Y el galardón lo consiguió William Hurt con uno de esos papeles que para un actor son un puro regalo. KISS OF THE SPIDER WOMAN, vista hoy, acumula tantas deficiencias (de ritmo, ubicación, incluso de tono), como estampas que quedan indelebles, y todas tienen de fondo el colosal trabajo de Hurt, que no se queda en el retrato de lo que vemos, un homosexual encarcelado en un régimen dictatorial, sino que a través suyo, de sus gestos, decisiones, relatos y omisiones, comprendemos ese "otro mundo" que queda siempre fuera de campo. El film se desarrolla casi por entero en esa celda infecta, compartida con un activista, un preso político, interpretado con igual intensidad por Raul Julia. El choque de esos dos caracteres tan opuestos desborda el drama carcelario, y se encamina hacia los terrenos de una solidaridad imposible, extrañamente dual, sobre todo cuando en un momento dado conocemos el papel real de ese prisionero, que puntualmente recibe regalos de "mamá". Todo esto está mejor narrado en la novela del argentino Manuel Puig, y las evasiones en forma de relatos se imbrican con el insoportable día a día de estos dos hombres, que se nos presentan como dos absolutos extraños, para terminar conformando una hermosa historia de amistad y amor, en la que ambos son perdedores aunque no lo sepan. Es un film que se hace un pelín largo, pero aún estremece ver a un extraordinario actor convenciéndonos de que su imponente físico llega a esconder una frágil feminidad.
Imprescindible.
Saludos.
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