Aquellas tardes olían a Nesquik disuelto en leche que se compraba en bolsitas y se quedaban sujetas en unos recipientes de plástico. Aún tendría que llegar el Tetra-Brik, que sonaba como a vehículo lunar, de los que uno intentaba armar con el Tente. En las televisiones de dos cadenas, muchas sin mando a distancia, sonaba un grito inconfundible: "¡Yo tengo el poder!". Y un culturista empuñaba una espada kilométrica al amparo de un rugido de tigre, y la pantalla empezaba a poblarse de otras tantas figuras, extrañas, heterogéneas, con cielos nublados y un castillo con una gran calavera en medio. Era Grayskull, y un tipo con capucha y cara de canina se afanaba en dominar un mundo que era medio medieval, porque también había máquinas y pistolas láser. Muy raro todo, pero muy divertido, porque esos señores ciclados te conminaban a no dejar nada en el plato y hacer caso a mamá. Eran otros tiempos, aquellos tiempos suspendidos en la memoria, y siempre había un primo al que los Reyes le habían traído algún muñeco articulado, bastante de hecho, mientras el más pequeño saciaba su curiosidad arrancando algún brazo, tan sólo para comprobar que aquello rotaba por una bolita sujeta con una banda elástica. Todo en orden, todo correcto en nuestras virginales tardecitas de moqueta de economato... Hasta que a esos terroristas apellidados Golan y Globus se les ocurrió que iban a hacer MASTERS OF THE UNIVERSE, con un protagonista menos expresivo que el He-Man original, Bill Conti plagiando la BSO de SUPERMAN, unos malos vestidos como los malos de STAR WARS, Courteney Cox antes de FRIENDS y un enano asqueroso vociferando. Da un poco de pena ver a Frank Langella tomándose en serio esta cosa, y actuando muy del método bajo una máscara de látex. Ni revisionismo, ni mirada indulgente de fan, ni nada, porque ni siquiera tuvieron la decencia de comprar los derechos de los muñecos, así que salen 5 ó 6, aunque la estrecha taquilla no les dio a estos señores para costear la defensa de la demanda que les cayó. Ustedes, los que no vivieron en los ochenta, la van a adorar sin sospechar que su prestigiosa inteligencia va a quedar seriamente dañada. Gary Goddard no volvió a intentarlo, sino que se hizo productor, y ahora se enfrenta a ocho demandas por abuso sexual a niños... Los maravillosos ochenta, por supuesto...
Saludos.
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