martes, 30 de junio de 2020

Los dioses piden guerra



Hoy no voy a extenderme, no merece la pena. Acabo de completar la segunda temporada de AMERICAN GODS, y mi sentencia es clara: pestiño pero de los antológicos. No voy a decir que es muy mala, porque está muy bien interpretada, muy bien filmada, tiene unos efectos digitales maravillosos y algunos golpes de efecto medianamente ingeniosos ¿Qué falla entonces? Pues básicamente todo lo demás, lo que la convierte en una de esas insoportables temporadas de transición, donde pasan muy pocas cosas y lo que pasa suele estar embarullado e inconciso. E insisto, no es la novela, es una adaptación, y me da que Starz ha quedado cegada ante el brillo que desprendió la T1, y sabe que la caja estaba asegurada para una ¿tercera? ¿cuarta? De todos modos, si quieren mi veredicto les diré que contiene más bostezos que sobresaltos, que los personajes aparecen y desaparecen como por ensalmo, y que es un poco vergonzante que te dejen en puertas de toda una señora guerra entre los nuevos y los antiguos dioses, y la línea argumental principal sea cómo una muchacha muerta intenta volver a la vida yendo de un sitio a otro. No sé, pero casi llega a rozar la tomadura de pelo... Casi.
Saludos.

lunes, 29 de junio de 2020

Compartimentos estancos



Parece difícil estropear una película como BAD TIMES AT THE EL ROYALE, pero es lo que tiene jugar en el alambre de lo verosímil, y mucho más si hay referencias tan sumamente obvias. Un nombre viene a la cabeza inmediatamente: Tarantino. No pasa nada, es, de lejos, el cineasta más copiado de los últimos 25 años; por eso hay que tratarlo con cierta distancia y descreimiento, y la cosa se va poniendo peor si se le imita desde la reverencia circunspecta. Sin ser, ni mucho menos, una mala película, Drew Goddard comete varios errores, unos perdonables, pero otros lastran el resultado final y la dejan como cine correcto, entretenido, pero sin genio. Hay personajes que parecen capitales, para desaparecer sin que su rastro sea lo suficientemente aromático; la excusa de las habitaciones con "espejos espía" hubiese dado para todo lo retorcido que el guionista y director hubiese imaginado, pero tampoco queda como aparato fundamental. Pero lo más discutible es la sensación de que todo ha de encajar por sus santos cojones, convirtiendo el magistral uso de Tarantino del elemento sorpresa en un puñado de ocurrencias, unas más acertadas que otras, pero que parecen haber ido surgiendo por generación espontánea. En el haber, algunas interpretaciones de altura, sobre todo Jeff Bridges, cuya historia no necesitaba de tanto recochineo; o Jon Hamm, aunque, ya digo, parece que tenía una serie de minutos contratados tan solo. En su afán de compartimentarlo todo, Goddard se olvida de engrasar la maquinaria y hacer fluir el contenido, porque no hay aquí rastro de aquella gozosa inventiva de LA CABAÑA EN EL BOSQUE, o a lo mejor es que el salto a unas emociones más serias precisa de mayor rigor argumental.
Por cierto, ¿soy el único al que el personaje de Chris Hemsworth le parece directamente ridículo?...
Saludos.

domingo, 28 de junio de 2020

Rincón del freak #412: ¿Matar el tiempo?



DETENTION, de 2011, es una película a la que me veo tentado de destrozar, pero no puedo. Me encantaría decir "Valiente bazofia me he tragado", pero no puedo ¿Y por qué? Pues porque DETENTION es absolutamente consciente de su propia circunstancia, y emplea cada centímetro de lo que pone en imágenes para machacarnos incesantemente con su extraño sarcasmo, Extraño porque se trata de una película muy extraña, a la que es casi imposible cogerle el punto justo, lo que la hace oscilar del bostezo al chute de adrenalina sin solución de continuidad, así de rara y extrema es. Y es difícil de intuir, pues estamos ante el segundo largo de Joseph Kahn, con una extensa carrera como director de videoclips (Britney Spears, Eminem, Taylor Swift), y con un precedente tan poco halagüeño como aquella terrible TORQUE. Sin embargo, o se dejan todos los prejuicios bien guardados, o me temo que es imposible disfrutar (y mucho menos entender) esta explosiva mezcla de (atención) slasher existencial, viajes en el tiempo, comedia adolescente y metalenguaje envenenado; como si mezcláramos EL CLUB DE LOS CINCO con SCREAM, y luego lo agitáramos con BRICK, SALVADOS POR LA CAMPANA y unas gotas de DONNIE DARKO... Se le añaden unas gotas de Beckett y más o menos podemos esbozar su desatado y delirante guion, compuesto por geeks que saben que lo son, asesinas de todo a cien, discursos metarreflexivos y sangre de mosca... Sí, sangre de mosca...
Yo sólo puedo concluir diciendo que no me extraña que haya pasado tan desapercibida ¿Quién diablos se atrevería a estrenar algo así?
Saludos.

sábado, 27 de junio de 2020

Ciudad cerrada



CITY 40 es un escueto pero revelador documental, acerca de un tema muy desconocido, aunque precisamente lo que explica el film es el por qué de dicho desconocimiento. Se trata de las "ciudades cerradas", poblaciones adscritas a programas de desarrollo nuclear, así como suena. Es decir, que se construía una ciudad entera para sostener toda una gigantesca infraestructura en torno a la  energía nuclear, pero en ese bizarro "contrato social" se obligaba (literalmente) a que ningún ciudadano pudiese abandonar jamás la ciudad en cuestión, con tal de que no fuese posible revelar ningún secreto de estado. Puede sonar un poco pomposo, ridículo incluso, pero es pertinente la introducción del famoso caso de Litvinenko, el espía que murió tras ser envenenado por Polonio 210, lo que pone en perspectiva gran parte del discurso enarbolado por una mujer, abogada, y férrea luchadora por esclarecer y dar visibilidad a la precaria situación de los habitantes de estas ciudades. La que encabeza el título, la "ciudad 40", es Ozersk, un no-lugar borrado de los mapas, donde la gente hace vida normal sin sospechar que viven en un equilibrio que puede romperse en cualquier momento.
Sus escasos 70 minutos se antojan algo cortos, dada la magnitud de lo que se cuenta, pero merece la pena echarle un vistazo y comprobar cómo las conspiraciones y los misterios siguen teniendo su lugar hay día.
Saludos.

