Una de las curiosidades este año en Sitges ha sido la última propuesta de los franceses Maury/Bustillo, adeptos al NFE, y con las miras puestas en un cine capaz de aunar lo truculento con lo reflexivo. Con menos de lo primero que otras veces, aunque tampoco con tanto de lo segundo, THE DEEP HOUSE se queda en un alarde técnico con un par de sustos bien coreografiados, pero que no son suficientes para justificar los "eternos" 80 minutos de este multihomenaje. Por un lado, al cine de casas encantadas, por otro al de zombies, pero también a esa nueva moda de la exploración urbana, en la que gente que grita mucho camina susurrando por pasillos en los que no hay nada ni nadie (primero susurran y luego gritan). La gracia aquí es que la casa en cuestión está sumergida en un lago, y todo lo que ocurre lo hace bajo las leyes de la inmersión, que dotan al film de una especial fantasmagoría, no siempre bien aprovechada. Los protagonistas, correctos, aunque en puridad sólo actúan el primer cuarto de hora, y ya luego sólo escuchamos sus voces, son la modelo Camille Rowe y el incipiente James Jagger, hijo de Mick, que poco a poco va logrando abrirse hueco en la industria. Una película que tiene un lastre paradójico, el de su ingenioso rodaje subacuático, que es finalmente mucho más interesante que una trama, para qué engañarnos, muy muy trilladita.
Se puede ver dentro de su inevitable intrascendencia.
Saludos.
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