You live in a world of excess
Where more is more
And less is much less
A day without fame
Is a waste
And a question of need
Is a question of taste
Así comienza "Flamboyant", una de las canciones más lúcidamente sarcásticas de Pet Shop Boys, y que le hubiese ido como anillo al dedo a ON THE ROCKS, último film de Sofia Coppola, de no ser porque debió darle un ataque de pudor y no quiso que se notara demasiado cuál era su auténtica intención. ON THE ROCKS, sin ser del todo un film fallido, es un fracaso insertado en el cascarón de una película entretenida. Ya he dicho muchas veces que no me ha interesado nunca el cine de esta señora, incluso reconociendo que no es una cineasta sin talento, tan sólo una sin nada que decir. Siendo más impúdicos, diríamos, por ejemplo, que estamos ante una secuela indirecta de LOST IN TRANSLATION, pero sólo por los réditos que pueden extraerse del personaje de Bill Murray, que sería como aquel otro dos décadas después. No, porque ni siquiera hay aquí un análisis del deseo y la soledad, aunque podamos pensar que la trama principal vaya de eso. Murray es aquí ese flamboyant, ya un poco cascado, pero que ejerce de vigía de un estatus exclusivo, al tiempo que se embarca en una estrambótica aventura junto a su hija (Rashida Jones), que sospecha que la intensa vida profesional de su marido encubre unos cuernos que parecen más que evidentes. La disfrutarán si también lo hicieron con la otra aquí mencionada, pero no se quejen si la trampa les salta en la cara al final, porque yo ya les advertí. Hubiese faltado un cartelito final advirtiendo "como en casa en ningún lado", pero ya hubiese sido el colmo del cinismo...
Ustedes sabrán qué hacen.
Saludos.
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