lunes, 28 de marzo de 2022

Ausencia de malicia


 

Y, en fin, debo culminar el repaso a las candidatas de este año al oscar, así que hablemos de CODA. Y lo más que puedo decir es que, en circunstancias normales, mi naturaleza me llevaría a rechazar de plano este film, incluirlo en la inacabable nómina de "productos hollywoodenses perfectamente planificados". Pero qué quieren que les diga, si con la que está cayendo no nos vamos a reservar ni un respiro para exhalar algo de buen rollo, sin aristas ni falso postureo. Y hace muy pocos días estuve aquí hablando de aquella estatuilla de Marlee Matlin, y sigo sin comprenderla muy bien, como tampoco creo que esta película tenga posibilidad de cosechar nada, pero parece que las casualidades existen e incluso se retroalimentan. Por eso prefiero mil veces la candidez de Thomas Anderson al cinismo por encima del hombro de McKay, por poner un ejemplo que se entienda. Ésta es una cinta aparentemente familiar, sobre los avatares de una familia compuesta por sordos, excepto Ruby, que oficia prácticamente de intérprete, por lo que su día a día apenas le deja tiempo para poder encontrar su camino, que desearía que estuviese orientado a la música. Y sí, claro que es ñoña, y está repleta de golpes de efecto de manual; y hemos visto esta historia miles de veces, y nos la seguirán colando... y hasta sale otra vez Marlee Matlin. Pero al menos son casi dos horas en las que relajas la mirada y bajas la guardia, y te olvidas de toda la fealdad ahí fuera, de ese insoportable ruido y palabras cruzadas a ninguna parte. Por un momento, sólo por un momento, encuentras paz en no escuchar. Y no es poco ahora mismo...
No pasará a la historia como nada en absoluto, pero se puede ver y echar un ratito agradable.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!