viernes, 26 de junio de 2020

Miedo a salir de casa



Como lo prometido es deuda, aquí está CITADEL, el prometedor debut de Ciaran Foy, de 2012, y en la que puede verse claramente su valía como constructor de atmósferas insanas, pero también sus constantes y similares tropiezos, que se han vuelto a repetir en sus trabajos posteriores. Pese a durar escasa media hora, podríamos afirmar que le sobraría casi la mitad del metraje, y es que 45 minutos hubieran sido perfectos para poner en contexto lo que de verdad importa en esta cinta repleta de sugerencias, pero que desbarra cuando trata de ser explícita. El arranque es impactante, y nos muestra a una pareja joven, ella está embarazada, pero (en una angustiosa y magníficamente filmada escena) son atacados por un extraño grupo de niños encapuchados, lo que deja a la mujer en coma, aunque los médicos logran sacar a la niña sana y salva. Se abre ahí el infierno personal de este joven, desolado, con un miedo atroz a salir de casa y con la amenaza constante de que estos seres vendrán a llevarse a su pequeña. Foy, autor del guion, no explicita que nos encontremos en una especie de futuro, pero lo parece, un futuro realmente entristecido, de calles vacías y edificios abandonados, con constantes cortes de energía y una insolidaridad traducida en miseria moral. Un film que se va desinflando lenta pero inexorablemente, y que contiene momentos francamente interesantes y de gran madurez en un director que contaba por entonces con poco más de 30 años.
Saludos.

jueves, 25 de junio de 2020

La dama se esconde



No debería serlo, pero CURIOSA es un bluff de cuidado. Una película que promete y promete, constantemente, pero que se ve incapaz de afianzar (ni afinar) su en apariencia escandaloso discurso, tornándolo en maniqueo, previsible, y lo que es peor, repetitivo. Un debut, el de Lou Jeunet, tardío, y como muy masticado, demasiado; y lo salva la profesionalidad que respira cada composición, pero también lo lastra y encorseta innecesariamente. La historia fue real, la que unió los destinos de Marie de Régnier y Pierre Louÿs, cuando ella se casa por dinero con un famoso poeta, pero se escabulle frecuentemente hasta el pequeño estudio del fotógrafo, donde descubre las muchas caras del sexo, pero no logra extraer una sola esquirla del amor que ella sí le profesa. Debió ser una historia apasionante, la época y los personajes lo atestiguan, pero no lo parece en este tramposillo film, que se gusta y regusta entre el montaje sincopado, las coreografías "siempre al borde de la vulva" y un uso de la música deliberadamente extemporánea, que ya más que sorprender comienza a irritar.
Raspadita, raspadita...
Saludos.

miércoles, 24 de junio de 2020

Galarda



Se acaba Chabrol, se va acabando; aún queda algo, poco, pero aún queda. Algo así parece querer decir LA FILLE COUPÉE EN DEUX, penúltimo film del director, que aún preservaba gran parte del aroma genuino de su cine, pero no lo era, sino que más bien venía a ser la evocación de una sombra que ya costaba divisar tras unos cortinajes ciertamente antiguos. Chabrol quiere darle aquí a todos, a jóvenes y viejos, pobres y ricos, mujeres y hombres, protagonistas y secundarios, tontos e inteligentes, pero su gancho de derecha, tan eficaz otras veces, apenas da para rubias y morenas, o calvos y greñudos. Fachada, y pequeña, para inventar la improbable tribulación de una muchacha que juega a no mancharse mientras se revuelca en el barro. Por no quedar ordinaria, en lugar de un affaire con un hombre casado, lo aliña y redondea añadiéndole un nini forrado. El primero es de edad y talentoso, un escritor; el otro joven y dado a derrapar descapotables. Ella presenta el tiempo, pero no la llaméis trepa, se os echarán encima, o bien los progres trasnochados (aquí hay muchos, incluso swingers) o los tronistas de famélico ambigú. Con unos churros se ve mejor, parece película de noche, con cóctel ocarino, pero es de periódico con cerco de café. Una pena, aunque qué quieren que les diga, a mí no me empaña nada, si acaso me tuerce una miaja el gesto, y nada más...
Y hay un tiro, uno solo.
Saludos.

martes, 23 de junio de 2020

El cine congelado



DAWSON CITY: FROZEN TIME es un curioso (y valioso) documental, estrenado en 2016 y que giraba en torno a un colosal descubrimiento, que sin embargo parece haber pasado desapercibido para la mayoría de gente. Dawson fue una próspera ciudad, al borde del Yukón, en la frontera canadiense, que se formó básicamente por la fiebre del oro. Con todos los altibajos de este tipo de poblaciones, lo que casi nadie sospechaba es que, bajo capas de hielo, se encontraba enterrado el mayor hallazgo de películas mudas de la historia. Más de 500 películas, en su original de nitrato, que nadie se explicaba cómo habían podido llegar hasta un lugar tan recóndito. El valor del documental de Bill Morrison estriba en su trabajo de investigación, minucioso, riguroso y didáctico, y que pone en pie, paralelamente, toda la historia de dicha población, su temprana vinculación al séptimo arte desde el siglo XIX, y la estrambótica cadena de decisiones que llevó a un oscuro funcionario a sepultar todo ese material bajo un hielo casi permanente. Aquello mantuvo las películas ocultas durante al menos 50 años, pero también las preservó involuntariamente del que era su destino más habitual: destruirse incendiadas. Un documental, he de prevenir, indicado sólo para cinéfilos muy curiosos, y cuyo transcurrir, silente y con la banda sonora de Alex Somers, se va hasta dos horas que personalmente se me hacen insuficientes, pero que habrá a quien les parezcan eternas.
Saludos.

