Recuperando más títulos que se habían quedado por el camino de la última edición de Sitges, aparece THE CURSED, la esperada última película de Sean Ellis, que llevaba nada menos que cinco años sin rodar. A priori, hubo voces que la colocaban entre las favoritas, y que iban desistiendo de ello a medida que veían, con estupor, el enésimo ejemplo de cómo tirar por tierra una excelente idea. Estrenada también con el título de EIGHT FOR SILVER, es ésta una película que muere de solemnidad, o de soberbia; de creerse mejor de lo que es, y también por no ser capaz de superar sus errores, que son muchos. Ellis es un director sin sentido del humor, un poco ensimismado, que se recrea desesperada e insistentemente en los hallazgos visuales, cuando los encuentra, dejando a menudo la narración deshilachada y mortecina. En este caso, volvemos al tema de los hombres lobo, vía maldición, en la que ésta es desatada tras el aniquilamiento de unos gitanos que reclaman unas tierras. Esto, que ocupa la primera media hora del film, es de lejos lo mejor, y promete una película de enjundia, a partir de una serie de planos secuencia generales, orgiásticamente rodados, y que revelan a ese gran cineasta que, me temo, sigue escondido en alguna parte. A partir de ahí, el film se torna pesado y previsible, sin abusar de los efectos digitales, pero apoyado en todo momento en ellos. Los actores parlamentan inacabablemente sobre cosas que ya sabemos, se dedican minutos interminables a gente comiendo, durmiendo o simplemente paseando, y pareciera que Ellis quería filmar otra cosa, en ningún modo cine de terror, sino alguna estampa de época, un poco a lo BARRY LYNDON... No sé, porque tiene momentos absolutamente fascinantes, pero es una cinta que se va haciendo cuesta arriba y ya no logra remontar.
Una lástima, pero a Ellis habrá que seguir esperándolo.
Saludos.
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