miércoles, 23 de noviembre de 2022

Raoul Walsh. Escribir la Historia #12


 
ME AND MY GAL, de 1932, es un ejemplo perfecto de cómo sintetizar varios géneros al abrigo de uno principal, en este caso la comedia de diálogos rápidos y desenfadados. Lo increíble es cómo, en apenas 80 minutos, tenemos una historia romántica, un policíaco con gangsters y hasta cine social; todo distribuido en ingeniosas píldoras, y con un ritmo tan ágil que a un espectador actual, pese a lo sencillo de la trama, le puede costar seguir tantos cambios de tono. Con una localización que se ciñe a un pequeño barrio portuario, conocemos a un oficial de policía (Spencer Tracy) un poco patoso y pagado de sí mismo, pero que siempre está dispuesto a echar una mano a quien lo necesite. En un largo preámbulo, tendrá que lidiar con un insidioso borracho, seguir la pista a una banda de atracadores, recibir un ascenso, descambiar un sombrero hongo y tirarle los tejos a la joven camarera (Joan Bennett) por la que está colado. El gran problema es que la hermana de ésta mantiene un romance paralelo con uno de los gangsters, al que llega a esconder en su casa, lo que dará lugar a multitud de situaciones cada vez más enrevesadas. Es un film que ejemplifica el cine comercial de los años 30, apoyado en la extraordinaria química de su pareja protagonista, y que yo recomendaría revisar cien veces a todos los directores primerizos que son incapaces de encontrar el tono adecuado a una historia; aquí el tono se va modulando con pasmosa naturalidad, sin estridencias ni exabruptos. Parece fácil, pero no te llaman maestro por nada...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!