sábado, 16 de marzo de 2024

Magia potagia 1


 

¿Y cómo hablo yo a estas alturas de Harry Potter? Buena pregunta, porque no me hubiera extrañado fenecer un día sin haber perdido la virginidad con este mito del siglo XXI, del que sólo me habían llegado los ecos de sus retumbantes éxitos, tanto literarios como cinematográficos. No pasa nada, nobleza obliga, pero debo serme, ante todo, fiel al espíritu ácrata y manumitido del blog, que aún no tiene la mayoría de edad pero considero plenamente emancipado de fofas genuflexiones de internado. No crean que me mola mucho ensayar un dictado metalingüístico, con el que cloquear o bifrontar lo que (me ha quedado clarinete con apenas un vistazo al episodio primero) no es más que un tiovivo temático, acotado y eventualmente rijoso. Es Proserpina comiéndose los chocolates de Plutón, o Polifemo en despero por Galatea. Para que me entiendan: HARRY POTTER AND THE SORCERER'S STONE es el Oliver Twist afrontado desde un ojo de pez que mangonea a Primal Scream y a Tom Wolfe. Pijos contra normalistas de cuellopico (ver, en todo caso, SALTBURN), elogio monumentalista y pancreático de la bonhomía procedente de una competitividad salvaje e injusta, o el folletín por el folletín, imitando el legendario pánfilo de Chaucer. Todo con tal de camuflar la imposibilidad de abrazar una nigromancia genuina, con la picnosis de una feble tradición, la del entretenimiento inocuo. 
Me entretiene pero me aburre. Un pelotazo con un balón de Nivea. Me quedan otras siete ¿Aguantaré? Insisto en que estimo resarcimiento, pero soy más de varitas de merluza...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!