lunes, 22 de junio de 2020

La vida que vivimos



Una pareja se encuentra al salir del trabajo. Son jovenes. Ella es maestra en un jardín de infancia, él parece que se dedica a la jardinería. Se van hasta una especie de inmobiliaria, quizá estén buscando un piso, una casa, tener su propia vida. El vendedor les lleva hasta una urbanización donde todas las casas parecen iguales; igualmente asépticas, igualmente impersonales. Cuando se dan cuenta, el vendedor ha desaparecido; se montan en el coche, pero no logran encontrar la salida a la urbanización, siempre aparecen frente a la casa que les han enseñado, el número 9.
Adelantar algo más de VIVARIUM sería jugársela a derribar el ingenioso e inquietante castillo de naipes sobre el que se sustenta, porque el irlandés Lorcan Finnegan, en su segundo largo, prefiere que saquemos nuestras propias conclusiones sobre lo que vamos viendo, aunque ya les digo que nada de lo que veremos es ni medio normal. Estamos ante una película más sugerida que narrada, con diversos golpes de efecto bien ensamblados, y que despiertan tanta curiosidad como desesperación, a través de una trama repetitiva, exasperante, pero que cobra sentido justo a tiempo, cuando ya empecemos a vislumbrar qué diablos nos están contando. No debe haber costado una barbaridad, y los actores Imogen Poots y Jesse Eisenberg, de hecho, son productores ejecutivos de esta extraña distopía, que podría ser un cuento de terror cósmico o bien un relato marciano de Bradbury. En todo caso, una más que interesante propuesta, sin ser tan osada o pedante como otras menos dotadas, y que sirve (que no es poco) para pasar hora y media de entretenimiento más o menos inteligente.
Por cierto, atentos a las imágenes con las que se abre el film.
Saludos.

domingo, 21 de junio de 2020

Rincón del freak #411: Rapaces nocturnas, engoladas y petulantes



Me divertiría muchísimo realizar una crítica lo más sarcástica posible de un artefacto como LORD OF TEARS, pero no terminaría de ser totalmente justo con lo que a todas luces parece, debe ser una especie de trabajo de graduación. Desconozco este dato, pero el inocente amateurismo que destila la cinta puede superar incluso al espectador más avisado; tiene cosas, más que malas, entrañables, y otras que no están mal, pero que se diluyen en mitad del despropósito. El planteamiento es interesante, abundando en la no tan conocida figura de Moloch, el dios insaciable de sacrificios, y aquí encarnado en un extraño ser con cabeza de búho y atuendo decimonónico. A lo mejor un corto habría sido más ajustado, porque el pobre Lawrie Brewster da la impresión de no saber qué diablos inventar para hacer relleno. Un tipo (porque no creo que sea actor) llega a la apartada mansión familiar, recibida en herencia tras la muerte de su madre, y mientras es acosado por las recurrentes pesadillas en las que el búho humanoide lo acosa, le da lugar a entablar contacto con una muchacha americana "que pasaba por allí". El resto es para psiques tolerantes, no por nada, sino porque el film es un despropósito uñero, con escenas directamente ridículas y otras que no siguen una lógica estructural. El montaje no aparece, y el argumento se enreda él solo, llegando a rozar la desintegración beckettiana. Por salvar algo, salvaría las pomposas frases emitidas por el hombre-búho, y poco más.
En fin, que no la vean, y así pueden emplear el tiempo en practicar el tiro a distancia... Bueno, quizá no sea buena idea...
Saludos.

sábado, 20 de junio de 2020

Sentimientos reflejados



THE GIFT OF LOVE, de 1958, es uno de esos títulos, aparentemente anodinos y casi relegados a un oscuro fondo de catálogo, que sin embargo he revisado periódicamente, arrastrado por un extraño influjo, en este caso difícil de sostener como argumentación. Se trata de un típico melodrama de la época, y que ni siquiera era una historia original, ya que ya había sido llevada al cine una década antes. Debe ser por el suicidio formal en su estructura, que a toda prisa empareja a una arrebatadora Lauren Bacall y un desharrapado Robert Stack, pero de una forma que no les corresponde, porque ella es la secretaria de un doctor y él un genio de la física. Son felices casi de una manera vergonzosa, y las imágenes de Negulesco, apoyadas en una impersonal fotografía de Milton R. Krasner, rezuman tanta miel que a menudo ya nos preguntamos si no nos están tomando el pelo. Redondeando, la pareja decide adoptar a la niña más repipi de un orfanato, que por añadidura emite unos relinchos insoportables, porque cree que es un caballo. Y por si fuera poco, resulta que a ella le diagnostican una dolencia cardíaca que amenaza con una muerte prematura; todo ello con Stack en plan "genio en las nubes" y la niña trotando por ahí. Increíblemente, la historia no se derrumba, sino que se encamina a un desenlace repleto de emotividad, como si todos los personajes descubrieran de repente que sólo van a tenerse unos a otros. Yo he mantenido una teoría, que tras el cuarto visionado creo que es aún más firme: Aquí puede hallarse un potente detonante de la imaginería lynchiana, sólo hay que saber dónde y cómo mirar.
Saludos.

viernes, 19 de junio de 2020

Revolución a la normalidad



ONWARD es la última creación de Pixar, no de las más memorables, pero aún manteniendo una gran maestría en la creación visual, al tiempo que vuelve a indagar en sus habituales motivaciones argumentales, en este caso cruzando el despertar a la madurez de un chico en un mundo mitológico, pero que hace tiempo que ha perdido la magia, sumiéndose en una rutina absolutamente "normalizadora". Efectivamente, todos los personajes de ONWARD son mitológicos; hadas, unicornios, dragones, mantícoras, grifos, centauros y elfos, especie a la que pertenece Ian, que sólo quiere pasar desapercibido a sus 16 años, pero al que le espera un gran giro, relacionado con la muerte de su padre, al que apenas pudo conocer. Dan Scanlon (que vuelve a la dirección tras MONSTERS UNIVERSITY) es la punta de lanza de un proyecto largamente acariciado por Pixar, y que precisamente por ello da la impresión de no poder alcanzar unas expectativas demasiado altas. Es un film modesto, simpático, con algunos chascarrillos bien construidos y una galería de personajes diseñados con muy buen gusto. Pero, me temo, va a engrosar rápidamente la lista de "bueno, bien, normal", que en otro caso sería una buena crítica, pero en el caso de Pixar nos suele dar la impresión de cierta dejadez argumental, y tampoco es eso. Es injusto, pero es lo que hay.
Saludos.

