viernes, 30 de abril de 2021

Aquellos tragos amargos


 

No es sencillo ubicar una película como HEARTBURN, mucho menos ahora (hablamos de 1986), con todas las coletillas que penden, como impávidos post-its, a modo de "manual del melodrama conyugal". Todos quieren ser Bergman y explicarnos muy bien por qué el amor es el campo de batalla más peligroso, y tenemos multitud de ejemplos, pero a lo mejor no tan explícitamente valientes como éste. La película era como asistir a una interminable sesión de flagelación, la de la escritora y cineasta Nora Ephron, que relataba sin paños calientes su tortuosa relación con el periodisya Carl Bernstein. Se agradece el tono desencantado, del hartazgo progresivo de una Meryl Streep que se va adueñando poco a poco del protagonismo, hasta desintegrar a un Jack Nicholson reducido a un tipo bastante detestable. Sin embargo, hay algo que rechina, algo indetectable, pero que bien podría ser la verosimilitud de la circunstancia de la protagonista, fuera de ella misma, rodeada siempre de gente que no la comprende o simplemente la trata como una pobre idiota, por volver una y otra vez con un hombre que no cesaba de ponerle los cuernos y poco menos que abandonarla con dos hijos. Por ello es una película que dejó a más de uno con el ceño fruncido, quizá porque esperaban una comedia romántica al uso, o un despliegue de duelos interpretativos; pero ni es lo primero, ni el dúo protagonista consigue la química suficiente para lo segundo. Pero recuerden, el pastel que se acaba es de lima, y la lima es amarga...
Y, sí, el cuarto era Mike Nichols.
Saludos.

jueves, 29 de abril de 2021

Oratoria del yonqui


 

Algo me trastornaba. No haber visto todavía el atrevimiento de Cronenberg, llevar a la pantalla THE NAKED LUNCH, el inadaptable laberinto creado por Burroughs a modo de exorcismo impenitente. Y hay que hacer varias advertencias, de la película y de la novela. La primera no es la segunda, sino el intento de taponar el chorro verbal de ésta, buscar una ubicación tangible donde no existe más que el deseo de escribir, de explicar a quien no siente ese deseo que la vena queda rajada para siempre. Ésta es una narración que sólo tiene sentido en la ficción más pura, la que se despoja de lo terrenal para abrazar lo puramente sensorial. No me extraña, por tanto, que no la hayan entendido; pero Cronenberg, incluso entendiéndola muy bien, tampoco podía adaptarla, sólo adaptar su propia mirada con ayuda de esta biblia apócrifa. El protagonista es un escritor que no quiere ser escritor, o que no sabe que sólo sabe escribir, que no sabe vivir en el mundo de los que escriben, no quiere. Él quiere las drogas, el abandono del cuerpo, y transmuta las máquinas de escribir en seres tristemente piadosos, insectos con cuyo exterminio creía ganarse la vida, cuando le hacían señas para que introdujese las manos en su abdomen mágico y lleno de palabras. Es la historia del yonqui, y si nunca lo han sido no lo entenderán; es la maldición del escritor, que teme explicitar lo que ya sabe, ingresar a esa "Interzona" donde escriben funcionarios sin talento. Y ahora, después de 30 años, justo el tiempo en que leí aquella novela de la que no entendía una palabra, lo veo claro. El mensaje encriptado de Burroughs se hace carne en la mejor y más inclasificable película de Cronenberg...
Saludos.

miércoles, 28 de abril de 2021

Todos los caminos...


 

Una agencia de casting cinematográfico. Una pareja de actrices. La mujer del productor, pensándose su divorcio tras hacer terapia. El director en crisis creativa. Y el guardia de seguridad. Un tipo que hace masajes sin que se deje la actividad laboral... Todo ello podría caber en una sitcom, o en una película coral, pero a Mike Figgis (un director al que nunca se le ha dado bien inventar) se le ocurrió que podría filmar cuatro planos secuencia de 100 minutos, e ir ensayando una especie de "montaje a tiempo real", dividiendo la pantalla en cuatro y esperar, creo yo, que ocurra un milagro. En los títulos de crédito finales se nos aclara lo que intuíamos, que la mayor parte del tiempo los actores y actrices estaban improvisando, por lo que quedaba confirmado que un guion bastante flojito se subordinaba a la acción de la forma. TIMECODE fue rodada en el año 2000, en plena fiebre del digital y las steadycam, y podía haber sido un esxperimento curioso, pero lo que cuenta es aburrido y a veces sonrojante (¿por qué todas las mujeres acaban besándose?). De salvar algo, aparte del esfuerzo de tener que seguir cuatro imágenes diferentes, sería, si acaso, la crueldad de Figgis al abandonar a actores muy limitados a mantener una coherencia sin interrupciones (especialmente sangrante lo de Salma Hayek, Jeanne Tripplehorn, Saffron Burrows o Julian Sands). Por el contrario, uno aprecia el oficio de Stellan Skarsgard o Danny Huston, menos explorados que otros con menor interés. Un experimento fallido, olvidado, y por fortuna no repetido... que yo sepa.
Saludos.

martes, 27 de abril de 2021

El reencuadre del reencuadre


 

Y también está Mike Leigh, un director tan versátil, y al mismo tiempo con una personalidad tan marcada, que su firma está presente en films aparentemente antagonistas, finalmente traspasados por la verdadera medida del hombre ante sus problemas. Problemas cotidianos, que también son problemas eternos, frustraciones, dilemas y deseos. LIFE IS SWEET lleva el oxímoron en el título, para seguidamente proponer una comedia en toda regla, centrada en una familia prototípica de un barrio cualquiera de Londres. Una fórmula de medida para eso tan indefinible de la humanidad, bien podría ser el humor con el que somos capaces de terminar un día para poder empezar el siguiente. Sin embargo, Leigh siempre va un paso más allá; sus héroes, todos de carne y hueso, parecen habitar un mundo que quiere ser dulce, pero que la realidad va agriando a marchas forzadas. Ella, la madre, parece reír y bromear a todas horas, y el padre procrastina todo menos ir un rato al pub. Las hermanas, gemelas, son tan humanas que una se dedica a instalar calefacciones y vestirse como un chico, pero la otra enmascara un serio problema alimenticio con una actitud desafiante aunque cínica: quiere arreglar todos los problemas del mundo sin mover un dedo y culpando a los demás. Podría ser una farsa, podría ser un guiñol, o un rocambolesco cruce entre cierta idea neorrealista y otra falsamente sentimental. De lo que estoy seguro es de que es una extraordinaria película, que no sólo no ha envejecido tras 30 años, sino que mantiene encendido un discurso vigoroso, el mismo que nos permite asistir con naturalidad a la radical transformación de todos los personajes, que da la medida de que esa humanidad jamás podrá ser una ciencia exacta.
Siempre hay un corazón latiendo tras las imágenes de Mike Leigh.
Saludos.

