viernes, 18 de noviembre de 2022

Crónicas del interior


 

Es extraña la sensación que deja CRIMES OF THE FUTURE, último film de David Cronenberg, y que parece anticipar el fin de una carrera tan larga como apasionante. Conscientemente, el director canadiense elige una de sus primeras obras para realizar una especie de "muestrario de posibilidades", como si de repente necesitara confesar cuáles han sido los motores de sus obsesiones narrativas. En un giro diabólico, no es una película fallida por lo que es en sí misma, sino por el lugar que ocupa. A menudo solicitamos indulgencia para esas "últimas obras", inferiores pero bienintencionadas, en las que atisbamos agotamiento, pero puede más el dictamen nostálgico. No he podido evitar pensar en uno de esos señores mayores que, a modo de holograma viviente, esconden sus años con ropajes y peinados que no se sienten como suyos, pero que siempre tendrá un defensor que invoque no sé qué del derecho a ir como uno quiera, sin pararse a pensar en la posibilidad de jugar limpio con uno mismo. CRIMES OF THE FUTURE no merece una crítica per se, y sí una mirada bondadosa, para no caer en la tentación de destrozar a un director que no lo merecería, básicamente porque es poseedor de una trayectoria tan influyente como inclasificable, y eso es mucho más importante que ponerme yo aquí a falsear con atributos que no van a volver jamás.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!