jueves, 10 de noviembre de 2022

Be my baby


 

Que BARBARIAN se cierre con la famosa canción de las Ronettes no es casual, pero eso sólo lo sabremos ahí, al final. Hasta entonces, lo que vamos a ver es un film de terror más clásico de lo que parece, menos imaginativo de lo que parece, y cuyos constantes cambios de tono, más que deslumbrar, pueden exasperar si no se es un espectador lo suficientemente paciente para adentrarnos en un horror excesivamente cambiante. Prácticamente estructurada en tres partes, contiene un arranque magnífico, casi sin ningún elemento de terror explícito, pero que crea un preámbulo tan potente que luego va desinflándose a la hora de las explicaciones. Una joven llega a una casa alquilada, en plena noche, en un suburbio de Detroit; sin embargo, ya hay un hombre allí. Podría ser un error de las agencias, podría ser alguien tendiendo una trampa, o quizá ninguna de las dos cosas. LO que Zach Cregger propone, una vez se desata la locura, es cambiarlo todo otra vez, llevarnos hasta otro personaje ajeno, una especie de actor de segunda al que van a denunciar por violación, y que va a necesitar dinero para afrontar los gastos de su defensa, así que irá a Detroit... a vender una casa de su propiedad. Ahí ya no hay medias tintas, y sabremos de primera mano qué esconde en realidad esa casa. Pero aún hay otro giro, que nos lleva 40 años atrás, y que es una "explicación no explícita" del desenlace, que por supuesto me reservaré y que me parece lo más discutible de este irregular film, más disfrutable en los momentos de suspense, pero predecible en los momentos de terror, siempre flirteando con una serie B más bien chusca.
No está mal, y seguro que habrá quien piense que es una maravilla. Yo, con ese inicio, la hubiese derivado a otra parte, aunque no estoy muy seguro de cuál.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!