No fue en Estados Unidos, sino en Europa, en Cannes, donde sí vieron sin titubear el talento interpretativo de Dean Stockwell, aunque lo de LONG DAY'S JOURNEY INTO NIGHT no parece de este mundo. Los cuatro interpretes de esta monumental película resultaron premiados en aquel certamen de 1962. Katharine Hepburn, que fue la única nominada en los oscar, y un insólito ex-aequo triple, compartido por Stockwell con Jason Robards y Ralph Richardson. Casi tres horas de asfixiante exorcismo vital, para poner al descubierto las abismales miserias de su autor, Eugene O'Neill, que se cobraba una venganza, si no justa, desde luego sí crudelísima, incluso desmedida, en una representación de lo horriblemente imperfecto que nos resulta existir a quienes aún seguimos vivos. Fue la última obra de O'Neill, que se trazó a sí mismo como un atónito joven, incapaz de estirar el buche bajo el apesadumbrado amor de su madre morfinómana, la tacañería de un padre fracasado y borrachín, y la ojerosa envidia de un hermano mayor, alcohólico mayúsculo y vago por toda profesión. La película, que se va desarrollando en interminables parlamentos, ora lúcida pesadilla, ora onírica cotidianidad, contiene ese poso de verdad de fieras que se despedazan, que no saben cómo ser amables si no es sacando cada error, cada certeza oculta. Prácticamente un lúgubre poema representado a cuatro voces, en cada una de las cuales asoma un rencor impasible, que llega como esa noche de niebla, en la que el hijo menor encuentra una inexplicable sensación de paz donde su familia ve una amenaza a su precario estado de tísico, tan sólo porque, como él mismo explica ya al final, mientras su hermano babea junto a una puta obesa, la madre se pincha vestida de novia en el piso de arriba, y el padre afloja las bombillas de su ruina, "a poco que uno se aleja, la casa desaparece, como si nunca hubiese existido"...
Una bestialidad.
Saludos.
2 comentarios:
Interpretaciones endiosadas de vidas endiabladas.
Veo que tu contumacia cinéfila no decae. Me alegra. Saludos Indéfilo!!
Saludos. Y gracias por las palabras...
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