Hay una cuestión simplemente insoslayable que recorre todo el metraje de CRY MACHO, un elefante en la habitación demasiado voluminoso como para ser obviado, y menos cuando se nos presenta en un espacio mitificado, como es la filmografía del último gran dinosaurio del viejo Hollywood. Posiblemente, Clint Eastwood debería haber hecho otra película, o no protagonizarla él. Posiblemente, esta peliculita apenas represente un ínfimo vestigio de la grandeza de un tipo que ha cabalgado libre (y grandioso) durante una barbaridad de décadas. Lo único que a mí se me ocurre es que a nadie debería importarle esto, no al menos en la manera que nosotros, simples mortales, nos aferramos a nuestras mediocres vidas mientras disertamos sobre composición de cámara o referencias de guion. Eastwood ha hecho su ¿última película? con el dedo meñique, con el mismo entusiasmo que encontraríamos en el trabajo de fin de carrera de un veinteañero, y otorgándose algunos momentos inverosímiles, tan sólo porque él decide, siempre ha decidido. Ustedes, nosotros, podemos ser tan duros e implacables como esta "nueva manera de ser" nos impone y aceptamos obedientes; a tito Clint, estoy seguro, le suda la polla una reseña más o menos, porque quizá es el único actor que a día de hoy es capaz de caminar, renqueante, eso sí, un par de pasos por delante de la muerte. Otras veces lo hemos llamado eternidad, no veo porqué ahora no...
Lo que viene siendo una historia de las de antes.
Saludos.
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