Siempre he tenido la certeza de que George Miller es, por encima de todo, un romántico, y que su romanticismo puede rastrearse en cada una de sus películas, incluso en las menos previsibles. Y de repente llega THREE THOUSAND YEARS OF LONGING, que bien visto podría ser una especie de compendio de estas "pistas románticas", entendidas como componentes necesarios de una narración que parece engañosa, falsamente megalómana, cuando es un pieza a mi entender minimalista, y que celebra el placer de las narraciones episódicas. De hecho, es tan burda su premisa, tanta la premura con la que se nos presenta su trama, que sólo puedo entenderlo como un gigantesco McGuffin, cristalizado apenas en sus emocionantes minutos finales, de una extraña hondura sentimental. No voy a ser yo quien desvele dicho giro, porque desarmaría el motivo principal, latente, veladamente visible a través de los cuentos que un "genio de la botella" (literalmente) le va contando a la escéptica erudita que ha destapado a este ser milenario en un viaje a Turquía. La gran química entre Idris Elba y Tilda Swinton salva cada salto al vacío del ridículo, y nos prepara sigilosamente para ese impensable giro, hermoso, eficaz, y que te deja con una sonrisita satisfecha. Los románticos somos así...
No es ninguna maravilla, pero tiene y debe tener su público que la entienda.
Saludos.
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