Hace unos años, el gran Corcobado, el de los chatarreros, el gran olvidado de la poesía española, el arrinconado de los enemas sociales, el último de los dulces oprobios, publicó un disco que rezumaba salitre y brandy, y palabras como bitácora y barlovento, y nadie lo escuchó, y mucho menos lo compró. Ahí resonaba una canción cuyo título encabeza esta entrada, y que igual hablaba de sexo sucio que de lobos de mar borrachos, de resaca en todo caso, porque Corcobado, que nunca entona como es debido pero tiene voz de cazalla fina, lo mismo quería decir que el mar es un coño que todo lo engulle, o que estaba hasta el coño de que todas las canciones sobre el mar fuesen bonitas. A colación de esta introducción, que corre el riesgo de mutar en la entrada misma, en Sitges se vio una película muy mala y muy aburrida, y con el mal presagio de tener dos títulos, que es algo que hacen las distribuidoras y que no logro entender. Uno es THE COLONY, y otro es TIDES. Da igual, porque la película es aburrida como un mar en calma chicha, y la protagonista es remedo de lo de Nolan en el espacio, pero con mocos salados colgándole de la nariz; es decir, más orgánico, pero también más resacoso. Y en fin, que produce Roland Emmerich, que el director ha tardado, no sé por qué, diez años entre su ópera prima, más entretenida que ésta, y esta odisea simulada, en la que los coños aparecen sorprendentemente secos para todo el agua que sale en pantalla. Y que no la vean. Y que sí, que soy capaz de escribir sin paréntesis...
Saludos.
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