David Bruckner es un director al que siempre le he visto el mismo defecto, repetido una y otra vez; un aspecto que la perspectiva determina como una manía o una mera incapacidad. Me ha vuelto a ocurrir tras ver THE NIGHT HOUSE, su último film. Una historia supuestamente terrorífica, que se apoya en una cantidad ingente de lugares comunes, y acaba desaprovechando el impresionante esfuerzo de Rebecca Hall, claramente varios peldaños por encima de todo lo demás. Y todo lo demás es una trama típica de casas encantadas, presencias sobrenaturales y secretos ocultos en algún rincón perdido. Todo parte de la traumática pérdida de la protagonista, tras el suicidio de su marido; intentando superar un estado cercano a la depresión, una serie de detalles insignificantes le advierten de que quizá su marido no era el hombre ideal al que amaba, sino que llevaba una oscura doble vida. Llegados a este punto, al menos a mí me sobraba el elemento sobrenatural, y por un momento pensaba en un ingenioso mecanismo, capaz de poner a prueba todas las convicciones de su protagonista. No es así, y el film se va deslizando hacia un desenlace perfectamente tipificado, nada que no hayamos visto otras veces, aunque reconozco que hay sobriedad y buen gusto en la realización, y que Hall vuelve a demostrar que es una actriz que puede cargar con el peso de lo que sea, aunque aquí parezca un poco lastrada por las insidiosas reglas del género.
Bien, correcta. Se puede ver.
Saludos.
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