Y el último Goya, lo ganó Verónica Forqué en 1993 por KIKA, y a lo mejor era el más merecido, y a lo mejor estamos ante uno de sus mejores papeles. Y no es poco, porque voy descubriendo que con Almodóvar me pasa una cosa muy curiosa, y es que con su cine voy a contracorriente de la opinión general, porque esta película me gusta, y no poco. Es verdad que el final está un poco alargado, me parece que en busca de un cerrojazo de melodrama gordiano, cipotudo y cinefante; pero el resto son salpicaduras aquí y allá, conejos esquivando balas mientras sonríen, collages de celebrado surreal, cuando no directamente videoclips en gozoso encadenado. Es el Almodóvar que más me gusta, el tocapollas afilado y que se acuerda de lo que es filmar sin nada, excepto actores y equipo, aunque algunos actores aquí están para matarlos, y otros son pura anécdota. KIKA es Verónica Forqué, un papel que la define por ser bondadosa y generosa, y por maquillar a muertos que se lo hacen, o poner cuernos piadosos, y otro día ser capaz hasta de quitarle hierro a una violación, que hoy día sería el colmo de la incorrección. Es una historia tontísima, que es lo suyo, y sale Victoria Abril vestida de Gaultier adelantando lo de Tele5, y hay un programa de literatura presentado por una señora manchega jubilada, y uno quiere, una vez más reposar esa cabellera rojiza, acariciarla, y susurrar algo así como "No te preocupes, Veroniquita, que todo va a salir bien"...
Mientras le dura la sorna, es muy divertida. Luego, ya no.
Saludos.
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