Los Ángeles. Un tipo se despierta en una habitación vacía, posiblemente con resaca; mira por la ventana y baja hasta el pequeño patio del edificio. Allí hay un hombre fumando, sentado; ambos son fumadores. Se presentan: el primero acaba de mudarse, mientras encuentra otro trabajo con mejor horario; el segundo vive allí desde hace diez años y se acaba de separar de su ex-marido. Comparten cervezas, cigarrillos, y hay un extraño cenicero de cuarzo que no saben de dónde ha salido, pero que desencadenará una serie de extraños fenómenos en aquel reducido espacio, en el que casi podríamos afirmar que el tiempo se ha detenido. SOMETHING IN THE DIRT logró el premio de la crítica en Sitges, puede que por lo poético de su propuesta, un sci-fi de exiguo presupuesto, que juega con nuestras expectativas y nos lleva de la mano por un apasionante tablero de conjeturas, teorías conspiranoicas y el deseo, quizá, de revertir una situación enquistada, aunque ello signifique perder la cordura. El único problema que le veo al film es su falta de concisión, que lo convierte en una experiencia levemente exasperante; si uno es paciente, y sobre todo le tiene fe a este dúo (aquí en labores de dirección y actuación), encontrará la recompensa muy al final, en una hermosa y desarmante coda, que queda suspendida como un suspiro un poco después de acabar.
Hay que verla al menos un par de veces.
Saludos.
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