lunes, 26 de abril de 2021

Alergia de azúcar


 

Esta semana me permito retomar uno de esos mongráficos prácticamente invisibles, y que quizá sólo yo sea capaz de entender el motivo que lo sustenta. Directores que se llamen Mike los hay, y muchos, pero hay cuatro a los que suelo emparentar sin ningún tipo de razón aparente, lo que me lleva a alinearlos de manera estricta y pareja. Ya lo verán, pero me parecía pertinente incluir, por ejemplo, ENCHANTED APRIL, del británico Mike Newell. Un film de 1992, un poquito olvidado para mi gusto, y que intentaba capturar el tono ensoñador y amable de la novela de la escritora australiana Mary Annette Beauchamp, que en realidad fue más conocida con el nombre de Elizabeth von Arnim. La historia es simple, aunque guarda celosamente algunos apuntes sobre la insarisfacción femenina en un mundo predominantemente masculino. Hoy lo llamaríamos "empoderamiento feminista", pero entonces tan sólo aspiraba a colmar de la belleza de un castillo italiano a cuatro mujeres muy diferentes entre sí, tanto como los motivos que las han llevado a darse ese capricho durante el mes de Abril. Dos son amigas, casadas, y la que sólo percibe frialdad de su marido, pronto entenderá que en realidad su marido la ama con locura, pero no sabe demostrarlo; la otra, en cambio, es incapaz de ver la ingente cantidad de cuernos que lleva, porque ama a su marido con la misma intensidad que ilusamente cree estar recibiendo. Por otra parte, una mujer de cierta edad, que siempre ha vivido sola, y que nota la evidencia del paso y el peso de los años, lo que terminará por derribar su exacerbada severidad con todo lo que denote el más mínimo gozo. Y por último, una joven aristócrata que sólo quiere disfrutar al máximo de la vida, incluso si ello la lleva a conocer a algún que otro hombre casado.
Un film, en definitiva, rodado con buen gusto y excelente oficio; con un póker de actrices de altura (Miranda Richardson, Polly Walker, Josie Lawrence y la veterana Joan Plowright), que conforman ese delicioso y no tan ingenuo paso a una vida diferente, quizá ya por última vez...
Saludos.

domingo, 25 de abril de 2021

Rincón del freak #453: La alegría y desesperanza del corredor de seguros


 

Es curioso orquestar una sinfonía de la destrucción justo en mitad de la incapacidad para ponernos de acuerdo para pararle los pies a un minúsculo virus. No hay nada que hacer si a cada problema sanitario pretendemos combatirlo exclusivamente con dinero; un virus no sabe lo que es el dinero, ni los países, y ni siquiera las rivalidades. A lo mejor tiene algo que ver con las no menos curiosas decisiones para poner en pie GODZILLA Vs. KONG. Estas son: si hay que destruir edificios, que sea en Asia. La gente sale chiquitita, no vaya a ser que que les dé por morirse. Los protagonistas, aparte de los monstruos, son gente que sale en sitios, mirando a sitios, estáticos o moviéndose por ahí, pero nunca se sabe muy bien qué quieren hacer realmente. Hay niños que no van al colegio, sino que deambulan por estaciones militares ultrasecretas. Nadie sabe quién es malo, nadie sabe quién es bueno, y en esa confusión cualquier cosa puede valer. En realidad, hay dos sustentos pseudomágicos para explicar este canto al Tente en manos de un bebé cruel e inconsciente: que una tecnología CGI de última generación no logre solventar el dilema de que un cuerpo se mueva a la misma velocidad dentro o fuera del agua. Aunque más importante es un montaje que alterna luz fluorescente (¡edificios fluorescentes!), Junkie XL a tope con el Roland, y la cara de Millie Bobby Brown muy preocupada por la factura del seguro... Y no es casual...
Saludos.

sábado, 24 de abril de 2021

El corredor de la rata


 

El acoso escolar no debe ser un tema menor en Hong Kong, a tenor de lo expuesto en BETTER DAYS, también nominada al oscar de habla no inglesa, y que parte de un suceso potentísimo (el suicidio de una estudiante), para ir diluyéndose en un metraje excesivo, precisamente para dar cabida a una historia más ramificada. Casi no hay rastro del intenso arranque en un desenlace demasiado idealizado, con personajes que se sacrifican por nobles causas, y pesos que han de arrastrarse durante toda la vida. Entre medias, hay tiempo para impartir lecciones morales, subrayar comportamientos reprobables, o clamar contra lo injusto del destino que han de soportar los que sólo quieren ir por el lado correcto. No es una mala película, y técnicamente tiene momentos bien logrados; pero es demasiado larga, demasiado ingenua, y es incapaz de superar su misión de "representación realista", un problema que suele darse cuando se pretende ser, precisamente, "muy realista". Además, la protagonista, aunque hace bien su trabajo, no cuela como estudiante, y se le nota que roza la treintena...
Se puede ver si tienen una tarde libre.
Saludos.

viernes, 23 de abril de 2021

Un fuego tibio


 

Es difícil defender una adaptación como la que George C. Wolfe hace de MA RAINEY'S BLACK BOTTOM, una de las más famosas obras teatrales de August Wilson; tanto, como igualmente difícil resulta sustraerse de su gran sustento, el mismo que la ha aupado a un lugar relevante en las nominaciones a los oscar. Y aun así, siendo sendas excepcionales interpretaciones, las de Chadwick Boseman y Viola Davis, ni mantienen un gramo de complicidad, ni se entienden fuera de una exhibición personal que siempre obtiene mayor sentido sobre las tablas. Queda, pues, el sentido homenaje a un actor fallecido muy prematuramente, y algunos (demasiado pocos) momentos de gran altura de Davis, que devora la pantalla con su imponente presencia. Y eso es todo, mejores los momentos musicales (Branford Marsalis es el responsable), moderados los gritos de reivindicación, y gratuitos algunos momentos demasiado convencionales, como las cuitas entre los integrantes del grupo que acompaña a Ma (en plan protodiva) en la grabación de un par de canciones. La película es corta, pero ni siquiera sé si eso le hace algún bien a un montaje que quiere pasar por trepidante, y se queda en desencajado. Podría haber dado mucho más de sí en manos más hábiles, aunque se puede ver sin problemas, y supongo que le darán el oscar póstumo a Boseman, aunque tampoco estoy seguro de si lo merece realmente.
Saludos.

