Ser complejo no tiene nada que ver con ser interesante, ni brillante, ni atractivo. Ser complejo es no ser entendido, y eso es algo que no se puede entender hoy día, precisamente el momento en el que todos creemos merecer atención por unos méritos que sólo nosotros conocemos. El reto de hacer una película sobre un asesino en serie es el mismo que sobrevuela al entrevistarlo ¿Lo merece realmente? ¿Por qué? ¿No será que se orquesta todo un juego de vanidades contrapuestas, y que el fin no es otro que tener la última palabra, como niños enfadados? Si seguimos esta vertiente, NO MAN OF GOD se queda a mitad de camino de casi todo, lo que curiosamente la deja como una correcta película, incluso con algunos hallazgos formales, pero no tan osada como merecería su rasposa premisa. Basada en los documentos de Bill Hagmaier, el único agente del FBI que logró establecer una relación de confianza con Ted Bundy, hasta la ejecución de éste en 1989, se centra en las intensas entrevistas entre ambos, y consigue juguetear con la posibilidad de una improbable empatía, proveniente del magnetismo emanado por Bundy. Sin embargo, Amber Sealey no pone toda la carne en el asador, y queda ella misma ensimismada por el tour de force interpretativo entre un Elijah Wood que se va creciendo con su incómodo personaje, y un Luke Kirby cuyo camaleonismo puede provocar escalofríos. Una película interesante, con el freno de mano siempre a la vista, pero que supone un nuevo punto de vista a este tipo de historias. Aunque si quieren algo infinitamente más complejo, les insto nuevamente a que revisen esa maravilla que es MINDHUNTER.
Correcta, y no es poco.
Saludos.
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