Lo que debería ser una ventaja, se convierte a menudo, por simple y llana inexperiencia, en una losa capaz de obturar cualquier atisbo de mérito o talento. Ocurre sobre todo en las óperas primas, que pierden en capacidad narrativa lo que casi siempre ganan en frescura y desparpajo. HOSTS, por ejemplo, es una película encomiable, por ser el fruto colaborativo de un grupo de entusiastas, en mitad de la pandemia, por sacar adelante un proyecto con escasos medios, pero un gran entusiasmo. Luego está, claro, la película, con multitud de problemas intrínsecos, con los que deberíamos ser indulgentes, pero que la dejan como una producción tibia y nimia, con muchísimas e indisimuladas referencias (no siempre bien elegidas o resueltas) y una historia que siempre parece querer ir por el lado equivocado. Para ser un film corto, el arranque es largo y meritorio, lo mejor sin duda, y ofrece un extenso preámbulo de normalidad alterada, con una pareja que de repente se ve "poseída" por algo que (otro error) nunca vemos qué es. Esrto encadena con la cena de navidad a la que son invitados por sus vecinos, donde también hay un par de momentos ingeniosos, y que casi recuerdan al mejor y más juguetón Ben Wheatley, con esas escenas de costumbrismo retorcido. Una lástima, porque luego el film se desparrama por un pseudogore de andar por casa, y no podría reconocer casi ninguna idea de verdad sorprendente. Es un film modesto, y eso lo salva del desastre absoluto, pero queda en una de esas curiosidades intrascendentes que cada año copan el cartel de Sitges... Lo que me recuerda que debería iniciar un repaso a dicho festival, que este año ha sido especialmente interesante...
Saludos.
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