La película que se pudo ver en Sitges fue otra muy diferente, y pasamos a comentarla sin mayor dilación. THE HARBINGER es un loable, aunque parcialmente fallido intento por construir un relato de terror alrededor de los días del confinamiento por la pandemia de Covid. La historia funciona mientras este confinamiento es el motor narrativo, por la extrañeza que se presenta en forma de ruidos, toses, palabras ininteligibles provenientes de los apartamentos adyacentes, y que podríamos identificar como efecto de la enfermedad. El gran problema del film es que distribuye mal a sus personajes, sin ser estos muchos, y la sensación final es de que se querría haber contado otra cosa menos efectista, pero que el director no ha podido evitar la tentación de cerrar con un lugar muy común. Y es una lástima, porque la primera mitad es inquietante, con una mujer que vive sola y literalmente ruega a una amiga suya que pase unos días en su apartamento en pleno confinamiento, puesto que está convencida de que algo muy extraño ocurre en el piso de arriba. Sería una premisa más que interesante, pero luego el film cambia el eje, y descubrimos que la protagonista es la visitante, que se ve inmersa en una espiral de sueños febriles, donde, llegado el momento, es casi imposible saber dónde acaba lo real y empieza lo imaginado. Podría haber sido una alegoría inteligente, pero se queda en una cinta de terror normalita, bien facturada pero con multitud de limitaciones, tanto argumentales como estéticas.
Se puede ver porque es cortita, eso sí.
Saludos.
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