miércoles, 2 de marzo de 2022

Ubicuos sin fronteras


 

Hablemos de una película que, sin ser un absoluto desastre, desde luego es un ejemplo perfecto de cómo no hay que solventar las carencias fílmicas. THE GIRL WHO GOT AWAY es un telefilm (en el amplio sentido de la palabra) que se quiere vestir de cine de calidad. Michael Morrissey es un tipo que seguramente tiene muchas ideas, pero casi siempre falla a la hora de plasmarlas. Estamos ante una nueva variante de slasher, que parte de una idea interesante: una joven intenta dejar atrás el trauma que le supuso estar secuestrada por una psicópata, que literalmente "coleccionaba" niñas, y empezar una nueva vida como madre. Y, a ver, porque el desastre se inicia desde la misma concepción de dos horas netamente insufribles, trufadas de actuaciones de saldo, con incoherencias narrativas por todas partes, y una carestía de medios que, posiblemente, suponga la única disculpa, amén de dos o tres escenas que al menos siembran alguna inquietud. No sabemos nada de esa asesina que, oh casualidad, se ha escapado veinte años después; su protagonista hace cosas sin ton ni son, para olvidarlas al minuto siguiente; el policía es un tipo al que yo no confiaría mi seguridad, pero al menos sabemos que tiene raíces nigerianas... Así hasta completar esas dos horas injustificadas, y que sólo se me ocurren dignas para una tarde de puro aburrimiento lloviznado. Por salvar a alguien, al menos Lexi Johnson se curra una interpretación que quiere ser creíble.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!