Hay todo un mundo ahí fuera, escrito con las letras B, o Z, o saliéndonos incluso del alfabeto conocido. Un mundo de subtítulos, pero no por estar en versión original, sino por integrar ese inframundo de films perdidos, olvidados, que nadie tiene ganas de recordar. Hay quien prefiere mantenerse al margen, ya digo, aunque nos perderíamos la oportunidad de confrontar la asepsia consentida del presente con un estilo de producción kamikaze que ya hace mucho tiempo que no está en los circuitos. Así las cosas, como si de una mezcla imposible entre Werner Herzog y Jess Franco se tratara, asisto a una cosa extrañísima y que se intuye rodada con cuatro duros. Se trata de un film de 1989, titulado SUKKUBUS-DEN TEUFEL IM LEIB, que durante cerca de una hora parece un Béla Tarr de Hacendado (y en color), poniendo en imágenes el monótono día a día de tres pastores que viven totalmente aislados en mitad de los Alpes. Y, a ver, porque si no lo explico no se va a entender. Hay una fotografía espléndida, tanto en los exuberantes paisajes alpinos como en la opresiva cabaña. Las interpretaciones no son detestables, y de hecho el protagonista es Peter Simonischek, muy conocido por su reciente papel en TONI ERDMANN. Hasta la exigua trama tiene su aquél, introduciendo una tensión sexual creciente entre el más viejo y el más joven, fruto de esa represión autoimpuesta. Y hay algunos momentos de duro trabajo bastante estimables, bien rodados... que si los hubiera hecho Lois Patiño ya habría eyaculaciones gafapastiles. Pero ¿entonces qué ocurre? Ocurre que aún son los 80, y las portadas no engañan; y en ésta sale una vedette italiana de entonces, Pamela Prati, cuya función es salir unos siete minutos sin decir ni pío, y con unas lentillas blancas por todo atuendo. Ella es el súcubo de marras, construido como una muñeca improbablemente sexual, e invocada en una noche plena de schnapps. Es decir, que la película es marear la perdiz entre cencerros, vacas Eringer, quesos hechos en calderos y oraciones en voz alta a Sankt Antoni. Y todo para ver después a una señora con el pelo cardado y poniendo posturitas por los riscos, como una Samantha Fox trasplantada a un capítulo de Heidi. Con dos cojones.
Saludos.
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