jueves, 22 de abril de 2021

A un palmo


 

Un palmo apenas, es lo que separa a THE HORSE SOLDIERS de ser una obra maestra. Es, sin embargo, una gran película, un enorme western situado en plena Guerra de Secesión. Uno de sus aciertos es ir encontrando la química entre sus personajes, sin forzarlos nunca, ni exaltando su discurso. Los protagonistas absolutos son John Wayne, dando vida a un coronel yanqui, tan obstinado como eficiente, y el médico que le es asignado, interpretado por William Holden. Entre ellos, como una estrella que va languideciendo, a medida que la guerra la hace madurar a marchas forzadas, una inesperada acompañante, Constance Towers, que roza una Scarlett menor, una "señorita del Sur" retenida por este coronel cuando es descubierta espiando sus planes. Unos planes, todo hay que decirlo, descabellados, toda vez que han de cruzar territorio enemigo, con un propósito que tampoco es que les vaya a hacer ganar la guerra. La película adolece, sin embargo, de un alargamiento excesivo para lo que cuenta, y no termina de centrarse en un solo aspecto, sino que parece mutar el tono en función de quién coja las riendas en ese momento. Holden pone los pies en la tierra a Wayne, que poco a poco va entendiendo que sus decisiones cuestan vidas humanas, mientras Towers va comprendiendo que nadie tiene toda la razón en un conflicto, y que su cautiverio es obligado. Todo lo demás es magnífico, incluso tanteando el "crepuscular" (es 1959) o reafirmando su carácter marcadamente antibelicista, en un relato que no hace prisioneros, y por lo tanto todos han de acabar vencidos. Y hay hasta una declaración de amor (entre dientes, claro), del Duque... Oro puro.
Quizá no esté entre la élite de los westerns "fordianos", pero me permito el recomendársela vivamente, no hay duda de ello.
Saludos.

miércoles, 21 de abril de 2021

Cuestión de tablas


 

Y culminamos aquí el "octeto" de los nominados a mejor película de unos oscar, me temo, que tampoco van a pasar a la historia, y que se ha dejado títulos por el camino, como suele ocurrir. El hueco que viene a cubrir THE FATHER no me queda tan claro como otros, determinando mi error al prejuzgarla negativamente, y encontrándome, si no con una gran película, sí al menos con una propuesta curiosa. Y lo es en cuanto a lo indisimulado de la adaptación que Florian Zeller hace de su propia obra de teatro, convirtiendo en virtudes el anquilosamiento del espacio único, aquí no solamente físico, sino sobre todo mental. No es fácil adentrarse en los tortuosos designios de una mente aniquilada, y mucho menos elaborar algo parecido a una trama, con cierta intriga incluso, cuando el punto de vista es el de un hombre incapaz ya de discernir qué es real. Contribuye a ello, efectivamente, el estupendo trabajo de Anthony Hopkins y Olivia Colman, en cuyos hombros recae todo el peso de un guion preciso, aunque no tan intrincado ni perverso como cabría esperar. Al fin y al cabo, lo que Zeller nos pone delante no es más que otro trozo de vida, defectuoso si se quiere, pero también necesario, por lo poco que nos paramos a intentar entender a quien ya no entiende en un mundo que marcha a demasiada velocidad para ellos. En su debe, cómo no, la dificultad para respirar organismos diferentes, traspasar el muro invisible (no quiero desvelar nada) que sobrevuela una complicadísima relación entre padre e hija, y que sólo cobra sentido en un desenlace tan sentido como liberador. 
No me parece una obra maestra, ni nada por el estilo, pero iba predispuesto a que no me gustara, y sí me ha gustado.
Saludos.

martes, 20 de abril de 2021

¿Has estado en Londres de abajo?


 

Hace poco terminé la novela NEVERWHERE, de Neil Gaiman, impulsado por la admiración que desde hace bastantes años profeso por el autor británico. Como casi siempre hago, busqué algo más de información, encontrándome la sorpresa de que la BBC produjo una miniserie de seis episodios, que intentaba conjugar el espíritu aventurero y juguetón de este viaje alucinante a los submundos que bullen bajo la superficie de "lo cotidiano". En realidad, más que una historia de fantasía, lo que Gaiman proponía era ilustrar ese deseo arrebatado de huir de nuestras pobres y mundanas vidas, pero ante el que muchos dudaríamos si se nos pusiera por delante. Aquellos eran los primeros pasos literarios del creador de joyas como "Black Orchid" o "Sandman", que lo consagraron como uno de los guionistas más personales e inclasificables del cómic; y, pese a adolecer de una búsqueda constante de un estilo alejado de las viñetas, se sigue leyendo, 25 años después, con el mismo encanto que desprenden sus páginas. La miniserie, vista hoy (no tengo ningún recuerdo de que se llegara a emitir en España), es lo que es, uno de esos productos británicos hechos con más oficio y dedicación que medios, pero que se puede considerar un estupendo ejemplo de traslación de formatos. Se puede ver perfectamente de una sentada, con episodios que apenas llegan a la media hora, y sonreír asombrado con la ambientación subterránea, la aparición del gran Peter Capaldi, o el protagonista, Gary Bakewell, hoy muy olvidado, pero que venía de dar vida nada menos que a Paul McCartney, en aquella otra gran olvidada que era BACKBEAT. Hay que ser condescendiente con muchas cosas (era 1996), pero jamás con el genio creativo de Gaiman, o una cabecera impagable, a cargo del no menos genial Dave McKean y música (ojo) nada menos que de Brian Eno. 
Recomendable para nostálgicos, admiradores y/o completistas, a los que me permito sugerir primero la lectura de la novela, cómo no.
Saludos.

lunes, 19 de abril de 2021

El camino


 