jueves, 18 de junio de 2020

Una historia de mujeres



GWEN es una pequeña película independiente, filmada en los duros paisajes de Gales, y con un trasfondo que podría llevar a múltiples equívocos. O es eso, o no he entendido esta historia yo tampoco. Y puede que sea básicamente porque han proliferado en los últimos tiempos una gran cantidad de propuestas similares; relatos de época que intentaban, con diversa fortuna, resarcir la figura femenina confrontándola a la brutalidad masculina, que solía usar con el mismo fin los apelativos "bruja" o "puta". En su debut, William McGregor es bastante más sutil que, por ejemplo, Robert Eggers, y se centra en la condición miserable de una mujer y sus dos hijas, que apenas logran subsistir en un desolado páramo, que gradualmente ha sido despoblado por el acaparamiento de las tierras por una importante mina. De huesuda concepción, me atrevo a decir que GWEN se fija más en Tarr que en Eggers, disponiendo una puesta en escena inquietante, pero en absoluto deudora del cine de terror, excepto en las extrañas visiones de la hija mayor, que podríamos ver como alucinaciones provocadas por el hambre o la enfermedad. Sin ser nada del otro mundo, es una película interesante, pero que necesita de nuestra colaboración sin ninguna duda; trasladar sus imágenes a lo meramente explícito sería un error, mientras que se pueden extraer algunas reflexiones sobre lo femenino, esclavizado y manipulado, si sólo se atiende al terrible destino de estas tres mujeres.
Saludos.

miércoles, 17 de junio de 2020

Sin mí no eres nada



LA DEMOISELLE D'HONNEUR, de 2004, adaptaba una novela de Ruth Rendell, en la que se narraba la progresiva descomposición psicológica de un hombre, al caer bajo el influjo de una extraña joven, llegando a flirtear incluso con el crimen. Él (Benoît Magimel) es un joven aparentemente centrado, que aún vive en la casa familiar junto a su madre y sus dos hermanas, y que empieza a cobrar notoriedad en el negocio donde trabaja. Sin embargo, toda su vida se trastoca al conocer a una misteriosa joven (Laura Smet, hija en la vida real de Johnny Hallyday), que lo magnetiza y absorbe, primero como un juego, pero volviéndose cada vez más oscura e inquietante. Se trata de otro gran film semiolvidado de Chabrol, uno de esos "juegos de apariencias" tan bien manejados por el director francés, sin que sepamos a ciencia cierta si predomina la denuncia ante el acto criminal, o por el contrario aflora esa callada venganza sobre quienes presumen tener su vida perfectamente bajo control.
Saludos.

martes, 16 de junio de 2020

Matando el gusanillo



19 años llevaba Edward Norton sin ponerse tras la cámara. Tenía sus razones, MÁS QUE AMIGOS fue un fracaso total, aunque reconozcamos que tras su apacible apariencia de comedia romántica bullía un interesante esfuerzo por remover los cimientos desde los preceptos clásicos. Algo así se intuye en MOTHERLESS BROOKLYN, en la que Norton dirige, protagoniza y guioniza la estupenda novela de Jonathan Lethem, cuyo excepcional léxico se erige en obstáculo y no en soporte. Ecos de Chandler, pero también de Pynchon o, más reconocibles, Scorsese y el Polanski de CHINATOWN, sus dos horas y media transitan farragosamente por momentos fascinantes, otros aburridos, cuando no directamente intrascendentes. El gran problema es la dificultad a la hora de transmitir hacia dónde debe dirigir la mirada el fatigado espectador, abrumado por el trasiego de personajes y circunstancias, argumentaciones superpuestas o lo que parece apenas un cúmulo de despistes o callejones sin salida. Sabemos que hay una red corrupta en el ayuntamiento de New York, un oscuro grupo de matones y un asesinato justo al principio de la función (un efímero Bruce Willis), que suponemos debe ser resuelto para llegar a enterarnos de algo, pero yo acabé con la sensación de saber exactamente lo mismo al principio y al final. Es curioso, sin embargo, que lo más inteligible sea la indescifrable jerga del detective protagonista, en el papel que Norton se reserva para su lucimiento personal.
No sé, a lo mejor debería verla otra vez, pero me da una pereza infinita. Ahora bien, puede que contenga una de las mejores bandas sonoras de los últimos veinte años, no exagero.
Saludos.

