miércoles, 25 de mayo de 2022

El sinsentido del mal


 

Uno de los mayores quebraderos de cabeza (o no) con los que suele lidiar un guionista que se proponga abordar un film de terror, es "visibilizar" al mal, sea con una figura que desborda lo terrenal, o bien dotándolo (y esto es más complejo) de una autonomía moral, la suya, que nos obligaría entrar en su psique, incluso adoptarla para intentar entenderla. Uno de los subgéneros, incluidos en el terror, más simplistas, suele ser el conocido como slasher; encadenado de atrocidades, a cual más burra, cuyo único filón intelectual consiste precisamente en la provocación de una sola idea: el mal no piensa, pero tampoco descansa. De un tiempo a esta parte, no son pocos los títulos que, con desigual fortuna, han retorcido el mero festival de vísceras, motosierras y tetas al aire, para hibridar lo garrulo con lo reflexivo. Uno, por ejemplo, que aún sigue dividiendo a los fans, es WOLF CREEK, de 2005, donde encontramos un inusual y larguísimo preámbulo, capaz de medir la paciencia y flexibilidad de esa legión de fagocitadores de films calcados entre sí. Lo que proponía Greg McLean era "acostumbrar" el ojo a un naturalismo algo relajado, como si estuviésemos viendo un mumblecore repleto de diálogos intrascendentes y gente a la que le pasa poca cosa. Luego, hay un breve intervalo, más o menos a la mitad, que comienza a introducir un elemento malsano, mucho después de lo que podríamos suponer, y que de haber estado en manos de un director más hábil, habría elevado el tono general, que luego se recupera levemente con la también heterodoxa presentación del "malo" en cuestión, mostrándose abiertamente y a cara descubierta. Y es curioso, porque he leído muchas críticas sobre la gratuidad de algunas escenas, y debo decir (tras ver el "uncut"), que su explicitud está a años luz, por ejemplo, de algunas lindezas llegadas de cierto país nipón. Otra cosa es el raro dibujo de ese villano, menos excéntrico, y por tanto más temible, porque no hay un solo argumento que verifique un motivo para sus actos, y eso, me parece, da más miedo que una explicación sobada mil veces.
Es tan cruda, que se pasa de áspera, y eso, curiosamente, juega en su contra.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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