Ben Wheatley sigue dando una de cal y dos de arena, que es lo mismo que decir que su cine, tan seguro e imaginativo de antes, va dando tumbos en una suerte de autorreciclaje, cuanto menos difícil de defender. IN THE EARTH es el ejemplo perfecto de esto, puesto que para cualquiera que haya seguido la trayectoria del británico, se puede rastrear gran parte de su filmografía; el consuelo es que al menos se ha decantado por la buena, claro. Se trata de un nuevo ejemplo de horror-folk, tan en boga últimamente, que utiliza la excusa de una pandemia para aislar a su reducido grupo de personajes en un entorno natural y primitivo. Es un bosque al que van un científico y una guardabosques, a buscar a una colega del primero, que ha dejado de dar señales de vida mientras realizaba experimentos para encontrar una posible cura a la enfermedad. Esto es más bien una excusa, porque inmediatamente Wheatley invoca su festival de antologías, primero con una pareja psicopática que parece sacada directamente de SIGHTSEERS; después, con los ya habituales viajes lisérgicos, con los hongos y esporas de A FIELD IN ENGLAND; y con el atisbo de las sectas ocultas en lugares apartados de la irrepetible KILL LIST. Un refrito demasiado inconexo para no tener la sensación de que aquel cineasta fresco e imaginativo parece haberse quedado sin ideas (echamos de menos a Amy Jump), y que debería replantearse algún cambio drástico de rumbo, quizá como el apuntado en HAPPY NEW YEAR, COLIN BURSTEAD, de hecho su última gran película. Por mi parte, y aún digiriendo aquella ignominia pseudo-hitchcockiana, mi fe es inquebrantable...
Saludos.
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