Sin ganar el principal galardón, podemos afirmar que PEARL ha sido la gran triunfadora del último festival de Sitges, consiguiendo el premio a la mejor dirección y a su protagonista, una Mia Goth por fin alejada de registros que no iban con su físico particularmente difícil, y que aquí borda el mejor papel de su ya imparable carrera. PEARL, ustedes saben, es la precuela de X, y nos lleva hasta los años de la WWI, para que conozcamos cómo fue la terrible juventud de este personaje, que antes vimos ya anciano. Es un origins en toda regla, sí, pero también es un despiadado descenso a los infiernos de una mente que no logra operar como debería, y que procesa cada acontecimiento de forma errónea, con una figura materna estricta y autoritaria, y un padre convertido en vegetal. El film que propone Ti West es endiabladamente controlado, y por ello sólo pierde los papeles (en el buen sentido) en su acojonante tramo final, puede que uno de los más desasosegantes del cine reciente, y cuya protagonista simplemente hiela la sangre en cada mirada, cada vez más desquiciada. Estructurada en forma de embudo, no se me ocurre mejor film para iluminar los muchos rincones oscuros que hacían de X no un trabajo fallido, pero un poco incompleto, como si necesitara algún tipo de explicación. Está todo aquí, la locura, la maldad, pero también la incomprensión y la falta de empatía que rodea a una joven literalmente aplastada por un futuro que atisba insoportable. A mí me ha parecido espléndida, con un inusitado uso del sentido del humor, un puñado de escenas imborrables y un aire, como suele ocurrir con su director, absolutamente propio y refractario a los peores clichés del cine de género americano. West lo vuelve a hacer, y a lo mejor estamos ante una sorpresiva vuelta de tuerca.
No se pierdan los títulos de crédito, aunque puede que les provoque más de una pesadilla...
Saludos.
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