sábado, 28 de mayo de 2022

El mal moral


 

Vayamos hoy con una de samuráis, género que tenía ligeramente olvidado. Y no con una película cualquiera, sino con uno de esos títulos míticos, que han perdurado hasta nuestros días, convirtiéndose en todo un referente del que otros cineastas han bebido indisimuladamente. DAI-BOSATSU TÔGE (rebautizada aquí como LA ESPADA DEL MAL), es un impactante relato, situado en los estertores de los clanes de samuráis, que reflejaba el conflicto interior de Ryonosuke, un espadachín que parece haber perdido cualquier código moral, y que siente que su vida sólo tiene un propósito: matar. Matar indiscriminadamente, sin razón, o buscando la más nimia para hacerlo; sin importar si son ancianos, mujeres o niños. Todo comienza en un torneo, donde la esposa de su contendiente, desesperada, le pide que no mate a su marido; Ryonosuke le pide la deshonra... ella acepta... seguidamente acaba con el marido en duelo, ante la desaprobación de su propio clan. 
No tan conocida fuera de su país, la trayectoria de Kihachi Okamoto (que abarca desde finales de los 50 hasta 2001) es amplia e irregular, congeniando géneros tan diversos como el policíaco, la comedia o el musical, aunque el que le dio prestigio fue este género, siendo ésta su mejor película con diferencia. Dotada de una gran fuerza visual, se beneficia de la inquietante presencia de Tatsuya Nakadai, que encarna a la perfección a ese hombre de mirada, al mismo tiempo intensa y vacía, que bien podría ser un demonio, o quizá represente el final absoluto de una era, a finales del XIX, que ya carecía de cualquier sentido, y sólo era defendido por fanáticos y demagogos. 
Una película imponente en lo visual (la fotografía de Hiroshi Murai es para estudiarla), pero con grandes lagunas narrativas; algo que a Okamoto no parece importarle, con tal de adentrarnos en este infierno de violencia interna, que se desata cuando menos se espera.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!