THE STRANGER, que también estuvo en Sitges, es una película asimismo extraña, que me ha gustado pero que no he conseguido entender del todo. Más un thriller atmosférico que puramente narrativo, tiene un tour de force prodigioso entre Joel Edgerton y Sean Harris, que terminan prácticamente por fundirse en un solo personaje, en un juego ambiguo y desconcertante. El primero interpreta a un policía infiltrado, cuyo cometido es ganarse la confianza del segundo, un delincuente de poca monta que cree estar ingresando en una banda de narcotraficantes, y que arrastra un pasado más oscuro del que parece. Existe la certeza de que cometió un asesinato varios años atrás, pero nunca se pudo probar su culpabilidad; ahora, con una identidad falsa, quiere ganar el suficiente dinero para desaparecer definitivamente, mientras el agente pugna contrarreloj para arrancarle una confesión sin destapar la farsa. Hay algo que falta, una pieza fundamental que ni siquiera a los espectadores es concedida, y con la que el puzzle estaría completo; en lugar de ello, Wright, que acomete su segunda película, recurre a difuminar la realidad y la ensoñación de un hombre que teme llegar a sentir empatía por el enigmático criminal. De hecho, está seguro de que incluso podría sentirse atraído, aunque esto no llega a cristalizar del todo. Insisto, es una película rara e indigesta, a la que hay que estar sumamente atentos a los detalles desperdigados, y que parece dar infinitos rodeos para respuestas que deberían ser más simples.
Gana en un segundo visionado.
Saludos.
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