Normalmente suelo abominar de todo lo que huela a "relato de superación", y cosas por el estilo. Tranquilos, SOUND OF METAL está en las antípodas de esta terrible denominación, y por ello, aunque no sólo por ello, es una maravillosa película, probablemente la más arriesgada de las nominadas al oscar de este año, y una de las que sabemos que no ganará, aunque nos gustaría. Es necesario no perderle ojo también a la increíble y emocionante interpretación de Riz Ahmed, para el que también pedimos indudablemente el galardón, aunque mucho nos tememos que habrá otra triquiñuela sentimentaloide. Justo lo contrario de lo que ofrece este film, siempre en un perfecto equilibrio entre lo verosímil y lo sensitivo, y optando por las mejores soluciones, casi siempre las más inesperadas. Como ese tortuoso, y a veces incomprensible, camino de aprendizaje, el de un baterista de música extrema que de repente se queda sordo, el film le pida al espectador que preste toda su atención. No sólo a la peripecia, ni a los elementos extraordinarios, sino a ese juego de sutilezas, en las miradas, las palabras bien elegidas, probablemente porque son palabras que sólo nosotros escuchamos. Y en esa complicada frontera, Darius Marder (menudo debut el de este señor) nos coloca en la posición más difícil, la de entender sin juzgar, acompañar a Ruben desde lo que parece el desmoronamiento de todo su mundo hasta lo que podría ser la entrada a otro muy diferente, aunque es exactamente el mismo. Y les advierto, tendrán que recorrer ese camino junto a él, y no será fácil...
Por cierto, busquen al dúo Jucifer, y entenderán mejor de qué habla esta película.
Extraordinaria.
Saludos.

domingo, 18 de abril de 2021

Rincón del freak #452: Agotados de saber el fin


 

Lo del tema del metraje encontrado ya es una cosa como cansina, agotadora. Salen títulos como champiñones, las lágrimas caen por los párpados hinchados, embotados, sobrecargados. Es preferible una lobotomía insensata a esperar que de los árboles crezcan remedios a lo eyectado. Ustedes saben, el sobresalto por lo dramático. Habré visto 21 cosas de estas, o quizá 50, y a trozos, a vistazos. Porque sé, es el menor de los engaños, y no vale así. Ésta en concreto era NOROI, de 2005, y promete más de lo que ofrece, aunque no es detestable, sólo repetitiva. Y tiene su gracia mientras nada tiene sentido y todo se reduce a un señor gordo que graba a zumbados, vendiéndolo como "periodismo riguroso de lo oculto", para seguidamente asistir a una cadena de televisión que tiene programas con mediums y niños telekinéticos. Lo propio en Japón. Incluso hay algunas imágenes editadas, para hacerlas sentir antiguas, que no están mal, un poco descontextualizadas, pero bueno. Hasta ahí, locura controlada y el punto justo de "todo por la cara"; luego al director (al que le he visto cosas muy peores) le da por ponerse serio y ofrecer explicaciones que nadie, yo al menos, le habíamos pedido, y el mejunje se va hasta casi las dos horas. Es el problema de querer ofrecer sin tener el qué.
Yo por mi parte, sobre investigaciones paranormales y lugares recónditos con ritos ancestrales, me permito recomendarles GOKSUNG, la obra maestra del coreano Na Hong-jin.
Saludos.

sábado, 17 de abril de 2021

En defensa del precursor


 

Aún más claro me parece el caso de THIEF, el flamante debut en la dirección de Michael Mann (pese a su larga trayectoria televisiva), que a día de hoy, aun pasando 40 años, sigue siendo un film incomprendido, pero al que deberíamos mirar con suma atención. Lo que hace Mann, literalmente, es abrir una puerta a un estilo (por mucho que él mismo odie esa palabra), entonces involuntariamente, pero sobre el que pivotaría el discurso de directores menos dotados para la creación genuina. Títulos como DRIVE o THE GUEST, que invocaban una especie de adoración por un tiempo (los 80), un espacio (las calles nocturnas y solitarias), y un protagonista lacónico pero con un férreo propósito, que no puede hacer más que perder. En este caso se trata de un ladrón, experto en abrir cajas fuertes de todo tipo, que, tras pasar 11 años en la cárcel, se plantea un último gran golpe y retirarse definitivamente. Nada que no hayamos visto antes, cierto, pero Mann transgrede el entramado clásico y ofrece una obra extraña, prácticamente posmoderna. Porque las nuevas generaciones han babeado mientras veían a Ryan Gosling desplazarse lentamente por las notas de Cliff Martinez; aquí, hay hallazgos visuales como la espectacular destrucción de una caja a más de 3000º, mientras Tangerine Dream desafía los scores tradicionales con su entramado de sintetizadores. Es un western, es cine negro, es un vistazo a la psicología del delincuente, y por supuesto es una película que nos da la razón a los que tantas veces hemos dicho eso de "ya se había hecho antes". 
Mucho más apreciada en Europa que en América, llegó a estar nominada a la Palma de Oro (que no está mal para un debutante), e iniciaba el particular universo de su creador, quizá no tan original, pero luego mil veces imitado.
Saludos.

viernes, 16 de abril de 2021

En defensa del verdadero riesgo


 

