Y como no podía ser de otra manera, también Sidney Poitier probó suerte en la dirección, reuniendo un puñadito de títulos alrededor de los años setenta, justo cuando su nombre ya empezaba a imponer respeto, y podía permitirse casi cualquier cosa. Que no fue un gran director lo corrobora el ostracism de esa filmografía aparte, teniendo más de cosa televisiva que de cine en sí. Por ejemplo, A PIECE OF THE ACTION, un blaxploitation francamente estrambótico, donde compartía protagonismo con un Bill Cosby que también intentaba salirse de sus estándares de comediante chusco. Juntos daban vida a dos delincuentes, ladrones y estafadores, que dan un último y lucrativo golpe, cada uno por su lado, pero son descubiertos por un policía que se acaba de jubilar (un desnortado James Earl Jones), y que pretende chantajearles para que apoyen la institución que fundó su fallecida esposa, dedicada a la reinserción de jóvenes conflictivos. A lo largo de dos horas y cuarto insufribles, vemos a estos dos improbables pigmaliones usar los métodos más barriobajeros para, precisamente, obtener el efecto contrario, siendo la película un bienintencionado ejercicio cómico de maneras casi marcianas. Una curiosidad que incluía ballets de raza negra, mafiosos italianos de serie B y hasta una banda sonora (casi lo único rescatable) a cargo del gran Curtis Mayfield, con sobreabundancia de cortes afro, pantalones de campana y algunas escenas de acción que parecen sacadas del sótano de la Troma. En fin, que no se pierden nada si no la ven, pero sí si son extremadamente curiosos y completistas.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario