protagonistas. Y hay otra historia aún más curiosa, a lo mejor la razón por la que un título tan reivindicable ha estado durante cuatro décadas en un inexplicable ostracismo: la Metro veía en Micklin Silver a ese potencial reverso femenino de Allen, guionizando sus propios films y sin necesitar un gran presupuesto para exponer historias potentes. Esta película estaba basada en una famosa novela de Ann Beattie (otro incipiente talento), pero su final, oscuro y atípico para una novela "supuestamente romántica", no les convencía, así que la financiaron con un final feliz, que desvirtuaba al original. Tras el descalabro en taquilla, Micklin Silver tiró de personalidad, y a los tres años hizo un Director's cut, antes de que se acuñara el término; recuperó el título original (en lugar de un descafeinado HEAD OVER HEELS), y prescindió del azucarado final. El resultado es infinitamente mejor, aunque el film, fuera de Estados Unidos, ya no logró hacerse notar. Ahora bien, es muy recomendable recuperarla, y comprobar cómo su aparente convencionalidad es más actual que muchos títulos contemporáneos. Aparte, es impagable poder ver a la gran Gloria Grahame en uno de sus últimos papeles, casi autocaricaturizándose.
Saludos.

jueves, 6 de mayo de 2021

0+1


 

"El cine no debe contar historias. No son historias". "El proletario se alza por las migajas, que serán arrebatadas a un semejante". "Las mujeres viven la ilusión de la igualdad mientras se les permita imitar a los hombres".
BRITISH SOUNDS se inicia con otro apabullante travelling a cargo de Charles Stewart, que recorría la actividad en una planta de ensamblaje de Ford en Londres. Aparentemente, ese infierno de ruidos, golpes y otras estridencias, es el ideal del progreso en aras de la intermitencia de la Historia. Ésta va replegándose y expandiéndose como un corazón autónomo a lo largo de los siglos. Mientras, un adulto hace repetir a un niño hechos históricos, desde la Baja Edad Media hasta la era contemporánea. El niño repite todas aquellas revueltas, sublevaciones, revoluciones y soflamas, tan sólo para comprender que sólo se puede luchar por el cambio si se está dispuesto a aceptar la derrota de antemano. Todo lo expuesto en BRITISH SOUNDS ocurre exactamente igual en 2021; y más allá de las correspondencias, deberíamos entender que no hemos entendido absolutamente nada.
Saludos.

miércoles, 5 de mayo de 2021

Las segundas oportunidades


 

Y si hace un par de días nos trasladábamos al tardío debut de Martin Ritt ¿por qué no seguir reivindicándolo con su obra póstuma? Es cierto que STANLEY & IRIS, de 1989, ha envejecido un poco regular. Incluso que el efecto de ver a Robert de Niro y Jane Fonda sea complicado de contextualizar. Máxime cuando el film, completamente fuera de cualquier atisbo de glamour, nos presenta el conocimiento mutuo de dos personas maduras, diferentes pero unidas por una rutina que les aplasta sin que se den cuenta. Ella ha enviudado hace un año, y trabaja duro en una fábrica para sacar a su hijos adelante; él es el encargado de la cantina de la fábrica, pero nunca han reparado el uno en el otro. Justo hasta que a ella le roban el bolso y él es el único que se ofrece para ayudarla. A partir de ahí entablan una amistad que podría llevarlos a algo más, excepto por un detalle tan insólito como revelador: Stanley es analfabeto. Y en realidad (aunque no sea un guion original), este detalle, aun siendo una maximización, queda sepultado por ese retrato de la cotidianidad, de personas humildes y su día a día, que a Ritt siempre se le ha dado tan bien. La película está bien, y claramente orientada hacia un público que busca algo más que relatos infantilizados; por otra parte, hay demasiado carácter en de Niro y Fonda, y, aunque se esfuerzan por visibilizar a esos "héroes anónimos", no terminan de encajar entre tanta superación y lección de dignidad, y lo que era una bonita historia de amor termina, cómo no, con una celebración del sueño americano.
Ah, y suena John Williams, pero tampoco se nota demasiado.
Saludos.

martes, 4 de mayo de 2021

In illo tempore


 

Y también deberíamos hacer caso, alguna vez, a la memoria, que nos dice que las condiciones del presente son consecuencias del pasado. Uno de los aspectos más comentados de esta última edición de los oscar ha sido, cómo no, el significativo paso adelante que ha supuesto el protagonismo femenino en el palmarés final. Esto me hace rastrear para hallar, en un curioso ejercicio, a multitud de directoras que, por la cuestión que sea, han quedado como una anécdota de la que poca gente se acuerda. Es el caso de Joan Micklin Silver, autora de un buen puñado de títulos, algunos de ellos bastante sugerentes, y que nos dejó muy recientemente, a finales del año pasado. Y su debut no fue ni mucho menos menor, aunque sí con una pequeña película, un fresco minimalista sobre la comunidad judía que llegaba a Estados Unidos a finales del siglo XIX. HESTER STREET se valía de la típica trama de comedieta sentimental, para ir hilando sensaciones, detalles sociales y una sana autocrítica, que podríamos considerar un curioso spin-off de los primeros trabajos de Woody Allen. El comienzo nos cuenta la disoluta vida de un joven en dicha comunidad, y de cómo los jóvenes judíos quedaban fascinados por la libertad americana, en contraposición a las rígidas tradiciones de su país de origen. Sin embargo, su vida da un vuelco cuando aparece su mujer e hijo, que han viajado sin que él llegara a enterarse, lo que trastoca su vida juerguista y promiscua. Ella (una estupenda Carol Kane, que llegó a estar nominada al oscar) es una joven ingenua, que no habla inglés y se horroriza ante la posibilidad de mostrar su cabello en público, y además está convencida del alto estatus de su marido, aunque poco a poco la realidad se irá imponiendo. Se trata de una película muy desconocida, y que ponía la atención sobre esta directora, mucho antes de que las reivindicaciones se solemnizaran, o nos hicieran pensar que hubo cosas que nunca existieron. Por todo ello, se hace bastante recomendable recuperarla después de tanto tiempo.
Saludos.

