Clive Barker tomó los mandos como productor ejecutivo en la tercera entrega de una serie que corría el peligro de desmandarse, pero cometió el error más frecuente en quienes ven la oportunidad americana como un mago de Oz, capaz de otorgar el don de la comercialidad con el mínimo esfuerzo. Así, HELLRAISER III: HELL ON EARTH supura lugares comunes del terror norteamericano por los cuatro costados, y deja de lado la gravedad metafísica del autor británico, para facturar un simplista film que lo fía todo a unos efectos especiales que, dicho sea de paso, tampoco son nada del otro mundo para un 1992 que ya daba títulos con un digital varios pasos por delante. Es poco más o menos lo mismo de las otras dos, pero con el trasfondo de un club nocturno, cuyo dueño adquiere una escultura, que en realidad alberga el espíritu de los cenobitas, que requerirán una serie de sacrificios para volver a campar a sus anchas. Hasta ahí no hay nada ni muy bueno ni muy malo, pero el tramo final es delirante e incluso un poco jocoso, con un grupo de cenobitas creadosa partir del personal del club (disc-jockey incluido), con el que no sé si Barker estvo muy de acuerdo, pero que el tándem Atkins/Randel supuso como una variación interesante, mientras que Anthony Hickox vio las posibilidades de recrear TERMINATOR 2 con heraldos infernales.
Parece hecha a trozos desperdigados, y por eso no llega a ser un buen entretenimiento, sino una frikada para los muy fans de la saga.
Saludos.
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