Primera decisión extraña: elegir para tu película el mismo título que otra película, y sin ser remake ni ser del mismo género, ni nada. Otra: mezclar a Tarantino y a Leone, que es no entender nada, porque Tarantino jamás ha copiado a Leone, sino que, como gran rendido admirador, lo ha homenajeado, unas veces mejor y otras no tanto. Tampoco se entiende mucho el argumento, así en general, aunque pellizca partes del citado Leone, con sus referencias lisérgico-vindicativas, tanto como de (¡glups!) el teatrito de Baz Luhrmann... Complicado, pero al ser Netflix es necesario catar la tortilla hasta el final, incluso para destrozarla. THE HARDER THEY FALL es más musical que western, más comedia que drama, pero se nota el interés denodado del director de videoclips por alcanzar una catarsis como japonesa, chillona, estereofónica, de vibrato angustiado, y para el espectador que se atreva con sus dos horas y media, angustioso. No sé, porque he logrado incluso abstraerme del elefante en la habitación, quizá porque ya venía avisado con lo de la serie de Cthulhu vs. el KKK, y molinicé las piernas con las bragas plisadas de almidón. No, en serio, la película tiene cosas muy estimables, como el reparto, las coreografías y algunas fotos fijas; lo que falla está más al fondo, en el rincón semántico, y pertenece a la gratuidad de apropiación, por lo que lo noto menos subversivo que alevoso. No hay aquí "carta de amor al padre", sino un barniz grueso, tan pastoso y satinado, que llega a incrustar una escena en la que salen blancos. Supongo que habrá un cierto silencio tras la última frase, pero lo aumentaré añadiendo que estos blancos viven en un pueblo blanco, con casas blancas, un banco blanco y hasta la arena es blanca. Curioso, porque es esta escena la única que contiene algo de extrañeza genuina, aunque sea a través de subordinar a sus hasta entonces omnipotentes protagonistas a una especie de simulación disimulada, como cuando los muñecos se descomponen en presencia de humanos en la saga de Pixar. No sé, porque deja una sensación rara, de película potente pero absoluta y conscientemente impostada. Y entonces ves al señor productor en los créditos... Ah, ya...
Saludos.
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