lunes, 3 de mayo de 2021

Sindicato del miedo


 

El debut en la dirección de Martin Ritt, se produjo en 1957, haciéndose cargo de un guion de Robert Alan Aurthur, que adaptaba el que había creado, dos años antes, para un episodio televisivo, que por los controvertidos temas que abordaba fue creciendo en popularidad. EDGE OF THE CITY era un cruce de temáticas sociales, introduciendo el personaje de Axel North, que llega a Nueva York huyendo de un turbio pasado, y obteniendo trabajo como estibador en el muelle. Por otro lado, Axel conoce a Tommy, un tipo dispuesto a echarle una mano para abrirse camino, sobre todo porque sabe que no le irá bien dejándose guiar por el capataz, un despreciable racista que tiene a toda la cuadrilla amedrentada. 
La película está estupendamente dirigida e interpretada, y nos introduce en un mundo poco agradecido para el cine, el de los trabajadores normales y corrientes, cuyo día a día encierra multitud de historias, dispuestas para el ojo atento. Es, de todas formas, un film al que se ve algo apresurado, pero que Ritt solventa con el oficio que ya por entonces tenía, ya que su debut cinematográfico fue tardío, por las presiones a las que se vio sometido por la "caza de brujas". No es casual, y si se ponen en contexto, son más que reveladores los papeles de John Cassavetes, Sidney Poitier y Jack Warden, que encarnan a ese hombre de buen corazón, pero que calla por miedo; el valiente, capaz de enfrentarse a quien sea, incluso desde la posición más desventajosa; y el cobarde, cuya insignificante vida apenas tiene sentido sometiendo y denunciando a los demás. Y han pasado unos cuantos años, y no parece haber cambiado mucho la cosa...
Saludos.

domingo, 2 de mayo de 2021

Rincón del freak #454: Las ganzúas del destino


 

Las películas basadas en videojuegos me han venido interesando lo justito, apenas ensayando algún ramalazo nostálgico, si por cuestiones temporales hubiese reconocido el título en cuestión. El de hoy, por tanto, no debería pasar más allá del bochorno premeditado, y por varias cuestiones. Es cierto que MORTAL KOMBAT fue un videojuego tremendamente famoso en su momento, pero a mí ya me pilló mayor, y tampoco los de lucha eran mis favoritos. Después, las adaptaciones que ya se han hecho anteriormente son tan rematadamente malas, que podría ser una temeridad afirmar que éste era un buen momento para recuperar una ¿franquicia?... Y sin embargo, hete aquí, este MORTAL KOMBAT'21 ha aparecido de la nada, sin pedir permiso a nadie y muy a contracorriente de las últimas tendencias en cine estricta y descaradamente palomitero. Y lo curioso es que funciona, y que también es una película tontísima, con el coeficiente justito, con un montaje descacharrado, una trama inferior a la de Pocoyó y unos actores siempre al borde de la carcajada o la miradita de través. Pero funciona, maldita sea. MORTAL KOMBAT no pasará a la historia por nada, y a más de un crítico le va a dar alergia ponerse con ella, pero hay que reconocer cuándo un producto, por sobado y teledirigido que esté, cumple a la perfección con su cometido. E incluso me permito una reflexión que no sé si es pertinente: con lo que llevamos tragado (en todos los sentidos) este último año, a lo mejor es higiénico abandonarse alguna que otra vez en propuestas como éstas, y que tan poco tienen que ver con la pedantería de "iguanas vs. monos" o "justicieros en mallas", precisamente porque aquéllas se tomaban muy en serio a sí mismas.
Y sí, hay fatalitys. Y molan...
Saludos.

sábado, 1 de mayo de 2021

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #25


 

Fieles a la puntual cita sabatina con Hong Sang-soo, nos enfrentamos a DOMANGCHIN YEOJA (LA MUJER QUE HUÍA), estrenada en 2020, y que demuestra un par de cosas, como que el director coreano está más inspirado que nunca, y que también puede dar alguna lección sobre cómo seguir haciendo cine sin sobresaltos, incluso en mitad de una pandemia. Cada vez más depurado (no creo en eso del minimalismo), su acercamiento progresivo al alma femenina expone lo poco que sabemos los hombres de esa zona, inconcebible, inexpugnable y que tanto pavor nos causa. Ni siquiera se molesta en confrontar, le basta un fuera de campo sutil e insólito, como si de trazos impresionistas se tratara. Hombres caricaturizados por ellos mismos, infantilizados por ellos mismos, y culpando siempre a las mujeres de sus frustraciones, torpe y orgullosamente adquiridas. Ellas son protagonistas sin pretenderlo, en sus conversaciones sin reproches, a base de paladear buenos y escasos encuentros, con esa magnífica ayuda que siempre es la empatía, y con un férreo sentido de la lógica. Así escrito parece evidente, pero uno lo piensa y entonces lo comprende: la mujer sólo huye de lo que no comprende.
Fabulosa.
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!