Hoy, y mañana, este espacio va a estar dedicado a algo que ni siquiera yo sé explicarme muy bien, pero que me parece congruente con el estilo "siempre a la contra" de este blog. Primeramente, porque nunca he sido un gran admirador del cine de Michael Mann, aunque aprecio bastantes películas suyas; mi crítica hacia su cine ha sido, al mismo tiempo, una defensa, ya que le veo cosas magníficas cuando se ciñe a ellas, y mediocres cuando pretende hacerse pasar por un tipo de cineasta que nunca ha sido. El cine de Mann es un cine de sensaciones, de golpetazos, olores, sabores, como recuerdos que nos son ofrecidos en tiempo presente. Un cine, creo, que gana en la indefinición, y se vuelve disperso en una concreción que le convierte apenas en un narrador artesanal con oficio. Y puede que sus primeras películas no sean las más defendibles, pero me la voy a jugar con las dos primeras, y por distintos motivos. Vaya por delante que THE KEEP no me parece una gran película ni de lejos, pero tampoco me parece un horror. Porque lo que de verdad creo es que Mann se lió a la hora de adaptar la novela de F. Paul Wilson, iniciadora de una exitosa serie de seis tomos, que aunaba horror cósmico y fuerzas armadas, en mitad de la WWII. De hecho, cada vez que se intenta explicar el porqué de la fuerza maligna, atrapada en esa extrañísima fortaleza en un recóndito paso montañoso en los Cárpatos, el film se vuelve más ridículo. Sin embargo, cuando el narrador pasa a ser Alex Thomson (recuerden, director de fotografía en EXCALIBUR), la película adopta un estadio diferente de percepción, invocando una historia que nos lleva desde Ctulhu hasta Alien, por poner dos ejemplos contrapuestos, o no. Otro error es el casting, porque no hacía falta hacer pasar por ese trago a actores de la talla de Scott Glenn, Gabriel Byrne o Ian McKellen, cuyas intervenciones parecen (siendo benévolos) insertos shakesperianos en una serie Z de monstruos de goma. Una película ciertamente extraña, casi inclasificable, rozando tanto la experiencia sensorial como la comedia involuntaria; con un montaje criminal, una fotografía, insisto, maravillosa, o una banda sonora a cargo de Tangerine Dream, que los seguidores del grupo identificamos fácilmente como un collage de obras suyas... que ya ni eso.
En definitiva, un título muy olvidado de su autor, pero del que hoy día se pueden extraer lecturas interesantes si se sabe mirar con paciencia... y mucha indulgencia, claro.
Hoy ha sido la segunda, y mañana la primera ¿Por qué?... No lo sé, la verdad.
Saludos.

jueves, 15 de abril de 2021

Libertad o libertad


 

Asistimos atónitos al baile de máscaras en el que se ha convertido la política, más con ánimo desmovilizador que de toma activa de decisiones, y mucho menos de reflexión. Se puede entender que cada uno tire para lo suyo, si es que nos movemos en terreno de forofos y símbolos vacíos, pero es escuchar esas consignas, burradas, frases mongoloides que ni un cuñado borracho se atrevería a suscribir, e ir corriendo a revisar qué falló, en qué momento la gente decidió que la nueva cultura era la no cultura, y que sus abanderados blindarían su incorrección política, curiosamente invocando a la corrección política. Hoy es Madrid, ayer fue Cataluña, y mañana seremos los demás, lo que me lleva a pensar (fíjense ustedes) un par de cositas. La falta de garantías de las asociaciones pervertidas, camufladas tras las siglas falsas de sociedad, porque las personas no vivimos en sociedad, la creamos. La otra está implícita en varios pasajes de PRAVDA, el documental (¿documental?) que Godard filmó clandestinamente, junto al grupo Dziga Vertov, en aquella Checoslovaquia que, ilusamente, pretendió enarbolar la idea de un comunismo verdaderamente social, más tarde societario, pero que terminó siendo un desastre a la sombra del yugo anexionador soviético. En el film, fundamentalmente, hay entrevistas a pie de calle, a gente normal: ninguno era capaz de identificar en qué clase de país vivía, pero tenían meridianamente claro en cuál querrían vivir. Si en un país democrático, a usted le dan a elegir, como quien se enfrenta a un simple trilero, si prefiere la libertad u otra cosa, la que sea, es muy posible que no merezca vivir en libertad, básicamente por permitir juegos de manos en lugar de ponerlos en duda por principios.
Ustedes sabrán.
Saludos.

miércoles, 14 de abril de 2021

Ensayo y error


 

Este año, aunque puede que me equivoque, la favorita para ganar el oscar en el apartado de habla no inglesa es DRUK, último trabajo del danés Thomas Vinterberg, viejo conocido por estos lares, que intenta reverdecer laureles con esta irregular oda al borrachinismo. Sí, llamémoslo borrachinismo, en tanto que me parece una mirada poco rigurosa al noble arte de beber alcohol, y que apenas logra salvar el buen oficio del responsable de la enorme CELEBRACIÓN, y de un puñado de actores que logran transmitir afecto y camaradería, incluso con un guion tan gélido y desagradecido como éste. Ganará, supongo, por algunas escenas muy bien filmadas, pero no por lo que significan. Es decir, que (sin querer hacer un obvio juego de palabras) el dogmatismo asoma por cada escena, derrumbando cualquier esperanza de sumergirnos en ese lado oscuro del que Vinterberg hace ya mucho que renegó, y que deja este film como un FULL MONTY más pesimista y, evidentemente, de coreografías aún más desarticuladas. Deja una sensación extraña, como un vino peleón que nos han vendido como gran reserva; tiene un ritmo aceptable y momentos de buen cine, pero inmediatamente caes en la cuenta de que el guion parece una regla de manual, y que cualquier motivo valdría para su desarrollo. Esta vez es el alcohol y sus consecuencias, con motivaciones excesivamente estrambóticas y hasta vicarias.
Entonces ves a Mads Mikkelsen rodeado de ostras y champagne, y piensas en aquello de la apropiación indebida. Ustedes saben...
Saludos.

martes, 13 de abril de 2021

A un metro del suelo


 

Hay una especie de tensión controlada en MINARI, ejemplo perfecto de lo que la Academia viene introduciendo regularmente en las nominaciones a los oscar. Películas, valga la redundancia, "académicas", que ni molestan ni dividen, pero enarbola algún tipo de discurso esperanzador, según lo que toque y esté de actualidad. Aunque no lo parezca, esta fotografía generacional entronca su tenue vistazo a la América de Reagan con un discurso de superación astillado, cuando no poco aclarado. Por lo visto, se trata de un vistazo autobiográfico a la niñez del director, de origen coreano, y que de algún modo ha querido rendir homenaje al esfuerzo de sus padres por abrirse paso, poniendo en pie una granja en un lugar remoto de Arkansas. Con sus intenciones perfectamente teledirigidas, modula y entrelaza los fogonazos costumbristas con una lírica que no termina de expandirse, prefiriendo Chung, evidentemente autor del guion, abrazar una especie de realismo mágico que nos pueda servir a la mayoría. No es una mala película, tan sólo una película inofensiva, inocua; y por su puesto no va a ganar el oscar, pero a alguien le amenizará una tarde pandémica, porque para eso sí sirve.
Saludos.

lunes, 12 de abril de 2021

Terminantes


 

