martes, 31 de agosto de 2021

El abismo siempre devuelve la mirada #1


 

Comenzamos aquí y hoy un nuevo monográfico, y el elegido es un director inusual, aunque cualquier adjetivo, por extraño que sea, se le puede quedar corto a este satélite indescifrable, quizá no el único que se ha atrevido a mirar más allá de tabúes y moralidad, pero sí uno de los pocos capaces de, sin regodearse, haber estructurado toda una obra artística en torno a esos "rincones sin iluminar" de nuestra aburrida, miserable y, en ocasiones, abyecta existencia. Todd Solondz podría suponer una especie de puente intransitable entre John Waters y Woody Allen, pero ni resulta gratuito como el primero, ni se ha acomodado como el segundo. Y cuando parece que su discurso se basa en "decir la más gorda", siempre hay un deje de áspera melancolía, como un poema de Roger Wolfe, como un tema de Tom Waits... pero en clave cutre y desmitificadora. Y como todo tiene un principio, también lo tuvo la carrera cinematográfica de Solondz, allá por 1989 y obviando los cortos rodados semiprofesionalmente. Aunque es justo indicar que FEAR, ANXIETY & DEPRESSION es una película completamente repudiada por su director, debido a la vergüenza (en sus propia palabras) que le produce haber pergeñado un pálido remedo de ANNIE HALL, tanto como a la intromisión de los productores, lo que le llevó a replantearse seriamente si no estaría equivocando la ocupación. Es curioso, porque su protagonista, Ira (interpretado por él mismo), es un eterno aspirante a dramaturgo, debatiéndose entre el sempiterno e irritante dilema de "arte o éxito", y que cuando comprueba que la vida no es ni una cosa ni la otra, duda de todo y de todos. Suma de todos los tics del pagafantas genuino, Ira se enamora de cada mujer que ve, pero no soporta a su devota novia; y mientras tanto, malvive con las asignaciones paternales, que se terminan cuando los progenitores asisten a una obra autobiográfica de su hijo, en la que no salen muy bien parados. Es, sin duda, el film más flojo de su autor, como un bosquejo urgente (aunque Solondz contaba ya con 30 años), repleto de guiños a otras cosas antes mencionadas, cuando no directamente copiadas. Y aun así, pese a toda su imperfección, y tal y como será una constante en toda su obra, hay algo muy serio, y muy chungo, y muy jodido, latente tras esas frases en el margen contrario de la solemnidad, como si el tono cómico no lo fuera más que "presuntamente". Es entonces cuando Todd Solondz dispara cargas de profundidad, casi pidiendo perdón, pero dejando un reguero de cadáveres a su paso...
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!