martes, 1 de noviembre de 2022

El asesino del rock


 

Se ha muerto Jerry Lee Lewis, el "asesino". Se va un mito, un precursor, un tipo indefinible, indomable, fuera de cualquier etiqueta y nunca apto para gente con prejuicios. Lewis como el primer punk, un niño encofrado en un cuerpo de hombre, el niño que se escapaba para espiar los clubs de los negros en Louisiana, para aprender qué diablos le fascinaba de esa "música del diablo". Lewis, que se enamoró de su prima de 13 años, que se casó con ella, que llegó a aceptar el rechazo del público por ello, y que nunca dejó de crear una nueva forma de hacer música. Música salida de las tripas, para bailar sin pensar en nada más, para amar o para odiar, para desnudar una sociedad hipócrita e incapaz de entender a quien se salta todos los cánones. GREAT BALLS OF FIRE! tuvo buenos números en un año, 1989, especialmente complicado para las taquillas por el fenómeno del hombre murciélago. Y vista hoy, es cierto que algo hay del Joker en la desquiciada interpretación de Dennis Quaid, que entendió a la perfección el motor íntimo del hombre que se sentaba en el piano, se subía encima, lo tiraba fuera del escenario o le prendía fuego. La película, sin ser una maravilla, es sorprendentemente ágil y dinámica, y transmite la pasión y fiereza de aquellos años 50, en los que es cierto que nació un rey del rock, pero... ¿quién quiere ser un rey si puedes ser un asesino?...
Hacía un siglo que no la veía, y no me he aburrido para nada, que no es poco. Además, descubrió al mundo a una tal Winona Ryder.
Ahora sabemos que nunca habrá otro como él.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!