sábado, 2 de octubre de 2021

Sobre el jodido irreverente


 

Bueno, también se murió Antonio Gasset, porque todo el mundo se muere, que si no seguiría vivo y escupiendo su dominado desprecio sobre los que él consideraba "espectadores de saloncito". Gasset era un cinéfilo raro, que no quería hablar de películas, y prefería tomarse una copa de miradas furtivas. Y era un extraño cruce entre Pedro Erquicia y Harpo Marx. Y durante muchos años fue un referente de culto, marciano, en horario de máxima audiencia, mientras decía un par de frases más o menos ingeniosas y luego soltaba un escupitajo verbal, que quedaba resonando en aquellos hogares españoles de finales de los ochenta como un disparo en una película de Boetticher. Y Gasset también salió en alguna película de algún amigo, como ya sabemos que hizo con Zulueta, con el que coincidió haciendo una cosa muy rara en Super8 de Jaime Chávarri, que por entonces, a finales de los sesenta, andaba obsesionado con la posibilidad de rodar como Godard, solo que con más caspa y menos bagaje. Aquello se llamaba GINEBRA EN LOS INFIERNOS, y pretendía ser un triángulo amoroso, pero se quedaba en una chuchería entre estrafalaria y cuqui, aunque Gasset hacía de tímido innoble, y Zulueta se quitaba de encima a Mercedes Juste, que es la única que aún vive. Yo la vi hace un tiempo en "Márgenes", y la tenía olvidada; hoy me viene que ni pintada para hablar del penúltimo irreverente, que parece resonar aún un poco en nuestras conciencias, y en nuestros salones...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!