Cada vez estoy más convencido de que toda esta amalgama de plataformas, contenidos y demás modernidades, además de finiquitar al cine en salas, cumple otro propósito más siniestro: hacer de teletienda narrativa. Y no lo digo sólo por el tema de los aparatejos, que tanto gusta a quien se entretiene con una mosca, sino por el corolario de emociones envasadas, perfectamente etiquetadas, que hoy por hoy pasan el "control de calidad" justo antes de que las consumamos en soledad y luego reciclemos adecuadamente el envoltorio en una triste avenida vacía. En esencia, eso es SWAN SONG, una película que pretende ser el colmo de las emociones en carne viva, e incluso un festival del "giro inteligente", y termina como un bostezante catálogo de prótesis sonrojantemente supersticiosas. Un grupo de personajes al borde de la tentación intuitiva, vagan por parajes impersonales de lo que quiere representar un futuro probable. No es eso lo peor, sino sus resoluciones semánticas. Un hombre va a morirse (aunque no hay un solo plano que nos pueda convencer de ello), pero como quiere mucho a su familia decide que no va a contarles nada, así que decide ir a un sitio en la montaña donde te clonan, y así te puedes morir tranquilo mientras el clon educa a tu hijo y se beneficia a tu esposa... incluso puede que, con suerte, lleguen a divorciarse más adelante mientras tú lo observas todo junto a San Pedro. Eso ya de por sí da escalofríos, pero aún peor es algo con lo que nos hemos familiarizado alarmantemente: ¿Se han dado cuenta de que, al mismo tiempo que el susodicho catálogo de aparato hiperavanzados nos asombra, no hay una sola interacción genuinamente humana, sino tres o cuatro personajes encerrados en un espacio único? O mejor dicho: un señor y su clon podrían estar horas platicando frente a "su casa" sin que aparezca un puñetero vecino, nadie paseando al perro, ningún borracho desorientado, coche de policía o barrendero. Nada, porque todo está ya catalogado; también los cinco secundarios de marras, ya que los protagonistas son negros. Efectivamente, una blanca, un indio nativo, dos chibos y un transexual... Y todos contentos.
Irritantemente aburrida e insultantemente insustancial.
Saludos.
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