lunes, 15 de junio de 2020

Nunca seréis felices



En 2015, en Sitges, se proyectó una curiosa película polaca, una especie de vuelta a cierto cine europeo que, sin desdeñar el género, enarbola una visión de amplio espectro social, político y humano. Su director, aún joven, tenía pensado asistir al festival, donde finalmente se alzaría con el premio a la mejor fotografía, pero una nota llegó a la organización: Marcin Wrona se había suicidado en un hotel.
No soy mucho de este tipo de detalles escabrosos, pero me parecía justo elevar la figura de un cineasta que estaba llamado a ser uno de los nombres importantes de su país. Lo confirmaba DEMON, inclasificable historia, a medio camino del cine de terror, la denuncia histórica, la comedia negra y bastantes más salpicaduras, tomadas de aquí y allá, pero con multitud de virtudes y hallazgos. Wrona encuentra una voz propia para desdibujar el trazo sin perder el hilo, y nos adentra en una sola jornada, la que va a unir en matrimonio a dos jóvenes. Él ha vivido casi toda su vida en Londres, y ella es la hija de un adinerado constructor; la boda, organizada por todo lo alto, se celebrará en la casa que el padre ha dado como dote. Sin embargo, una inexplicable extrañeza se va apoderando del joven, ajeno a la cultura polaca, pero que no termina de estar cómodo con algunos detalles. De repente, en mitad del festejo, su actitud cambia, y en lugar de celebrar se sume en una especie de melancolía por algo que sólo él ha visto, desembocando en un suceso que amenazará incluso con cancelar el convite, ante la negativa de los suegros. Se enlazan así varios aspectos que no pueden pasarse por alto, como el oscuro pasado de la comunidad bajo la ocupación nazi, o la tendencia a mirar hacia otro lado cuando los problemas afloran. Todo con un sentido del ritmo buenísimo, una fotografía impecable y unos actores que no desentonan en un film, insisto, sorprendente y que ha quedado como epitafio de una carrera que no había hecho más que despegar.
Saludos.

domingo, 14 de junio de 2020

Rincón del freak #410: Manolete, Manolete...



... "si no sabes torear pa qué te metes", que rezaba el pasodoble chusco. Y es que hay cosas que a estas alturas uno ya no es capaz de comprender, por mucho que se las quieran explicar. FANTASY ISLAND es una de ellas, porque a la Blumhouse se le ha ocurrido que, mientras encuentran algún guionista decente, a lo mejor pueden empezar a destrozar series semiolvidadas de los setenta. Aquélla ustedes no la recordarán, y aquí tampoco es que fuese la bomba, pero en Yanquilandia fue todo un éxito y llegó hasta las seis temporadas. Hablaba de una isla paradisíaca, en la que todos los deseos de sus visitantes se hacían realidad... literalmente; el primer error está en que cada capítulo mostraba personajes independientes, con sus diferentes cuitas y los guionistas solían rematar con alguna que otra lección moral, con la que el señor Roarke (Ricardo Montalbán) lograba que los huéspedes regresaran a sus casas siendo mejores personas. Y ahora la versión de 2020: A la isla llegan los ganadores de un concurso, y parece lógico que alguno pida sexo, drogas y diversión, pero no queda tan claro que otros quieran quedarse preñadas, ser soldados ¿? o putear a una acosadora del insti. El asunto queda tan devaluado, tan sumamente ridículo, que otra vez hay que hacerse la pregunta ¿Somos nosostros los que no hemos entendido nada, o los tres guionistas?... ¡Tres guionistas!
Por cierto, ¿no era una ocasión pintiparada para que el gran Peter Dinklage nos trajese de vuelta a otro grande como Hervé Villechaize?...
Horrorosa de mala.
Saludos.

sábado, 13 de junio de 2020

Diario de merecimientos



Las habremos visto otras veces, más potentes, sarcásticas, endiabladas, sorpresivas, pero pocas películas recientes pueden presumir de encontrar, casi sin esfuerzo, el punto justo de modulación, su "temperatura variable", como lo hace BAD EDUCATION. Y lo cierto es que Cory Finley aprueba con nota el siempre complicado margen del segundo film, y lo hace por dos motivos bien diferenciados. Primero, no se cree más lista de lo que es y hace caso al estupendo guion escrito por Mike Makowsky, del que es imprescindible hablar después; pero sobre todo, es una de las mejores direcciones de actores recientes, logrando cambios de registro asombrosos, fundamentalmente en el tándem Hugh Jackman/Allison Janney, que convergen con extraordinaria naturalidad en el arranque, para seguir caminos separados (y contrapuestos) más tarde. Makowsky destapó, con un "inocente" artículo en el periódico escolar de Roslyn, el que a día de hoy es el mayor desfalco en su ámbito (unos 12 m. de dólares). Pero el film de Finley no se queda ahí, y se erige como crónica necesaria de toda una cadena de engaños, apariencias y supercherías, en torno a la figura (real) de Frank Tassone, que sin duda merecería todo un estudio en profundidad. Tassone es una especie de genio visionario, capaz de elevar el prestigio de una humilde escuela hasta las cinco mejores del país, desde su puesto de superintendente administrativo; además, antiguo profesor de literatura, posee una memoria prodigiosa, conoce cada detalle de cada alumno, e incluso saca tiempo para un peculiar club de lectura. Pero Tassone es también un hombre esclavo de unas pasiones que ha mantenido ocultas durante toda su vida, y que son el pilar y colofón de este film sorprendente y necesario, con mucha más mala baba que otros de apariencia más agresiva, y que la HBO ha presentado como gran título de su vertiente cinematográfica.
Muy buena, y Finley un nombre a seguir sin ninguna duda.
Saludos.

viernes, 12 de junio de 2020

Dialéctica sucumbiendo



Una de las cosas con las que más me divierto en esto del cine es arañando, sacando a la superficie esos títulos que han permanecido demasiado tiempo en el ostracismo, bien para descubrir calidades intemporales, o bien para un ejercicio incluso más retorcido: en este caso, comprobar que desgraciadamente somos mucho más mojigatos que hace 25 años. Yo me lo temía, pero es mejor verificarlo de primera mano, y buena prueba de ello es THE LAST SUPPER, la segunda película de una por entonces jovenzuela Stacy Title, que parece un episodio macabro de "Friends", pero luego va elaborando un interesante punto de vista acerca de lo torticeros que son los puntos de vista absolutos. De hecho, a más de uno le aflorará una sonrisa tras comparar su premisa con la situación política actual: un grupo de liberales universitarios, defensores de la cultura y los derechos civiles, organiza una cena cada domingo, a las que invita a una persona que no sea afecta a sus opiniones y así polemizar en busca de un consenso enriquecedor. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando un tipo bastante despreciable, racista, misógino y violento (un genial Bill Paxton) logra sacar de sus casillas a los apacibles amigos, y lo que sucede a continuación cambia sus vidas para siempre. Con un reparto de jóvenes caras (por allí anduvo Cameron Diaz, por ejemplo), lo mejor es ese desquiciado arranque, pero a la joven Title le cuesta luego mantener el tono, y se limita a secuenciar un puñado de excelentes colaboraciones (Mark Harmon, Charles Durning, Jason Alexander), para culminar en otro punto fuerte con un Ron Perlman que se adueña del film en apenas unos minutos.
Buena película, curiosa película, incorrectísima película, pero sobre todo una oportunidad para descubrir, como decía, otra joyita olvidada de los 90's.
Y de nuevo aprovecho para enviar ánimos a esa luchadora incansable que es Stacy Title.
Saludos.

