Probablemente sea más fácil imaginar que se puede hacer tangible algo que sólo tiene sentido en la imaginación, que no ser capaz de imaginarlo. Lo inimaginable existe, y por ello deja de pertenecer al terreno de la imaginación. Por ello Lynch ha llegado a ser tan importante, para poder explicar una máxima como la anterior sin que nuestros sesos se desparramen en el intento. CENSOR es un ejercicio de estilo casi obsceno, tan marcado y requetemarcado, que de no poseer un buen punto de partida sería una pérdida toal de tiempo. Pero no lo es por varias razones. La primera, su protagonista, la actriz irlandesa Niamh Algar, que debe ser uno de los nombres a seguir en los próximos años, y cuya inquietante presencia es capaz de modular por infinidad de cambios de estado. Entiendo que la idea principal era esa, poner en imágenes un mundo exagerado, casi teatral, entre la pesadilla onírica y la teleserie de estudio, aunque el resultado final, desgraciadamente, está más cerca de Argento que de Lynch. Supuestamente es un film de terror, pero no sé si puedo afirmarlo categóricamente, y sí que el intento de desestabilizar la percepción del espectador es lograda a medias, ya que sus innecesarias escenas sangrientas le restan un misterio que se va disipando lentamente. Podría ser la fascinante historia de una mujer censurando vhs' en la Inglaterra de Thatcher; o una parábola sobre la desensibilización al sobreexponerse a imágenes truculentas. O bien una pesadilla demasiado real, o el súbito desentrañamiento de una misteriosa desaparición. La lástima es que el film se queda a medio camino de todo esto, y el desenlace, aunque esforzado, no cumple unas expectativas demasiado altas.
Lo mejor, su protagonista. Lo peor, demasiado acartonamiento injustificado.
Saludos.
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