Cautela. Es la curiosa sensación que me deja el visionado de la T3 de DARK, serie alemana de la que hemos ido dando cuenta desde hace algunos meses, y sobre la que se amplían las dudas a medida que se iba acercando su desenlace. Efectivamente, esta es la temporada final, lo que en un guion tan enmarañado y proteico adquiere la cualidad de apuesta. Es decir, la estructura misma de la serie iba encaminada a un clímax absolutista, sin hacer prisioneros. Esto, en mi opinión, le quita apenas unos puntos, por lo que no creo haber visto una serie excelente, y sí un ingeniosísimo artefacto de relojería; tan pulcro y atestado de ideas, que es imposible no rendirse ante el engranaje, pero sí desconfiar de las fuentes. El tándem Odar/Friese decide ir todo lo lejos que se pueda en los viajes en el tiempo, pero curiosamente es esta circunstancia la que confirma que la trama (prescindiendo de dicho elemento ficcional) se limitaba a un constante devaneo entre el melodrama truculento y el costumbrismo perplejo. De todas formas, no quiero ir más allá por si no la han visto aún. Tan sólo apuntillar lo ya indicado en la T2. Excepcional en las formas, osada en lo argumental, e incluso capaz de organizar un universo propio e independiente, que a lo mejor necesitaría más interacción con organismos diferenciales, aunque me temo que nos quedaremos sin saberlo.
Saludos

domingo, 11 de abril de 2021

Rincón del freak #451: Encerrada en una casa demasiado grande


 

Hay una frontera casi imperceptible entre mostrar y narrar. Lo hemos advertido tantas veces que ya empieza a suponer un argumento cansino en sí mismo. Si hay una historia potente, pocas cosas la van a estropear; si no hay nada que contar, hay que ser muy bueno haciendo lo que se hace, aunque no sea más que aplicar barniz a una superficie cuarteada. La película de hoy no va a pasar a la historia del cine, y me atrevo a decir que, seis años después de su estreno, no debe haber mucha gente que la recuerde. DARLING son menos de 80 minutos, pero que se eternizan en un inacabable lodazal sensorial, el que queda tras desperdiciar una magnífica fotografía en B&W a cargo de Mac Fisken. Es una historia de terror, sí, pero que tampoco nos deja muy claro si transcurre dentro o fuera de la cabeza de su protagonista, una Lauren Ashley Carter que pudimos ver en la tipia JUG FACE, y que parece encasillada como "actriz de rostro inquietante". Sin embargo, es fácil discernir la referencia principal: esta chica va cayendo en una especie de deterioro mental, aunque se incluya la posibilidad del elemento esotérico. Al contrario que en la reciente SAINT MAUDE, aquí es imposible acceder al origen de la afección, pero el glosario de caras desencajadas, ruidos chirriantes y latigazos estroboscópicos es notorio, a la par que desesperante. Conclusión: Polanski hizo sufrir más y mejor a Catherine Deneuve...
Saludos.

sábado, 10 de abril de 2021

El extraño en su casa


 

BETTER WATCH OUT, de 2016, fue una curiosa coproducción australiana, que intentaba dar un giro macabro a las comedias adolescentes, en la línea de SOLO EN CASA. Excesiva, desmesurada y siempre bordeando lo inverosímil, parte de una premisa sobadísima, la del chaval que se queda en casa con la niñera, para construir un relato que quizá descubra sus cartas demasiado pronto, pero tampoco creo que tuviese otra opción. El protagonista, junto a un amigo, idean la forma de seducir a la niñera mientras los padres están fuera, pero de repente se ven envueltos en lo que parece el asalto de un extraño, que va a tornar esa noche en una experiencia terrorífica... O no. En este caso es inviable seguir desvelando nada más, porque insisto, el giro sorprendente no espera ni a la mitad del film, así que apenas quedaría hablar de que efectivamente está más cerca de lo truculento que de lo meramente cómico, aunque chirríe un poco ese tono pretendidamente desenfadado con algunas soluciones directamente grotescas. Una curiosidad, no tan buena como promete, pero que puede encontrar adeptos en los aficionados al terror más inesperado.
Saludos.

viernes, 9 de abril de 2021

Beeeee!!!


 

A los oscar de este año va a ir también, en categoría de animación, A SHAUN THE SHEEP MOVIE: FARMAGEDDON. De manera un poco extraña, porque la película data de 2019, pero diversos avatares (que ni siquiera voy a intentar desentrañar) la han incluido en la lista de este año. Sea como fuese, las nuevas aventuras de la oveja Shaun no defraudan, ni por su historia ni por su factura técnica. Erigida prácticamente como un sentido homenaje al E.T. de Spielberg, narra la peripecia de un pequeño extraterrestre que se ha perdido, y por casualidad ha aterrizado en Mossingham, donde Shaun, siempre dispuesta a correr aventuras con tal de huir de la rutina de la granja y la vigilancia de Bitzer, se marchará con el recién llegado, e intentará ayudarle a encontrar un camino de regreso. Es imposible no rendirse ante el stop motion de plastilina, aquí elevado a maravilloso homenaje a otra forma de entender la animación, imperfecta pero encantadora. En las antípodas del refinamiento formal de Disney o Pixar, de ésta recoge su gusto por la narración clásica y el homenaje implícito, rebosante a lo largo de una historia de esas que te dejan con una sonrisa durante un tiempo, que no es poco hoy día. Y todo sin decir una palabra... 
No ganará, evidentemente, pero están tardando en verla si se la perdieron, y también en descubrir la estupenda serie televisiva.
Saludos.

jueves, 8 de abril de 2021

Unidos


 