jueves, 11 de junio de 2020

Al margen



Andrew Dosunmu es un artista visual, fotógrafo e incipiente cineasta, nacido en Nigeria, pero afincado desde hace años en Estados Unidos. Sus dos primeras películas se inscribían directamente en una corriente reivindicativa, la de los derechos de la comunidad negra; una deriva estupenda para remarcar tus prioridades éticas y hasta estéticas, pero que puede convertirse en un bucle hacia la autoparodia (que le pregunten a Spike Lee). Sin embargo, su último film, estrenado en 2017, toma una dirección absolutamente inesperada, no ya en lo argumental, sino por los elementos empleados. WHERE IS KYRA? es uno de esos pequeños proyectos independientes, de ínfimo presupuesto, que tanto han proliferado en los últimos años como contestación al sinsentido de mantener un cine-tipo de presupuestos desorbitados. Cine para la crisis, sí, pero también sobre la crisis. Aquí, una concienciada (y concienzuda) Michelle Pfeiffer intenta por todos los medios despegarse de su alargada sombra como sex symbol, y entregar un naturalista retrato, el de una mujer que ha superado ampliamente los cincuenta años y, sin expectativas laborales, depende enteramente de la pensión de su anciana madre; hasta tal punto que, una vez ésta fallece, toma una decisión drástica, movida por la desesperación ante un inminente desahucio. A Pfeiffer la da réplica un estupendo Kiefer Sutherland, en lo que parece más una colaboración desinteresada de dos estrellas de Hollywood, y no un film prototípico. Una película "europea", si se quiere, que me recordó vagamente aquella magistral KEANE, de Lodge Kerrigan; sombría, morosa en la articulación, y con tendencia a relamerse en los aspectos más escabrosos, pero también menos visuales, como la humillación, la vergüenza o esa desorientación que asociaríamos con quien siente en el desarraigo su único aliado.
Interesante, pero demasiado fría.
Saludos.

miércoles, 10 de junio de 2020

La marca de la ignominia



LA FLEUR DU MAL, de 2003, se establecía en torno a una influyente familia de provincias, con el trasfondo de unas elecciones locales, a las que se presenta la madre, política de éxito. Pero antes, concretamente en los títulos de apertura, vemos una víctima tirada en el suelo, presumiblemente un asesinato. No es casual, porque el detalle es aquí tan importante como la fina correspondencia histórica ¿Cómo? Enlazando cada personaje, cada historia personal, con el oscuro pasado colaboracionista de dicha familia; un hecho ocultado, sepultado bajo la afable apariencia de una burguesía aposentada, confiable, lo que queda de manifiesto en la ardua recolección de votos. Muchas capas, como la dudosa relación entre los primos, con la incógnita de si podrían llegar a ser incluso hermanastros, aunque lo suyo sea de lo poco verdaderamente genuino e inocente. El padre, mujeriego y amoral, aborrece a su mujer y sus ideas reformistas; y la anciana tía, de mente abierta, celebrando cada acto de libertad, es diariamente acosada por fantasmas del pasado, incapaz de librarse de ese sentimiento de culpa que casi parece un personaje más en esta película intrincada y muy inquisitiva. Uno de esos títulos de Chabrol que posiblemente mejor han resistido el paso del tiempo, ahora convertido en uno de sus últimos trabajos más interesantes.
Saludos.

martes, 9 de junio de 2020

Tarantineces



No es un recién llegado Ant Timpson, y se le nota en lo claras que tiene algunas cosas, incluso para alguien que, con más de 50 años, se ha decidido a debutar en la dirección. Con una larga carrera como productor, el neozelandés puso en las manos del guionista Toby Harvard una idea que llevaba rondándole la cabeza mucho tiempo atrás, y que puede parecer muchas cosas, pero desde luego no una sola. COME TO DADDY es, ante todo, sorprendente; una amalgama de géneros con un guion endiablado, no porque nos cuente nada que no hayamos visto ya, sino porque contiene la maravillosa cualidad de "guiar" al espectador por donde cree tener el control, para seguidamente ir hacia otro sitio completamente distinto. A grandes rasgos, comienza como una comedia negra, algo estrafalaria, en la que un treintañero (un estupendo Elijah Wood) visita a su padre por primera vez desde que éste lo abandonara siendo un niño, y lo que encuentra es un tipo sombrío y alcoholizado, aunque termina por despertarle una mezcla de curiosidad y condescendencia. Sin embargo, aviso: cualquier camino que pensemos que puede tomar la película a partir de ahí es probable que no se corresponda con el que finalmente ocurre. Y me cuido mucho de desvelar nada más, excepto que la sombra del Tarantino más desatado sobrevuela todo el metraje, o que podamos rastrear a grandes renovadores del género negro, como Jeremy Saulnier o S. Craig Zahler, que no es poca cosa.
Muy recomendable.
Saludos.

