martes, 19 de abril de 2022

Hierbas demasiado aromáticas


 

La película de hoy la podríamos entroncar sin demasiadas dificultades con la de ayer, y no sólo por su humanista visión de las inteligencias artificiales, sino más bien por el buenismo que a ambas las frena en un desarrollo narrativo más amplio, dejándolas en el templado lugar que ocupan los "títulos amables". AFTER YANG intenta por todos los medios huir de los tropos más manidos de la ciencia ficción convencional, para ocuparse de un relato íntimo y sugerentemente descarnado. Se agradece, por ejemplo, la naturalidad con la que nos enfrentamos a los modos de esas "máquinas", en este caso demasiado humanas, que lejos de suponer amenaza alguna, son seres diseñados para integrarse plenamente en cualquier familia y ayudar a éstas en cada tarea que se le precise. El film se centra en una familia interracial (y prometo que intenté que no me rechinara) en la que el padre, que se dedica a "diseñar" tés, y su mujer, adoptaron a una pequeña proveniente de China, y más tarde "adoptaron" a Yang, no sólo para las tareas habituales, sino para que ejerciera de hermano mayor, al ser diseñado como culturalmente chino. El problema sobreviene cuando Yang (que por lo visto no era de las mejores calidades), digamos que dejó de existir sin previo aviso, dejando un hueco irreparable, y que obligará al padre a buscar cualquier medida desesperada, incluso acudir al prohibido mercado negro. 
La película, ya digo, está bien rodada, quizá con un exceso de pausa, que puede llegar a exasperar, y me temo que sólo va a satisfacer a quienes gusten de minimalismos poéticos sin exigir algo más de brío. Incluso Colin Farrell está en permanente estado de narcolepsia; y excepto un explosivo baile de apertura, y una preciosa canción central, su hora y media escasa se eterniza innecesariamente. Habrá que ver de qué puede ser capaz el surcoreano Kogonada de seguir explorando las posibilidades de la ficción, tras la mucho más interesante COLUMBUS, aunque de momento parece que le cuesta desprenderse de su estela como video-ensayista, extenso trabajo que me permito recomendarles desde aquí vivamente.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!