De la unidad, del todo de las partes, o de la locura de "reemplazar" al otro. Sobre esos intangibles es desde donde, a mi modo de ver, debe enfrentarse DEAD RINGERS, una película mucho más sutil de lo que parece, y que transcurre en un territorio ambiguo y desolado, el de la psique de dos hermanos gemelos, iguales pero diferentes, y que se repudian tanto como se necesitan. Y eso que el guion, escrito por Cronenberg y Norman Snider, partía de una novela bastante normalita de la escritora de horror y misterio Bari Wood, que abundaba más en lo truculento, y que aquí se torna más piadoso, por mucho que estemos ante un vertiginoso descenso a la auto destrucción. El film cuenta la vida de dos hermanos gemelos, convertidos en reputados médicos ginecólogos, y que han construido su vida prácticamente compartiéndolo todo. Viven juntos, dirigen la misma clínica, e incluso acuerdan un perverso juego, mediante el que Elliot, más abierto y encantador, es quien ejerce de seductor, mientras que Beverly, brillante pero retraído, se hace pasar más tarde por su propio hermano, haciendo creer a las mujeres que son la misma persona. Pero todo se tuerce al conocer a una famosa actriz que acude a su clínica, y con la que Beverly queda fascinado, ya que posee una rarísima matriz triple. Con un portentoso trabajo de Jeremy Irons, Cronenberg nos sumerge en el decadente espectáculo de estos dos hermanos, y de cómo su estrella va apagándose a medida que sus mentiras y frivolidades van quedando al descubierto, acentuado por el resquebrajamiento mental de Beverly, poco a poco convertido en un drogadicto y sumido en una crisis de identidad, incapaz de saber quién es realmente. 
Una película no tan evidente como cabría esperar del director canadiense, y que ya iba despejando su posterior vertiente, más reflexiva y analítica.
Saludos.

miércoles, 7 de abril de 2021

Lo que se pierde mientras tanto


 

De vez en cuando, desempolvando títulos azarosamente, se topa uno con alguna que otra cosa inesperada. Títulos sorpresivos por lo que ofrecen, de igual modo que por haber pasado desapercibidos durante varios años. LAKE MUNGO es un pequeño film australiano de 2008, el único filmado hasta hoy por Joel Anderson, y que abundaba en los motivos del falso documental, haciéndolo pasar por la típica historia de fantasmas, aunque con una premisa tan sorprendente como inquietante. Se podría pensar inmediatamente en un film de terror, pero esto no es más que una excusa para centrarse en el dolor de una familia, tras la trágica muerte de la hija, mientras pasaban una plácida tarde en el lago del título. El mérito consiste en alcanzar un tono lo suficientemente convincente y no caer en los errores de un género siempre al borde de la inverosimilitud. Hay entrevistas, fotografías, videos caseros y cuanta parafernalia sirva para explicar una trama que se va haciendo más oscura y compleja, convirtiendo a la posible historia de fantasmas en algo más aterrador, una intimidad oculta y que es el verdadero shock, incluso más que la pérdida y el duelo. Película francamente curiosa, no tan redonda como podría parecer, pero que necesita más de un visionado para sumergirnos en su relato.
Si no la han visto, descúbranla.
Saludos.

martes, 6 de abril de 2021

Puñonalto


 

Otra de las cintas a competición por la carrera de los oscar'21 será JUDAS AND THE BLACK MESSIAH, irregular y disperso biopic del activista y líder de los Panteras Negras, Fred Hampton, lo cual no es del todo cierto, ya que el protagonismo recae sobre Daniel Kaluuya, tanto como en Lakeith Stanfield, que encarna a Bill O'Neal, un ladrón de poca monta que fue reclutado por el FBI para infiltrarse en la organización. El principal problema de este film me parece que es de tono, con una dificultad acuciante por encajar las diferentes piezas que lo componen de manera uniforme, sin que se noten los desenfoques de campo. Por otro lado, los actores están, en su mayoría estupendos, principalmente la pareja protagonista, y hay suficiente rabia, denuncia y vehemencia para acercarnos a este controvertido momento histórico de Estados Unidos. Y la impresión general es que habría ganado cerrando el objetivo, porque los pasajes históricos no alcanzan el clímax deseado. Demasiadas expectativas cabalgando la ola, y un discutible razonamiento analógico, en exceso resaltado, con la figura mesiánica, el traidor y, por supuesto, los pagadores. 
Como me ha ocurrido con algunos títulos recientes, es una película bien hecha, pero mal resuelta.
Saludos.

lunes, 5 de abril de 2021

New York, New York


 

Me permito recomendarles vivamente THE DEUCE, la serie creada por David Simon para HBO, y que se estrenó hará ahora poco menos de dos años. Pero supongo que ya lo sabían, que ya conocían esta sinfonía agridulce de una esquina de Nueva York, que supone una inmersión en lo pequeño para comprender mejor la maquinaria de una gran ciudad. Estructurada en tres temporadas perfectamente delimitadas entre sí, aunque totalmente inseparables también, lo que Simon propone es una especie de juego de reflectantes, donde la entrada a un mundo, un ámbito, en realidad nos da la inmediata bienvenida a otro. Así, te pueden vender THE DEUCE como un fresco acerca del auge del porno como industria multimillonaria, justo desde las catacumbas de la Gran Manzana, en contraposición al luminoso y lenticular californiano, que sería otra cosa que vendría después, y que aquí también se toca tangencialmente. Hay mucho más en esta serie, y todo se corresponde con su igual, o su contrario. Están los chulos como gerentes de la carne recién llegada en autobuses. Los mafiosos, con un poder tan escueto que tienen que ir ellos mismos a recoger los sobres. Los policías, con una misión más difícil que arrestar a los malos: resistirse a no hacerlo. Los locales, vivos, esplendorosos, con música en directo, palpitantes. Y hay un arco razonablemente extenso desde principios de los setenta, en la T1, pasando por el fin de la década en la T2, y desembocando en una tercera temporada a mediados de los ochenta, escrito como un extraño epitafio de luces, como si todo lo correcto y sano no fuese más que la tumba de un mundo que extraía su razón de existir de esa mugre imperfecta, pero que se nota real. 
Ta sólo tres apuntes para que la vean sin más dilación. La habilidad para mostrar sin juzgar, el empeño en ir desmantelando ese mundo a medida que se va creando, y por supuesto, la música. Las tres cabeceras son perfectas, pero también los insertos, nunca gratuitos, o una espeluznante coda final, que por supuesto no desvelaré. Y también está James Franco, sorprendentemente contenido, porque da vida nada menos que a dos personajes, idénticos por fuera y diametralmente diferentes por dentro. Y Maggie Gyllenhaal, cuyo rostro, de cansada plenitud, podría representar el diagrama de esa ciudad que no duerme. Aunque el elenco es extenso, hay pocos personajes intrascendentes en esta serie, que además creo que supo pararse a tiempo, porque si no todo habría sido menos frívolo y menos encantador...
Espectacular.
Saludos.

domingo, 4 de abril de 2021

Rincón del freak #450: La evasión que precede al hastío


 

