martes, 17 de mayo de 2022

Hamlet


 

THE NORTHMAN es Hamlet. Hasta ahí la aportación al guion de su película de Robert Eggers, y añadiría que también de su partenaire, un tal Sjón Sigurdsson. El resto es donde deberíamos enfocarnos si lo que queremos es llegar a algún tipo de comprensión lectora; curioso, por cuanto Eggers parece desechar cada posibilidad semántica del texto shakespereano, y transita su habitual guiñol sanguinolento, indudablemente el más explícito de su corta pero intensa filmografía. Alguien me preguntará si me ha gustado, y le responderé que sí; alguien me preguntará lo contrario, y me dará un ataque de pudor reconocer que, por momentos, el film es ridículo, o mejor ridículamente grotesco. Y, ya que a este señor lo que le pone es retorcer lo preexistente, hasta exprimirle una pulpa que no sabíamos que existía, lo nominativo, me parece, es no otorgarle una crítica al uso, sino dragar las expectativas, y que su infantil narrativa salga a la luz, probablemente al unísono con su soberbio magisterio sobre cómo se construye un imaginario visual. La película es el espeluzne, justo donde un gran narrador mordería con fuerza (ese asomo incestuoso, que Eggers trata con horrible pudor), pero también una gozada impagable, como en su desarmante desenlace, que no parece filmado exactamente en este planeta. O abreviando, que es inferior a sus predecesoras, que se disfruta más cuanto más palomitera se vuelve (y a regañadientes), y que, insisto, Eggers debe seguir planteándose lo de aliarse con un verdadero guionista, aunque eso le cueste rebajar el sonido del serrucho.
Dos notas: véanla exclusivamente en sala grande y luego échenle un repasillo a Shakespeare, porque ahí está todo, y más claro...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!