Una de las películas más perturbadoras que han pasado por Sitges este año no es un film de terror al uso, pero contiene momentos espeluznantes; hace de la palabra, fundamentalmente, un arma arrojadiza para llevar al espectador hasta los recovecos más recónditos de la mente de su protagonista. De hecho, el mayor hándicap que le veo es descubrir las cartas demasiado pronto, y no retorcer su ya retorcido argumento, valiéndose de la incertidumbre y extrañeza que van acaparando, poco a poco, toda la narración. RESURRECTION nos presenta a una mujer (extraordinaria Rebecca Hall) fuerte, independiente, con un alto cargo y una hija a punto de cumplir los 18. Margaret ha elegido su vida, se acuesta con un hombre casado porque así no tendrá peligro de compromiso, e incluso ayuda a una joven becaria que no sabe cómo abandonar una relación tóxica. Pero la vida de Margaret está a punto de venirse abajo por un hombre que repentinamente ha aparecido, desatando un infierno íntimo que creía haber dejado atrás para siempre. Sería necesario no desvelar mucho más de la trama, e ir descubriendo el amasijo de sensaciones que vuelven a esta mujer, sobe todo en unos diálogos que rozan el absurdo, tan sólo para poner en evidencia cómo se comporta la mente humana cuando es completamente colonizada por otra, llevándola a una situación de esclavitud emocional. Sin un solo aspaviento, Tim Roth encarna a un ser diabólico, inafrontable desde la moralidad, y capaz de provocar escalofríos sin un solo gesto histriónico. Es una buena película, que sólo se desmadra en el infernal desenlace, y que vuelve a poner en órbita a un director que no rodaba nada desde hace una década, y cuya visión entronca a mi parecer con otros "morosos", como Jonathan Glazer.
No apta para gente emocionalmente influenciable.
Saludos.
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