Con DAISY MILLER comienza el, a mi modo de ver, injustificado ostracismo sufrido por Peter Bogdanovich en Hollywood, sustentados todos por rencillas personales, y casi nunca por motivos puramente cinematográficos. Es cierto que esta adaptación de la paradigmática historia de Henry James, y pasando por alto los muchos avatares de su rodaje, que se trasladó a Europa, se queda algo corta de ambición, pero da que pensar la correspondencia que ha ido adquiriendo con la biografía de su propio director. Bogdanovich se llevó a parte de sus intérpretes fetiche, confió en un equipo italiano, y sólo exigió que el vestuario corriera a cargo de John Furness, cuyo exquisito trabajo le valió una nominación al oscar. La historia, aparentemente liviana, tiene mucha más miga de lo que parece, y conforma una especie de autobiografía bastarda del autor norteamericano, que terminó naturalizándose inglés. Lo primero que llama la atención es la figura de Frederick Winterbourne, un joven de clase alta, educado en Ginebra, y que vive tranquilamente entre sus "asuntos" y las atenciones que dispensa a su querida tía. Como si de un ciclón se tratara, la joven Daisy irrumpe en su vida, y convirtiéndose en objeto de fascinación. Ella viaja con su atolondrada madre y un hermano menor, y su vivaracha naturalidad choca frontalmente con las rígidas costumbres, de apariencias y recatos, de aquel círculo cerrado de los estertores victorianos. El hecho de que Bogdanovich dejara esta extraña relación en un impotente suspenso, añade mayor tentación de buscar el relato, saber si se trataba de una feroz crítica a aquellos americanos que se hacían pasar por europeos, o tan sólo buscaba resarcir algún amor no correspondido. El elenco, de todas formas, es formidable, con una encantadora Cybill Shepherd a la cabeza, y las intervenciones de Eileen Brennan, Cloris Leachman y la maravillosa Mildred Natwick; aunque el más sorprendente es el trabajo de Barry Brown, talentoso actor y dramaturgo, que desafortunadamente se quitó la vida apenas con 27 años.
Si se ve con atención, es un film con más enjundia de lo que parece.
Saludos.
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