lunes, 4 de marzo de 2024

Sangre y arena II


Debe ser difícil, pero también necesario, escenificar toda la épica de DUNE 2 en base a la magnitud de lo que se pretende narrar. Para quienes hemos leído toda la obra de Herbert, es más que satisfactorio enfrentarse a esta nueva entrega con la certeza de que no se omite nada del libro adaptado, y aún más, lo bien que se ha preparado el camino para la que debe ser el cierre de una de las trilogías más importantes en la historia del cine. Villeneuve juega sus mejores cartas sin entretenerse en vaguedades políticas e ir a lo que siempre he considerado lo más controvertido y sobresaliente de la obra original. Es aquí donde entra el as bajo la manga de Thimotée Chalamet, cuyo poderío va creciendo exponencialmente junto al de Paul Atreides, que experimenta la drástica transformación de mero superviviente a líder fundamentalista, y me atrevería a decir que enloquecido por un mesianismo del que aquí no veremos más que una demostración que nos debe preparar para, intuyo, un cierre apoteósico. Esta segunda parte corrige y aumenta a su predecesora, quizá con una dimensión menos colosalista, pero con una narrativa más sutil y mejor hilvanada. El resultado es un (otro) clásico instantáneo, que quizá esté definiendo las líneas maestras de cómo afrontar el sci-fi en una era que ya recela del digital, buscando imágenes más corpóreas y sensitivas. Un espectáculo apabullante en pantalla grande, que demuestra la vigencia del cine-espectáculo, pero cuyo discurso hay que desgranar con atención, y nos puede ayudar a entender algunos acontecimientos históricos actuales.
Tiene dos o tres momentos en los que te agarras a la butaca de puro vértigo.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!