Tiempo hubo, que los tréboles crecían junto a los ladrillos. El niño se ensuciaba y las orugas saludaban tras los talleres mecánicos. Un tiempo olor estraza, color celofán, que prometía sin enseñar las pilometrías venideras. Una tienda igual que un cine, y un crítico igual a un emisario. Entonces era más fácil, todo, desde ir al cine a montar una tienda, y lo llamaron progreso, mientras el imago se iba completando a la inversa. Curiosamente, el entretenimiento ya no puede permitirse ninguna frivolidad, porque ésta ha pasado a la información. Curioso. Sin intervenir en términos de calidad, o profesionalidad (asquerosa palabra, demoníaca palabra), películas como DI YU WU MEN se siguen haciendo, a porrillo, pero tienen un miedo al ridículo equivalente a las proporcionalidades beneficiarias. Y da la impresión de que todo ha sido trasvasado a la inversa, y que arde con quieta mirada fósil.
Y en los carteles del cine de verano, el niño, con gusanitos alrededor de la boca asombrada, lee una frase que no comprende, que son las frases destinadas a quedar como epitafios mudos: "Cole, cole, que te como"...
Saludos.

sábado, 3 de abril de 2021

Que inventen otros


 

Es así. Tras el enfado que me produce un remake tan malo e innecesario, nada mejor que ir al original, BLITHE SPIRIT, de 1945, un film que tenía muy olvidado, lo que aún me ha dado más placer al revisitarlo y constatar el abismo entre ambas propuestas. Este "espíritu burlón" es un trabajo absolutamente delicioso, una especie de juguete privado con el que David Lean elevó el texto de Noël Coward (que se adaptaba a sí mismo) a cotas de gran cine. Un cine que no esquivaba el carácter eminentemente cómico del original teatral, pero que aprovechaba cada posibilidad implícita para orquestar un campo de minas en torno a la eterna guerra de sexos. La premisa es genial y atrevida, partiendo de un escritorzuelo sin mucho talento, pero que se gana bien la vida vendiendo guiones formularios a los estudios de cine (primer estacazo a la industria). Tras una estrambótica sesión de espiritismo (por dios, no se pierdan a la maravillosa Margaret Rutherford), el espíritu de la primera mujer del escritor se "libera", por decirlo de algún modo, convirtiéndose en un incordio para él, aunque no tardará en cogerle el gustillo a lo del "amor sobrenatural", mientras que es su actual esposa la que va siendo cada vez más desplazada de su lugar natural. Además de Rutherford, el elenco protagonista lo formaban Rex Harrison (perfecto como tonto útil), Constance Cummings y Kay Hammond. Y, aparte de ser una comedia con la que llegas a reírte (que no está mal), los diálogos se entrecruzan a velocidad endiablada, la fotografía del gran Ronald Neame es espectacular, y hasta llegó a ganar el oscar a los mejores efectos especiales... ¿se imaginan algo así ahora mismo?
En definitiva, que se olviden de la estupidez del remake y vayan al original, no se arrepentirán.
Saludos.

viernes, 2 de abril de 2021

El mismo error repetido mil veces


 

El reciente estreno de BLITHE SPIRIT, revisitación del clásico texto de Noël Coward, me da pie a volver sobre una cuestión que vengo detectando de un tiempo a esta parte, sin que parezca resoluble o concluyente. El asunto atañe a cómo se debería denominar a un remake que no es capaz de asumir nuevas formas, y cuya reverencia, por genuflexa, lo acerca más a una expresión de impotencia artística que a un tributo más o menos rendido. Si hubiese sido un texto "original" (les dejo a ustedes los matices), el film de Edward Hall, curtido en la televisión británica, no bajaría de ser una comedia simpática, correctamente facturada y con algunos chispazos de ingenio. Lo jodido en este caso, es que (¡otra vez!) se han necesitado tres guionistas para lo que no es más que un famélico remedo preexistente. No sólo no se atreve a dar un pasito más allá, e integrar las formas contemporáneas en las ideas de época, sino que cambia algunos pasajes por capricho, sin que aporten nada más que (ahí vamos) el susodicho y reverberante logos del empoderamiento femenino... ¡en un texto de Coward! 
En fin, que se trata de una peliculita muy tibia, poco recomendable, y engastada en un juicio moral patético y risible; no porque juegue a un feminismo de la señorita Pepis, sino porque Coward ya hacía eso 75 años antes más sutilmente.
Saludos.

jueves, 1 de abril de 2021

La fina línea de la ironía


 

En una filmografía tan abundante como la de John Ford hay cabida para casi todo, incluso para dejar descolocado a cualquiera. Por ejemplo, THE PRISONER OF SHARK ISLAND es una película tan atípica y esquiva, que de no ser de 1936, lo más probable es que fuese uno de esos locos crossovers, tan de moda últimamente, donde se dan la mano géneros y motivos aparentemente antitéticos. Partiendo de la enésima reproducción del asesinato del presidente Lincoln, Nunnally Johnson divaga sobre la posible cooperación de un médico sureño, Samuel A. Mudd, con el asesino Wilkes Booth, suponiendo que el encuentro entre ambos fue fruto del azar, lo que dispersaría las sospechas sobre el primero, aunque sea éste un dato histórico sobre el que nadie se ha puesto nunca de acuerdo. Así que Ford tira por la calle de enmedio, se la suda el contexto y salva a Mudd de la horca, aunque con un destino aún peor: la cadena perpetua en la "Isla de los tiburones", de donde nadie ha escapado jamás. El film es un excelente ejemplo de relato de aventuras en condiciones extremas, pero es remarcable cómo todo va a contracorriente, tornando a los sureños esclavistas en héroes y a los norteños en sádicos sin escrúpulos y vengativos. Si se va a ver con mirada política, tiene momentos bastante repugnantes, como todos los que atañen a los negros, que simplemente no saben qué hacer con sus vidas tras ser "liberados". No sé si se puede hacer, ver sin contexto una historia tan contextualizada, pero me quedo con el extraordinario ritmo cinematográfico y algunas estupendas interpretaciones, como la del a menudo olvidado Warner Baxter. Como curiosidad, la actriz que encarnaba a la abnegada esposa del doctor Mudd era Gloria Stuart, que tuvo una longeva carrera y vida, pero que apenas fue reconocida cuando, casi con 90 años, intervino en TITANIC, interpretando a una anciana Rose DeWitt.
Muy muy entretenida.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!