lunes, 8 de junio de 2020

Pagar la deuda



Habrá quien hable de GRETEL & HANSEL como la gran revelación de la temporada, otros dirán que es una correcta puesta al día, o quizá renieguen de su "tufillo posmoderno" (Winding Refn o Panos Cosmatos, principalmente), por no hablar de los que la ven como ese bluff de todos los años. A mí me parece una muy buena película, pero por motivos bien diferentes. La gran oportunidad que tiene el cine actual es, primero, olvidarse de los clásicos e ir directamente a la fuente ¿Qué quiere decir esto? Que si sólo quieres "homenajear", lo más lógico es que el resultado sea desganado e impersonal; por el contrario, puedes intentar imaginar cómo hubiesen hecho una película los hermanos Grimm, de haber sido esto posible. Es donde quiero llegar, y donde estoy viendo los ejemplos más interesantes de cine reciente. Tomando como modelo a no imitar películas que nacen antiguas, como THE ARTIST o BLANCANIEVES, GRETEL & HANSEL es tan clásica como contemporánea, y juega a no perder la comba del cuento, en tanto que "cuento", al tiempo que desparrama una gran imaginación visual, sin abusar de lo digital y más pendiente de las posibilidades de la excepcional fotografía de Galo Olivares, que tan injustamente fue discriminado en esa mentira de película que es ROMA. En definitiva, una película sorprendente y fresca, un poco (demasiado) minimalista, y con algunas referencias que no parecen tan casuales, como la puesta en escena tan deudora de Jodorowsky o esa búsqueda de lo truculento a través de la comprensión de lo que se nos pone delante, sin los habituales e innecesarios escamoteos dialécticos.
Efectivamente, véanla.
Saludos.

domingo, 7 de junio de 2020

Rincón del freak #409: Un derrumbe múltiple



He seguido la trayectoria de John Erick Dowdle desde su más que interesante debut, hace ya algunos años, comprobando que se trata de un director que sabe lo que hace, y hasta es capaz de aportar toques novedosos a propuestas que a priori lucen bastante trilladas. Curiosamente, AS ABOVE, SO BELOW, de 2014, parecía que podría ser la oportunidad para que Dowdle, junto a su hermano Drew, guionista de sus films, obtuviese cierto reconocimiento a mayor nivel mediático. Durante gran parte del metraje así parece ser, pero este enésimo acercamiento al found footage terrorífico adolece de lo que, en un curioso anecdotario metarreferencial, constituye su espina dorsal. El argumento gira sobre una intrépida arqueóloga, que no parece conocer límites a la hora de llegar hasta donde nadie se atreve, poniendo incluso su vida en peligro. El punto fuerte estriba en la localización, los interminables y tenebrosos pasadizos de las catacumbas de París, cuya fascinación proviene de la certeza de que apenas se ha explorado una mínima parte, lo que ha derivado en todo tipo de elucubraciones y leyendas acerca de lo que podríamos encontrar ahí abajo. Muy interesante, sí, pero desaprovechado. Al igual que sus personajes, el film no sabe dónde ir, perdiéndose en sus propias trampas de guion, volviendo absurdamente sobre sus pasos y con el constante peligro de que todo colapse sobre sus cabezas. Es necesario verla para comprobarlo, e incluso puede que tenga sus adeptos, porque no se trata de un completo desastre, tan sólo de un film incapaz de cumplir sus expectativas.
Saludos.

sábado, 6 de junio de 2020

Vida prócer #24: El cine de Hong Sang-soo



Y cómo no, no puede faltar un sábado dedicado a Hong Sang-soo, al que a veces hay que acelerar para cogerle el ritmo. Su penúltimo film es, hasta ahora, GANGBYUB HOTEL (EL HOTEL JUNTO AL RÍO), donde vuelve a ofrecer un pequeño relato escindido en dos partes, perfectamente diferenciadas las dos, aunque confluyendo ambas en un desenlace que dota de sentido único a lo que aparentemente no tiene nada que ver. Por un lado, tenemos a un viejo poeta que, sumido en una especie de extraña melancolía, cita a sus dos hijos en el hotel del título, un poco para ajustar cuentas con el pasado, aunque en realidad intuye que su fin está cerca y le gustaría verlos por última vez. Por contra, una joven se va al hotel huyendo de un desengaño amoroso, y desde allí telefonea a su mejor amiga para que la acompañe en unos momentos tan difíciles para ella. Aquí los personajes hablan, o no; interactúan, o se mantienen al margen; y entre una cierta banalidad consensuada, los sentimientos más íntimos van saliendo a flote, conformando lo que podríamos denominar "una realidad paralela", más idealizada, pero también más inalcanzable. En este pequeño poema visual, en espléndido B/N, Hong vuelve a dar una lección de vida sin pretender adoctrinar ni caer en una previsible demagogia barata; no, porque todos y cada uno de nosotros hemos necesitado en algún momento, o bien huir, o bien dar algo por concluido.
Sabia película.
Saludos.

viernes, 5 de junio de 2020

Una carta de amor



A todos vosotros, después de estos días duros en los que hemos tenido que alejarnos unos de otros, quizá hayamos aprendido, o no, aunque luego volvamos a no poder vernos, a tirarnos los trastos, a recelar de los que tanto hemos echado de menos. A vosotros os podría dedicar una película como quien dedica una peineta, o un abrazo, o una cosa que no tiene nombre pero los gallegos llaman "morriña". THE COMMITMENTS es una película maravillosa, no conozco a nadie que no le guste, ni siquiera a quien no la ha visto, que ya... Lloras, ríes, te emocionas, comprendes un par de cosas sobre la gente, sólo para dejar de comprenderlas un poco después. Alan Parker hizo un casting de músicos, no de actores, y le salió genial; a lo mejor es que los músicos, si están bien dirigidos, pueden actuar bien (al revés me permito dudarlo). No sé, no hay mucho más que decir, excepto esa sensación por la espina dorsal, de gente de barrio humilde, con la ilusión de un niño, sin importar el dinero. Hoy día es otra cosa, y ves a pazguatos dando entrevistas sobre nosequé un par de meses antes de que la trituradora de las mass media los manden a tomar por culo.
Está a punto de cumplir 30 años, y sigue siendo un film bello y honesto, honestamente bello, y con algunos de los números musicales mejor filmados de la historia, y con un puñado de personajes que se quedan en tu retina para siempre.
Quédensela hoy, guárdenla en su alma y sigan disfrutándola como si supieran que mañana se acaba el mundo...
Maravillosa.
Saludos.

