El caso de RETURN TO OZ es de verdad curioso. Concebida como la gran película de fantasía, que Disney acariciaba desde ya demasiados años, tuvo una acogida más bien discreta, y a 37 años de su estreno no puede decirse que el tiempo la haya tratado con benevolencia. Una secuela demasiado tardía, y que quizá nadie se paró a pensar que tampoco hacía falta ponerse a competir el esplendoroso universo de L. Frank Baum con, por ejemplo, LA HISTORIA INTERMINABLE, que sí fue un rotundo éxito. Pero hay algo más intrincado en este fiasco, como la inexplicable autocensura del todopoderoso estudio (por entonces en sus horas más bajas), que mutiló y alteró el guion que Walter Murch escribió junto a Gil Dennis, haciendo que la vuelta de tuerca (en principio más oscura que la de 1939) se quedara en un ñoño y aburridillo cuentecito para niños poco exigentes. Lo tenía todo, pero recayó en las manos equivocadas, y para la posteridad quedan algunas escenas sueltas, producto del batiburrillo de su producción, que en mi opinión equivocan torticeramente el concepto atesorado por nostálgicos que crecieron con ella en la retina. No es mi caso, puesto que apenas me acordaba de dichas escenas una vez revisitadas; me alegro por quien no coincida conmigo, pero los análisis interiores es lo que tienen...
Sólo la recomendaría para sibaritas del kleenex asumido.
Saludos.
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