En mis, no sé si comprensibles, lagunas cinéfilas, me sorprendo al advertir cómo se me escurren filmografías, directores que yo siempre he considerado notables, o al menos lo suficientemente interesantes para haberles prestado algo más de atención. Es el caso de Andrei Konchalovsky, un director que comenzó su andadura hace ahora sesenta años, y que a sus 84 aún sigue en activo. Con un pie siempre fuera de su país, de un tiempo a esta parte parece haber dejado de lado la actividad con productoras extranjeras, para centrarse en un puñado de títulos de corte intrahistórico. En este sentido, me encuentro con RAI (PARAÍSO), contundente y arriesgado relato a tres bandas de la ocupación nazi en Francia, que erige un inteligente paradigma humanizador, más pendiente de la agudeza del guion que de embargar los sentidos a base de imágenes epatantes, aunque también las hay. Pese a su estética, no tiene nada que ver con la que se imaginan, y su disección de personajes se nos muestra desconcertantemente madura, sin un solo lugar común. Incluso su espiral narrativa consigue la cuadratura del círculo, con inusitada verosimilitud. El personaje central, Olga (una soberbia Yuliya Vysotskaya), aristócrata del antiguo imperio, que hace tiempo se dedica a viajar por Europa, es detenida en Francia e interrogada por Jules, implacable torturador colaboracionista, que ejerce de adorable padre de familia al terminar su repugnante tarea. Tras dictarse sentencia, llega a un campo de concentración, al que también es destinado Helmut, perteneciente a la nobleza alemana, y ahora un importante oficial de las SS, y que ha pasado media vida obsesionado con aquella imperturbable mujer, con la que tuvo un "breve encuentro" italiano más de una década atrás. Impecable en su realización, PARADISE contiene tres o cuatro momentos que, al menos a mí, me parecen antológicos; siempre diálogos en crudo, en los que los personajes se humanizan, se sinceran y abandonan el rol prefabricado que la Historia les ha reservado. Ahí es donde se palpa el deseo de Konchalovsky por no conformarse con el conflicto bélico como excusa, y sí usarlo como herramienta de redención.
Magnífica película, y actores ejemplarmente dirigidos.
Saludos.
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