jueves, 4 de junio de 2020

Servir y proteger



Recientemente, Clint Eastwood ha cumplido años, 90 nada menos. Es un buen momento para hablar de su última película, la vigésima que aparece por aquí, aunque siempre es un buen momento para ello. RICHARD JEWELL, en contra de lo que podría parecer, no es un título menor en su amplia, indiscutible filmografía; no lo es porque Eastwood vuelve, sin pisar lugares comunes, a lo que mejor sabe hacer. De una tacada, revisa un caso que haría tambalear los cimientos de cualquier democracia, acaecido durante los JJOO de Atlanta'96, en el que un vigilante de seguridad fue injustamente acusado (y acosado) por el FBI de la colocación de una bomba casera, aunque fue él quien descubrió la bomba y alertó a la policía para evacuar el recinto lo más rápidamente posible. Sin quedarse ahí, Eastwood despliega un asombroso sistema de indagación artística, matizando cada personaje, cada frase, cada acto, sin dejar nada a la especulación, pero permitiendo que el espectador contraste lo que le es ofrecido con su propio juicio moral. Jewell era un blanco fácil, uno de tantos "americanos tipo", patriota, amante de las armas y con un acusado sentido de la justicia, lo que le lleva a ser rechazado en multitud de puestos y no poder acceder a su sueño de ser agente de policía. Se pone de manifiesto así la gran acusación de Eastwood, en la que nos vemos inmersos más hoy día que hace 25 años, y que no es otra que la manipulación de los medios para llegar a influir en la percepción colectiva de las cosas. No son trampas, son armas de director curtido, de contador de historias, de los buenos; un señor que no parece contemplar la retirada... al menos hasta que sea estrictamente necesaria.
Saludos.

miércoles, 3 de junio de 2020

Detentores de la moral



Nadie se refiere ya a la moral, no interesa. La moral no se ve ni se toca, pero sus consecuencias son permanentes, sobre todo en caso de que se tenga conciencia. En AU COEUR DU MENSONGE, de 1999, Chabrol volvía por sus fueros, diseccionando una serie de conductas para elaborar una crítica social de la que casi nadie sale indemne. El brutal asesinato de una niña, en una pequeña ciudad de provincias, dispara las sospechas, acumuladas por una inspectora de policía que va descubriendo todos los oscuros secretos de una comunidad cerrada sobre sí misma. Al principio son todos sospechosos, desde un pintor tullido hasta un escritor frívolo y solterón; el problema sobreviene al destaparse los mencionados secretos. Odios, envidias e infidelidades, que señalan a unos y seguidamente los absuelven, aunque por el camino nos quede el hedor de unos pecados que sólo pueden tapar otros mayores.
Está bien dirigida e interpretada, pero podría haber dado bastante más de sí.
Saludos.

martes, 2 de junio de 2020

La luz fría



LIGHT OF MY LIFE es una de esas películas que desconciertan; no sabes si es muy buena o muy mala, si te has perdido algo crucial o no hay más cera de la que arde. En sí, la cosa ya empieza con el tufillo de ya visto, sobre todo si evocamos títulos recientes como THE ROAD. Esto es: estamos en un futuro cercano, apocalíptico, donde una misteriosa pandemia (cómo no) ha arrasado a las mujeres, haciendo peligrar la existencia misma de la raza humana. En realidad lo que importa no es tanto esto (aunque el contexto lo condiciones todo) como la relación padre e hija, donde el primero ha de afrontar un doble reto: cuidar a la niña, pero haciéndola pasar por un niño. No es hasta bien avanzado el relato que la cosa se complica, y el excesivo metraje se resiente de un ritmo cansino y algo contemplativo, buscando un equilibrio que no parece llegar nunca, porque Casey Affleck renuncia a toda grandilocuencia, desecando el argumento sin miedo a la pedantería. Es más un problema de absolutos, porque el dilema argumental está casi siempre fuera de campo, y los mejores momentos pertenecen a los enternecedores diálogos entre el propio Affleck y la sorprendente Anna Pniowsky, que llega a robarle varias escenas sin esfuerzo.
Puede ser un conato de western, o un drama reflexivo acerca de cuánto nos necesitamos unos a otros. En todo caso, una película que necesita algún visionado más para degustarse en su justa medida.
Saludos.

lunes, 1 de junio de 2020

Ojos que no ven



Para ponerles en situación, deberíamos empezar por el principio, que no es otra cosa que la novela original de H.G. Wells, todo un hito revolucionario en su época y muestra del talento de su autor, siempre adelantado a su tiempo. Ahora apenas aspiramos a pertenecer a nuestro propio tiempo, ser "contemporáneos", sea eso lo que sea, y en el camino se quedan, deshilachadas, multitud de opciones para ser algo más ambiciosos, dado el material de partida. THE INVISIBLE MAN tiene un par de cosas que evitan que todo se desplome de manera irremediable: su primera media hora y Elizabeth Moss. Y poco más hay que añadir a una película que se viene repitiendo cíclicamente, uno de esos productos perfectamente estructurados y facturados para inquietar lo justo y remover lo justo también. El arranque es estupendo, y no da un minuto de tregua al espectador, poniendo en imágenes la huida de la aterrorizada protagonista, condenada a dormir con su enemigo. Una secuencia filmada casi en completo silencio y que sirve para que seamos testigos, sin mostrarlo, del infierno de los malos tratos, y la dificultad que siempre tiene la víctima para huir de ellos. Todo es más fácil con una actriz como Moss, que modula su interpretación por multitud de estados de ánimo, dotando de verosimilitud a un film que la va perdiendo a medida que el metraje se alarga innecesariamente y el suspense deja paso a un terror más convencional, desembocando en un desenlace cuyos fallos y licencias no merece la pena enumerar aquí y ahora. Whannell, en un nuevo intento por desembarazarse de la alargada sombra de James Wan, en realidad parece un calco light de éste, y ni mucho menos el director con talento que pretende ser, y que no sé si alguna vez será.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!